29 agosto 2011

Simón Bolívar, a 182 años de su paso por la isla Santay

José Delgado Mendoza
 
Simón Bolivar, posiblemente en
1829, Oleo de autor anónimo
El 31 de agosto de 1829 el Libertador es trasladado a la isla Santay tras haber sido víctima de una fuerte crisis de salud en Guayaquil. Era conocido entonces que los aires de esa isla ubicada frente a la ciudad ayudarían a su restablecimiento. Permanece en una casa de campo alrededor de dos semanas. Luego de firmar el tratado de Guayaquil, que pone fin a la ocupación de Guayaquil por el Perú, Bolívar tomará camino hacia Bogotá y nunca más retornaría a territorios ahora ecuatorianos.

Bolívar se recupera bien en Santay, pero se queja de la imposibilidad de poder cabalgar en la isla, en tres de las cartas que escribe desde allí  comenta las características típicas de la zona en que se encuentra. El 4 de septiembre anota: “Yo me hallo ya disfrutando de regular salud en mi casa de campo a una milla de la ciudad; pero sin poder hacer el ejercicio que apetezco, porque el lugar, que es una pequeña isla, no lo permite. Sin embargo, me va muy bien en ella y voy convaleciendo mucho”.

El mismo día al Sr. Joaquín Mosquera le dice: “...Tenga Vd. la bondad, mi querido amigo, de dispensarme esta fastidiosa carta: ella es hija de una atrabilis mortal que me devora y me ha tenido enfermo todos estos días; por lo que he salido a una milla de la ciudad a tomar el aire del campo, mas no sus ejercicios, porque estoy metido en una isla donde no hay para donde salir por las dificultades del terreno…”.

En misiva al Gral. José Antonio Páez el día 5 de septiembre: “...Yo voy restableciendo de la debilidad extrema en que me dejó el furioso ataque de bilis negra que sufrí; y me hallo en el campo a una milla de la ciudad, donde me va bien porque hay fresco y como con apetito; de modo que en los ocho días que llevo aquí me he repuesto mucho. Solo me falta terreno donde pasear a caballo, porque esto es una isla pequeña y muy cortada por los fangos. Adiós, mi querido general, quedo de Vd. su amigo de corazón. Bolívar…”.

El Libertador está enfermo, pero su mal físico, para quien ha estado acostumbrado a recorrer leguas de caminos y a batallar, es menor a su mal moral y anímico, como él mismo lo describe en su carta desde la isla Santay a su amigo el general Florencio O’Leary , “no es creíble el estado en que estoy, según lo que he sido toda mi vida, y bien sea mi robustez espiritual ha sufrido mucha decadencia o que mi constitución se ha arruinado en gran manera, lo que no deja duda es que me siento sin fuerzas para nada y que ningún estímulo puede reanimarme. Una calma universal más bien una tibieza absoluta me ha sobrecogido y me domina completamente.

Estoy tan compenetrado de mi incapacidad para continuar más tiempo en el Servicio Público, que me he creído obligado a descubrir a mis más íntimos la necesidad que veo de separarme del mando supremo para siempre…”.

¿Cuánto influyó Santay en el Libertador para tomar una de las más importantes decisiones en su vida? No olvidemos que su estadía en la isla sucede entre las dos muertes de Bolívar,  un año antes sucedió su muerte moral y un año después llegaría  su muerte física.

Efectivamente, la noche del  25 de septiembre de 1828, en Bogotá, una horda de enemigos políticos intenta asesinarlo, gracias a Manuela Sáenz, Bolívar logra escapar.

La sombra de ese vil y canalla atentado lo acompañará hasta el fin. 182 años han pasado de su pasaje por Santay, recordarlo es un aporte a la historia aún desconocida de la isla y de la que su población actual puede sentirse orgullosa.

Fuente

No hay comentarios: