Mostrando entradas con la etiqueta Lo dijo la prensa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lo dijo la prensa. Mostrar todas las entradas

01 septiembre 2016

Benito Parrales, el lagartero de la Isla Santay

Por Jéssica Zambrano

Benito Parrales sostiene sobre su hombro a un cocodrilo de 1,75 metros, unos centímetros más de lo que él mide. Simula haber logrado una hazaña, mantener a 12 cocodrilos quietos, seguro lo es. Entonces los venda y les amarra el hocico. Demuestra que no les tiene miedo porque crecieron con él. A pesar de eso, ya no juega de la misma manera porque “los animales han crecido”.

Su historia con estos reptiles empezó hace 10 años, cuando los 11 cocodrilos que habitan en la Isla Santay nacieron en el Parque Histórico. El personal de la Fundación Malecón 2000, que en ese entonces manejaba la Isla, construyó un hábitat para que sean parte de la escena turística del lugar.

Cuando llegaron a la Santay, Benito presentó su hoja de vida para cuidarlos. Uno de los requisitos, además de pasar por una estricta capacitación, era no enfrentar ninguna enfermedad: ¡aprobado! “Yo los crié y los sigo manteniendo”, dice Benito. Los guardabosques que ahora cohabitan la Santay, como parte del manejo que ahora tiene en la Isla el Ministerio de Ambiente, también los alimentan, pero no tienen el estilo de Benito.

Son las 7:00 del tercer día de la semana. En la calle El Oro, al sur de Guayaquil, hay una cola de vehículos peleándose por el espacio. Hacia el oeste, a 30 minutos en bicicleta sobre el puente que conduce a la Isla, se encuentra la comunidad. También está el muelle, desde donde sale para ir a pescar. Casi todos los días a la misma hora sube a la lancha que le construyó su hijo, con ella consigue el alimento fresco para su familia y los cocodrilos.

Todos en la Isla Santay saben bien quién es Benito Parrales, pues además de cuidar a los cocodrilos es guía turístico, aunque no habla inglés; también es presidente de una Asociación de Pescadores Artesanales que se conformó hace 4 años. A pesar de que lo llaman ‘el lagartero’, se ha ganado la admiración de todos. Nadie quiere tomar la posta de su trabajo con los cocodrilos y lo quieren de presidente gremial hasta que “no pueda caminar”.

Hoy viste un pantalón azul de casimir, una camisa con cuadros intercalados entre el rojo, el negro y el gris, una gorra y zapatos blancos relucientes. Antes de irse por 2 horas a pescar cuenta su travesía con los cocodrilos.


Los comuneros lo escuchan, una vez más, mientras se sacuden los bichos que se amontonan en la mañana. Benito dice que los cocodrilos necesitan mantenimiento y cuidado. Confiesa que es el único capaz de bajarse a la loza que es parte de su cautiverio para alimentarlos, no lo hace desde fuera como los guardabosques. “Me bajo, los ‘chifleo’, cuando estoy cerca hablando con otros me miran, a ver qué es lo que estoy hablando. Yo no sé si ellos me entiendan, pero ahí está”, dice Benito mientras sonríe y se acomodan las líneas de expresión de su cara, que guardan el color de la tierra mojada

 “¿Si tienen nombre? ¡Uy!... es que en eso todos nos equivocamos —ríe Benito—. Al principio, eran 2 hembras y 8 machos. Así lo había constatado el veterinario una vez que hizo la prueba cuando estaban recién nacidos”. Entonces, para Benito, respondían con el nombre de los compadres del programa Mi Recinto: Compadre Garañón, Dulio, Calavera, Calo, Modesto, Carechancho... Hasta que en el cambio de administración, de la Fundación Malecón 2000 al Ministerio del Ambiente, “nos dimos cuenta que nos habíamos equivocado en todo. Los 11 cocodrilos eran hembras y dejaron de tener nombre”.

Desde mayo, además de enfrentar ‘un cambio de sexo’, los cocodrilos se trasladaron a un nuevo hábitat, que es 3 veces más grande que el primero. Esta, es una gran laguna dividida en 2 con un cerramiento perimetral con pivotes de madera plástica y malla triple galvanizada. A este espacio, llegó también un nuevo miembro, Tone, el único macho y el único que tiene nombre. El reptil de 3 meses viene de Esmeraldas, mide 1,70 m y Benito acusa a su lugar de origen de los problemas que tiene con él, pues a veces obedece y a veces no. Lo más frecuente es ver cómo Tone rechaza la comida porque de seguro “como viene de Esmeraldas ha de querer comer encocao o tapao”, dice Benito.

Por un lado están las hembras y a un costado, el único macho; su convivencia es todo un trajín. “Antes, cuando ocupaban el espacio pequeño, no se peleaban. Acá, se dan duro”, asegura el cuidador. Los biólogos atribuyen los conflictos a una etapa de estrés como consecuencia del traslado.

Benito Parraless es parte de las 56 familias que habitan la comuna de la Isla Santay desde su nacimiento, un 12 de marzo hace 68 años. En la isla están sus hijos y nietos. Vive con su esposa que es cocinera, un hijo y una iguana de 2 años a la que han apodado Panchita.

Sus abuelos, como muchas de las familias que viven en el lugar, llegaron a la Isla desde Santa Elena. Cuando nació, el lugar estaba habitado por 7 haciendas ganaderas de terratenientes, que posteriormente fueron expropiadas. Ellos fueron reconocidos como los primeros comuneros. Creció en una época de abundancia en la isla, que muchos aún recuerdan. La abundancia era tanta, que los lugareños ni siquiera se comían los cangrejos que en cada paseo se metían debajo de las casas. Benito estudió la escuela en la tierra de sus abuelos, pero solo llegó hasta tercer grado. Cuando su padre murió él aún estaba pequeño, tendría unos 13 años, entonces su abuelo lo hizo trabajar.

Como muchos de los habitantes de la isla, aprendió a hacer de todo, desde peón hasta machetero. Su vida en la pesca empezó a los 8 años y los 15 se dedicó al trabajo del banano, fue calificador de guineo y luego estibador en la Autoridad Portuaria en Puerto Nuevo. Después, vivió en Los Ríos. Sembró cacao. Fue futbolista y boxeador.

 En Los Ríos conoció a los exploradores que cazaban cocodrilos; los mataban por la piel. “Todo era plata, hasta el aceite”, dice Benito. Y aunque le pagaban para dar explicaciones sobre el paradero de los cocodrilos, jamás mató uno. Luego de esa experiencia fuera de la Santay, no ha vuelto a irse. En la actualidad, los cocodrilos de la especie Crocodylus acutus, que permanecen en Santay son uno de los principales atractivos turísticos de la isla, considerada un humedal donde habitan, además, diferentes especies de aves y mamíferos como los mapaches y tigrillos.

Según los especialistas, la presencia de los cocodrilos en Santay podría atraer más pájaros y será más fácil observarlos porque estos buscan hacer nidos en árboles cercanos a los reptiles para proteger a sus crías de depredadores. Benito asegura que los cocodrilos de la Isla Santay miden entre 1,70 metros y 2,50 m.

DEBE SABER Muchas personas suelen creer que estos son animales lentos, pero no es así. Aunque por lo general se mueven a un ritmo lento, suelen utilizarlo como ventaja en torno a su presa.

La mayor parte de su alimentación se compone de vertebrados, incluyendo peces.

Tienen un metabolismo lento. Eso significa que pueden pasar sin comer durante una semana.

Estos reptiles no pueden masticar. Por esta razón, cortan la presa, la sacuden y la despedazan. En ocasiones, la arrastran bajo el agua.

Los reptiles de la Isla Santay pertenecen a la especie Crocodylus acutus.

Los cocodrilos suelen consumir rocas. Esto les ayuda a equilibrar su sistema digestivo.

Fuente

La isla que se salvó de ser Disneylandia

Por: María Fernanda Mejía

Santay está a menos de un kilómetro de Guayaquil. Hay senderos, aire puro, y la casa de doce cocodrilos.

Foto: andes.info.ec
En esta isla no hay una montaña rusa, ni un carrusel, tampoco están Peter Pan ni los piratas de Nunca Jamás. Cruzando el río Guayas, a menos de un kilómetro de Guayaquil, viven otros personajes fantásticos: mariposas azules, cangrejos violinistas, más de cien especies de aves, plantas y hasta cocodrilos. Aquí está la isla Santay, las dos mil hectáreas de área verde que se salvaron de convertirse en un parque de diversiones tipo Disneylandia, gracias a que en el 2000 fue declarada humedal de importancia internacional, por su aporte al equilibrio biológico de los ecosistemas.

A este paraíso natural rodeado de cinco especies de manglar, se llega de tres maneras desde Guayaquil:

en lancha desde el mercado Caraguay, la forma más común hasta hace seis meses. El recorrido dura cuarenta minutos

a pie, por el puente bascular, que empieza en la calle El Oro. Toma más o menos cuarenta minutos y en el camino hay banquitas para descansar.

y en bici, se pedalean doce minutos aproximadamente sobre el puente. Ahí existe la opción de tomar el camino hacia la ecoaldea de Santay o al cantón Durán.

Por esa misma isla, que hoy la conocemos como Santay, pasaron piratas, hacia el siglo diecisiete, según una descripción de 1684 del inglés William Dampier, quien además de bucanero fue un explorador, escritor, botánico y observador científico. Durante las epidemias que azotaron a Guayaquil en esa época, Santay fue sitio de cuarentena para embarcaciones que arribaban al puerto. Más tarde –detalla la guía de Parques Nacionales– fue utilizada como fondeadero para la limpieza y el mantenimiento de las embarcaciones. Recién a inicios del siglo se pobló de hacendados que criaban ganado y producían arroz, lo que perjudicó el crecimiento natural del humedal, pues para alimentar a los rebaños se empezó a talar árboles y a plantar pasto.

Este pedazo de tierra, que ahora es pantanosa, no estaba en los planes del Estado como el pulmón de la ciudad. Todas las ideas apuntaban a que fuera, más bien, una isla de cemento. En 1979 fue expropiada a los hacendados y fue declarada propiedad pública. Bajo la administración del Banco Ecuatoriano de la Vivienda y luego de la Fundación Malecón 2000, se quería crear un parque tipo Disney para que los guayaquileños tuvieran una sitio de recreación. Otra opción era talar todo lo verde y convertirla en un aeropuerto internacional, levantar un plan de vivienda privilegiada o una maraña de túneles y puentes que comunicaran Guayaquil y Durán.

Sin embargo, el Comité Ecológico de la Escuela Politécnica del Litoral y los comuneros de la isla Santay se organizaron y lograron en el 2000 que se la declarara bajo el humedal Ramsar, un tratado internacional que protege a estos sitios de la depredación humana y la mancha urbana. Ahora viven ahí cincuenta y seis familias comuneras, que saben la importancia de preservar cada mariposa, cada planta, cada cangrejo miniatura. Sus niños salen en bicicleta para ir a Guayaquil.

Esta isla que se levanta en medio del río también es un Área Natural Protegida del Ministerio del Ambiente. Hay ciertas restricciones para quienes la visitan: las mascotas deben quedarse en casa, para evitar que afecten a los animales que la habitan. Tampoco se puede ingresar con armas, ni hacer grafitis, ni consumir bebidas alcohólicas. Por el bien de este humedal no se puede hacer campamentos ni fogatas, menos ensuciarla con basura, arrancar sus plantitas o cazar alguna de sus especies.

Si se elige ir en bicicleta desde Guayaquil, se puede alquilar una al inicio del puente, cuesta cuatro dólares e incluye casco. Mientras se avanza por el puente se siente la frescura del río. Al llegar al sendero que conduce a la aldea también se absorbe el oxígeno que emana de los manglares. Si se tiene suerte, quizá se observen osos hormigueros, mapaches cangrejeros, y venados de cola blanca que –según la guía de Parques Nacionales del Ministerio del Ambiente– también habitan la isla. Los sorprendentes personajes de la flora y la fauna de Santay no son, como se quiso alguna vez, hombres sofocados en grandes trajes de esponja, ni animales robotizados, ni ficticios bosques encantados. Aquí, en esta isla a ochocientos metros de la gran ciudad de palmeras foráneas y adoquines repetitivos, todo es real.

 Al caminar por la ecoaldea se llega a la La Cocodrilera, un sendero de setecientos metros que conduce al hogar de los doce reptiles que fueron traídos desde el Parque Histórico de Guayaquil y la provincia de Esmeraldas, donde se criaron en cautiverio. Son once hembras y un macho de la especie cocodrylus actus y son cuidados por Benito Parrales, el “lagartero” de la Santay.

 La aldea también tiene un restaurante. Aunque el menú es pequeño, siempre habrá al menos un seco de pollo y un sango de camarones, con precios accesibles (menos de cuatro dólares). Ahí también hay enchufes si es que se ha descargado el teléfono. A lo largo de los senderos también se encuentran algunos descansos, que pueden ser aprovechados para leer o disfrutar del entorno.

Lo mejor de todo es que –al no ser un parque de diversiones tipo Disney– existe el privilegio del silencio. A las 17:00, todos los visitantes deben salir de la isla y regresar a Guayaquil.

Para tener en cuenta:
La atención en el puente bascular de la calle El Oro, en Guayaquil, es de 06:00 a 21:00

 La isla está disponible para los visitantes de 06:00 a 17:00.

Ubicación:
















Fuente

21 diciembre 2014

Caminata junto al Guayas con rumbo a Santay

El puente que une a la urbe con la isla es utilizado también como escenario para declaraciones de amor.

Por Amy Intriago , estudiante de la UIDE

Desde que se inauguró el puente bascular que une a Guayaquil con la isla Santay, la gente ha llegado desde distintos puntos de Ecuador para conocer la biodiversidad que existe en dicha zona. A quien apuesta por este encuentro con la naturaleza le será casi imposible perderse porque puede llegar a este lugar tomando un bus de la metrovía que recorre el circuito Terminal Terrestre-Caraguay.

Desde la parada del barrio El Centenario puede avanzar por la calle El Oro hasta la ría y luego de registrarse, José Benavides, jefe de seguridad, le dará las primeras indicaciones: “de lunes a viernes, Santay es visitada por 800 turistas, aproximadamente; mientras que los fines de semana llegan entre 1.500 y 2.000 personas”. De ellos el 35% prefiere ir a pie; pero, también pueden pedalear su bicicleta o, por 4 dólares las tres horas (se adiciona un dólar si se excede del tiempo), alquilar una al Ministerio de Ambiente, MAE.

De 06:00 a 17:00 es el horario habilitado para recorrer los 840 metros de longitud que tiene este puente. Evelyn Rodríguez, encargada de la garita, aclara que solo se permite alquilar hasta las 15:00 porque dos horas después se cierra el acceso a las ecoaldeas.

A pesar del considerable porcentaje de turistas que optan por ir en bicicleta, el 40% de ingresos que este rubro generaba al inicio ha disminuido con la apertura del Área Nacional de Recreación.

Se pronostica que en 2015, con la inauguración de un lugar para practicar canopy, se recuperen las ganancias.

El puente peatonal-ciclovía que une a Guayaquil con San Jacinto de Santay tiene 4,50 metros de ancho, espacio que es compartido por ciclistas y caminantes. Quienes optan por esta segunda opción pueden sentir la brisa en sus rostros; incluso, hay jóvenes que han optado por hacer de este lugar el sitio ideal para manifestarse su amor.

Eso se evidencia con un candado colgado en el puente en el que se ha dibujado un corazón y sus protagonistas emulado el ejemplo del famoso ‘Puente de las Artes’, en donde cada pareja que lo visita cuelga un candado con sus iniciales y arroja la llave al río Sena como máximo pacto de amor.

“Conserve su derecha” indica la señalética y de esta manera se mantiene el respeto por el espacio tanto del peatón como del ciclista. Al final del puente hay una bifurcación: a la izquierda está el sendero que une a Santay con Durán; y, a la derecha, el camino hacia la ecoaldea.

William Espinoza visita la isla por tercera vez. No se cansa de hacerlo porque le parece un lugar agradable por el ecosistema que posee. “Algo fuera de lo que estamos acostumbrados en la ciudad: el tráfico, la bulla. Estoy encantado”.

El camino es largo y la mirada se pierde entre la variedad de flora: mangle negro, palma real, guachapelí, samán y otros árboles.

Vigilantes de tránsito recorren el lugar en bicicleta para asegurar el orden y resguardo de los visitantes.

El personal de limpieza se esfuerza por recoger la basura y, en medio del camino, se han ubicado pequeños stands que ofrecen bebidas energizantes, gaseosas y snacks.

Yomaira Andrade lleva 6 meses trabajando en uno de estos puestos y no ha visto ganancias. Las ventas son muy pocas, “obtengo entre $30 y $60 diarios, es nada”, dice.

Una visita placentera

Pedro Parrales, nativo y habitante de la isla, se dedica a vender bollos los fines de semana. A pesar del aporte económico que el turismo le ha dado, complementa sus ingresos con la pesca para salir adelante. Su producto cuesta 1 dólar y reconoce que no se gana mucho; pero, cuando la venta es buena, gana entre 50 y 100 dólares diarios.

Margarita Torres, quien vende artesanías, comparte la opinión de Pedro. “Se vende muy poco, hay días buenos y otros malos”.
Ella se dedicaba a buscar turistas para hacerles un recorrido en bote desde el malecón hasta la Isla, pero optó por esta nueva fuente de ingreso. Ahora espera que mejore con la llegada de más atractivos.
En las ecoaldeas hay 56 cabañas que pertenecen a familias de la comuna y 3 para alquilar si alguien desea alojarse.

Tienen capacidad para cuatro personas cada una y, cerca de allí, hay un restaurante que ofrece platos típicos como pescado frito con arroz y menestra, seco de pollo o cebiches. Los precios varían entre $3,50 y $5,00.

Santay tiene una cocodrilera. Allí se ha implementado un mirador para apreciar los 11 reptiles de la zona, 2 de ellos son hembras.

Todos toman baños de sol; unos prefieren hacerlo en pleno terreno árido mientras otros se han convertido en las mejores estatuas al lado de algún tronco de árbol.

Si en este punto su cansancio es insostenible le gustará saber que una manera de regresar a Guayaquil es acercarse al muelle y, luego de cancelar 1,50, embarcarse a las lanchas que lo dejarán en el mercado de la Caraguay.

30 agosto 2014

‘El Libertador’ retorna sobre una proa a la Isla Santay

Luis Parrales, de 7 años, recreó junto a compañeros y pobladores el momento en que Simón Bolívar arribó al lugar. 

Texto y fotos: Diario El Telégrafo - Ecuador

Redacción Guayaquil
Ayer una canoa recorrió lentamente el río Guayas, bordeando la isla Santay. A lo lejos se divisó que sobre su proa permanecía, inamovible, la figura de una persona ataviada con una camisa azul y grana y un pantalón blanco.

Conforme se acercaba al muelle del lugar se distinguían más detalles, como el que la ropa correspondía a un uniforme militar muy común en el siglo XVIII.

Tan vistoso personaje de la canoa era el libertador Simón Bolívar, representado por Luis Parrales, estudiante de la Escuela Jaime Roldós Aguilera, único plantel de la isla.

Los habitantes del lugar recrearon la primera visita ilustre que tuvo Santay. El 28 de agosto de 1829, Bolívar llegó al sitio por recomendación médica para trasladarse a una casa de campo y reponerse de su enfermedad. 

La historia cuenta que llegó hasta el sitio luego de ingresar victorioso a Guayaquil y tras conocer que el Mariscal Antonio José de Sucre venció al ejército peruano en la batalla del Portete de Tarqui (27 de febrero de 1829).   


En medio de aplausos y vítores Luis Parrales y sus
compañeros caminaron hacia la casa comunal de la ecoaldea.
Luis, de 7 años, tuvo algo de dificultad para avanzar hacia el muelle tras bajar de la canoa. Aunque tenía un par de botas de caucho que lo protegían del agua, que llegaba a la orilla del ‘Río Grande’, un joven cargó al pequeño ‘Libertador’ para evitar que el vaivén de la ría le hiciera perder el equilibrio.

Una vez en el muelle, el infante buscó su espada de juguete y la empuñó, queriendo imitar al personaje que interpretaba cuando comandaba las batallas contra el ejército español. Con este gesto se dirigió a una cabaña que tiempos anteriores sirvió como escuela.   

El trayecto estaba lleno de piedras y vegetación nativa, por lo que Luis debió cuidar cada paso para no caerse.

En el camino, sus compañeros de estudio formaron 2 filas simulando una calle de honor para recibirlo. En la rústica casa donde debía llegar aguardaba Benito Domínguez, su abuelo materno, quien en representación de las 56 familias de Santay, recibió al pequeño Bolívar.

“Aquí puede descansar y mejorar su salud”, pronunció Domínguez como bienvenida. “Gracias”, respondió su nieto. Mientras, una de las maestras de escuela hacía una breve reseña de la visita de Bolívar.

El Libertador Simón Bolívar permaneció en la Isla Santay hasta el 23 de septiembre de 1829 y luego partió hacia Quito.

Su periplo continuó por Ibarra, Pasto  y luego Bogotá, para finalmente llegar a Santa Marta, en donde falleció el 17 de diciembre de 1830.  


El pequeño Luis se retiró de la cabaña a paso lento y empuñó su espada mientras sus compañeros gritan “¡Viva Bolívar!”.

Fuente: Diario El Telégrafo

AGRADECIMIENTOS

Esta actividad fue una iniciativa de la Asociación Los Amigos de Santay, realizada con el apoyo de la Población de Santay a través de su Cooperativa de Turismo, de las Asociaciones de pobladores y Pescadores de la isla respectivamente y de la Escuela Fiscal No.3 Jaime Roldós. 

El traje de Simón Bolivar fue donado y enviado desde Caracas, Venezuela muy gentilmente por la Sra. Carmen Rafaela de Correa  especialmente para este acto y servirá para los años venideros en que se recuerde esta fecha importante para Santay. La espada fue donada por el Ing. John Orellana. Agradecemos públicamente a la empresa DHL y a la SENAE Guayaquil por las gestiones relativas al envío y recepcion del traje. Gracias también a Gharorlt Correa desde San José Costa Rica por su apoyo logístico. Como podemos ver Amigos de Santay estamos en muchas partes, gracias a todos

Amigos de Santay acompaña a la población del Humedal Isla Santay en el descubrimiento y vivencia de su historia y su cultura.

24 junio 2014

Entrevista sobre Santay para Babelatino

María Martínez es una apasionada radialista gallega, ella reside en Milano, Italia y colabora de forma activa  con el grupo Babelatino de Radio y TV Online.

María sigue de cerca lo que pasa en América latina y especialmente Ecuador, y esta vez  entre tantos temas que bien pudo  tratar prefirió lanzar una de sus MIRADAS  a esta isla del Guayas.

Aquí  la entrevista que muy gentilmente realizó y que agradecemos muy sentidamente. Disfrútenla!


Mujeres de la Santay quieren que su sazón sea reconocida

Ninfa Medina es una de las 25 mujeres nativas de la
isla Santay que trabajan en el comedor comunal.
Ellas compraron las ollas, vajillas, cubiertos
y usan dos cocinas adicionales a la industrial que
les cedió el Ministerio del Ambiente. Esta cartera del Estado
también las dotó de un congelador. Francisco Verni
Atareada, receptando un pedido tras otro, está Marianita Domínguez. Los toma y pide en voz alta: “¡Dos pescados, un seco de pollo y uno de chivo!”. Son para una familia que espera ansiosa por degustar los platos típicos que preparan las mujeres nativas de la isla Santay en el comedor comunal.

Son las 09:30 del domingo 22 de junio. El restaurante está lleno. Mientras unos degustan la comida, otros pugnan por pedir los platos. El pescado frito es el más solicitado.

En la cocina, diez mujeres se encargan de la preparación de los alimentos, freír pescado y lavar los platos. Todas tienen su función y las guía Marianita. Ella, junto a sus 24 compañeras, trabajan desde el lunes 16 del presente en el comedor de la ecoaldea, pero con la incertidumbre de si seguirán administrando el local.

El comedor de la isla Santay estuvo lleno durante la mañana
del domingo. El plato que más se pedía era la corvina frita.
“Queremos que las autoridades nos den un documento que diga que seguiremos administrando el comedor, porque sí lo podemos hacer, por nuestras familias y la comunidad”, dice la dirigente de 40 años y madre de 4 hijos.

Durante las primeras dos semanas, luego de la apertura del paso que une a Guayaquil con esta reserva, se habría concesionado este servicio por parte del Ministerio del Ambiente (MAE), indica Domínguez.

“La persona que colaboró con nosotras se identificó como el concesionario del comedor”, sostiene, y agrega que el pago que recibieron ($ 15) era inferior del que tenían antes de que se abriera el puente.
Pero ni el comedor ni la hostería están concesionados, según declaraciones del MAE hechas el 9 de junio. Quince días antes, Lorena Tapia, titular de esa cartera de Estado, sostuvo que posiblemente los servicios que funcionen en el destino turístico sean liderados por empresas especializadas, pero con la condición de incorporar a los nativos de la isla.

Al momento, este grupo mantiene la esperanza de que la administración del restaurante recaiga en ellas, quienes reciben capacitaciones en atención al cliente por parte del MAE.

En el comedor trabajan grupos de diez mujeres pasando un día. Cada una recibe entre $ 20 y $ 30 al día. Los ingresos se invierten en los alimentos y la ganancia, en una caja común.

“Estamos contentas de que vengan muchos turistas, es una ayuda para nosotras”, dice Marilú Melgar, de 62 años.

El comedor de caña y bambú tiene capacidad para 200 personas.

Apuntes
precios
Comida típica
La corvina entera cuesta $ 4; los secos de pollo y de chivo, y el pollo hornado con arroz y menestra, $ 3,50; el cebiche mixto, $ 5. Los fines de semana venden unos 600 platos.
Fuente

21 junio 2014

Pobladores de Santay ayudan en limpieza de isla

El Ministerio del Ambiente incrementó el número de guardaparques

La acogida turística superó las expectativas de los nativos de la zona protegida. Ellos solicitan mejorar la seguridad.


Nativos de la isla recogen botellas plásticas que
son halladas en el tramo que conecta la ecoaldea
y el puente. Foto: William Orellana / El Telégrafo
Los habitantes de la Isla Santay instruyen a los visitantes sobre los cuidados que deben adoptar para evitar un impacto ambiental negativo en el ecosistema del lugar.

El arrojo de desechos plásticos en sitios cercanos a los manglares, hábitat de al menos un centenar de especies, es una situación que gradualmente ha sido controlada, afirmó Elsa Rodríguez, presidenta de la Asociación de Pobladores.

En los primeros días de visita se registraron aglomeraciones y se pudo observar a personas que, incluso, tiraban botellas a las cocodrileras pese a las advertencias de personal del Ministerio del Ambiente (MAE) y los comuneros.

Los residentes nativos de Santay consultados admitieron que la masiva acogida les tomó por sorpresa y que se dificultó la vigilancia y el manejo de los desechos.

Rodríguez comentó que se incrementó el monitoreo durante los recorridos guiados por 14 habitantes de Santay. “Hacemos énfasis en el daño que eso ocasiona a plantas y animales”.

Por su parte, el MAE debió incrementar la vigilancia del ecosistema. Hasta antes de la inauguración del puente, eran 5 guardaparques los encargados del cuidado del ecosistema, explicó Juan Alejo Chávez, gerente de Proyectos de Turismo Sostenible de la cartera de Estado.

Debido a la masiva concurrencia, aproximadamente 30 guardaparques se sumaron a la tarea. Los comuneros, aseguró Alejo, también ayudan en el trabajo de cuidar la fauna y flora del lugar.

Por ejemplo, parte de la pesca artesanal es utilizada para alimentar a los 12 cocodrilos que forman parte de los atractivos turísticos.

En el humedal, el animal que más puede ser observado es el cangrejo violinista. En algunos puntos donde habita el crustáceo, aún son visibles botellas de plásticos que aparentemente fueron botadas recientemente debido a que lucen nuevas.

La vía que conecta el puente con la ecoaldea está construida en metal y con colores marrones. Durante todo el camino acompaña el trino de algunas aves que se ocultan entre los manglares. Pocas especies, como la garza azul, se dejan ver sobre el lodo.

Además del trabajo de los guardaparques del MAE y los nativos de Santay, el grupo de teatro ‘Los Comediantes’ se encarga de apoyar la tarea de educación ambiental dirigida a los visitantes.

Su participación ocurre los fines de semana y los principales asistentes son los niños, tanto de fuera como dentro de la isla, explicó Petra Domínguez, habitante de Santay.

Los artistas enseñan sobre la riqueza natural de la isla y los cuidados necesarios que se deben tener para conservar este espacio de turismo ecológico. Entre las recomendaciones están no arrojar basura en los senderos y “evitar dar de comer a los cocodrilos”, manifiesta Domínguez.

Pese a los avances en el manejo del turismo, los comuneros hacen observaciones, principalmente en el aspecto de la seguridad ciudadana.

En la primera semana de las visitas, según los comuneros, fueron sustraídas bicicletas de los comuneros. El MAE implementó el sistema de registro electrónico como parte de las acciones para contrarrestar la situación.

Además, miembros de la Policía Nacional, a pie y en bicicleta, patrullan las 24 horas el lugar. No obstante, Marcos Moreira, con 7 años en Santay, recomendó la instalación de una Unidad de Policía Comunitaria (UPC).

Por su parte, turistas consultados también sugirieron mayor cantidad de tachos de basura en el tramo que conecta el puente con la ecoaldea.

Los horarios de atención al público en el puente son de 06:00 a 21:00, mientras que el acceso a la isla Santay es de 06:00 a 17:00, todos los días.

DATOS

En el 2000, la isla Santay fue declarada humedal Ramsar (de importancia ecológica internacional). El lugar es habitado actualmente por 56 familias.

En el sitio se han identificado 12 especies de reptiles, 2 especies de anfibios, 13 especies de mamíferos y 128 especies de aves. Además se registran 60 variedades de plantas, entre ellas, los manglares.

La construcción del paso peatonal que conecta Guayaquil-Santay representó una inversión de $ 14’269.825. Para el siguiente mes se prevé la conclusión del puente que conectará la isla con el cantón Durán.

Otros proyectos estudiados en antaño para la isla incluyeron un plan habitacional masivo durante el gobierno de Osvaldo Hurtado (1981-1984) y la construcción de un parque tipo Disneylandia, propuesta por la Fundación Malecón 2000, en 2009.

Fuente

* Nota del Administrador del Sitio: El término usado originalmente en el titular del artículo es "Comuneros".

01 mayo 2014

El entorno de Santay, prioridad para autoridades y activistas

La entidad establecerá horarios de visita de acuerdo a la demanda 

El Ministerio del Ambiente controlará el ingreso y salida de los turistas con el propósito de evitar que la naturaleza sea afectada. En la isla hay 1.069 hectáreas de conservación y 252 subzonas de preservación estricta. Un colectivo ecológico pide que se resguarde la seguridad para proteger a los vecinos. 


Los turistas especializados en observar aves tendrán
una cabaña para pasar la noche.
Foto: José Morán│El Telégrafo
Los habitantes de la Santay dicen que en las noches, cuando los motores de las embarcaciones que cruzan  la isla se silencian, igual que las voces de los visitantes, se escucha una sinfonía de sonidos en la oscuridad. “Se oyen sus pasos en el puente peatonal, sus ronquidos y se comen a las gallinas”, cuenta- refiriéndose a los tigrillos- el santayense don Jacinto Domínguez. “Son del porte de un perro, pero a nosotros, como nos conocen, no nos hacen nada”.  

Graznidos de aves, lamentos de los perros de agua, deslizamientos de reptiles se suman al inventario de autores de sonidos de la Santay, isla que es parte del cantón Durán.

De acuerdo con el Plan de Manejo  de la isla, elaborado en 2011 por el Ministerio del Ambiente (MAE), en el lugar existen las siguientes especies: florísticas (65), mangle (5), mamíferos (25) y aves (128). “Nosotros no les hacemos nada, respetamos la naturaleza”, comenta Domínguez.

En la visita programada en marzo pasado por el MAE, como parte de la inspección de obras del proyecto Guayaquil Ecológico, la entidad informó que existe una estrategia para evitar que la masiva visita de turistas -cuando esté lista toda la infraestructura del Plan Nacional de Recreación- exceda la capacidad de ese entorno natural.

Lorena Tapia, ministra del MAE, adelantó que se construirán casetas  de registro para controlar el ingreso de los visitantes. Según la funcionaria, dichos espacios de vigilancia estarán en los accesos por los puentes y por las estaciones fluviales. “Vamos a establecer una pantalla en la que habrá que poner, por una sola ocasión, el número de cédula”.

De acuerdo con las proyecciones de la entidad, el sitio podría superar a Galápagos en la cantidad de visitas recibidas. Por ello estableció que la cantidad de carga que puede soportar la zona de recreación es de 450.000 personas anualmente.

Además determinó que los recorridos por los senderos naturales podrán realizarse en grupos de 14 personas. Los intervalos entre cada colectivo de turistas deben ser de 15 minutos. Todos acompañados de un guía. Se establecerá un horario de entrada y salida.

Parte de las obras que se ejecutan en Santay es una cabaña para hospedaje de aquellos turistas especializados en la observación de aves. La idea, además, es que personas que no vivan en el lugar se queden de forma irregular en la isla.

Según el Plan de Manejo, Santay fue dividida en las siguientes zonas: usos múltiples (59 hectáreas -ha-),  turismo y recreación (96,69 ha), restauración (697,94 ha), conservación (1.069 ha), subzona de conservación estricta (252 ha).

En la zona de recreación no está permitida la realización de fogatas,  fumar al aire libre, cacería, siembra de plantas exóticas, construcción de cualquier tipo de infraestructura, entre otras.

El arribo de los visitantes, también por vía fluvial, será
controlado en puntos estratégicos.
Foto: José Morán│El Telégrafo
Para José Delgado, parte del colectivo Amigos de Santay, es importante que se ponga mucha atención en la entrada y salida de los visitantes por dos factores: la seguridad de  de los turistas y la de los mismos pobladores. En el primer caso, sugiere, pueden perderse; y en el segundo, el ingreso podría ser aprovechado por desconocidos para cometer actos delictivos contra los pobladores.

De la misma manera, el activista sugiere que debería crearse maquetas en escala para que los turistas puedan conocer la estructura interior y exterior de las viviendas. “Salvo decisiones personales de sus domiciliados que así lo decidan, no vemos la necesidad de que los pobladores abran sus viviendas a los turistas”.

Otras de las áreas habitadas será una cocodrilera con 11 especies, que estaban en riesgo.
Actualmente los visitantes pueden acudir a la isla por vía fluvial. Las naves parten del Malecón 2000 y el pasaje cuesta $3.00.

DATOS

Investigadores de Santay destacan que, por las cartas intercambiadas y por la descripción de historiadores y biógrafos, entre el 30 de agosto y el 15 de septiembre de 1829 el Libertador Simón Bolívar pasó en Santay reposando y curándose de una afección de bilis ’mortal’.

Las Islas eran propiedad del Banco Ecuatoriano de la Vivienda y el 20 de septiembre del 2001 se creó el Fideicomiso Mercantil Isla Santay. El constituyente y el beneficiario fueron el Banco Ecuatoriano de la Vivienda, y el administrador del proyecto la Fundación Malecón 2000.

En octubre de 2000 fue declarada por la Convención Ramsar como un humedal de  importancia internacional.

Debido a su importancia ambiental y para fines recreativos, las Islas Santay y Gallo fueron declaradas Área Nacional de Recreación e incorporadas al Sistema Nacional de Áreas Protegidas, mediante Acuerdo Ministerial  No. 21, de febrero 20 de 2010.

La isla Santay, que antes fue usada para siembra y ganadería, se encuentra en la provincia del Guayas, cantón Durán. Esto es en el curso del Río Guayas y frente a la ciudad de Guayaquil.

30 abril 2014

La Santay es una isla marcada por los vaivenes históricos

EL ESPACIO NATURAL FUE ENTREGADO EN COMODATO A una ENTIDAD PRIVADA en 2001 

Los santayenses construyeron la mayoría de las casas, que luego fueron eliminadas y reemplazadas por viviendas prefabricadas de caña guadua, a cargo de la Fundación Malecón 2000. La zona, hoy declarada Área Protegida, fue usada en tiempos remotos por piratas que atacaron al Puerto Principal.


Cuando los turistas quieren conocer la historia de la isla Santay, los habitantes conducen a las personas hasta el santayense Julio Domínguez, de 65 años. Don Julio no olvida el pasado ganadero y agrícola que, hasta fines de la década del 70, tuvo la actual Área Protegida.

Él claramente recuerda detalles: eran 7 haciendas, algunas denominaciones (Matilde, Puntilla, San Francisco, Pradera...), nombres de los hacendados (entre ellos Jaime Nebot -papá del actual alcalde de Guayaquil-) y la desaparición repentina de los dueños y del ganado. Luego resume que el Banco Ecuatoriano de la Vivienda (1980) expropió la isla y fue entregada por el Gobierno Central (2001) a la Fundación Malecón 2000 para que la administre durante 80 años.

En ese tiempo desaparecieron las construcciones originales. “Los habitantes construyeron sus casas de madera buena (guayacán y guachapelí) con restos de material de la hacienda, pero la fundación municipal las tumbó y algunos guardias elaboraron carbón con las tablas. Las viviendas fueron reemplazadas por las de Hogar de Cristo (2004)”.

Actualmente, la edificación más antigua del lugar, según sus habitantes, tiene 15 años (hecha en 1999) y fue levantada por la comunidad. Es su primera escuela y casa comunal (hoy funciona como comedor provisional). Para los vecinos, la edificación que tomó 2 meses debe ser conservada y convertida en un museo comunitario. “Podríamos exponer lo que se hace acá: collares, aretes, cosas que se han encontrado (restos de lagartos), vasijas de barro...”

José Delgado, parte del colectivo Amigos de Santay y fundador del Comité Ecológico del Litoral (que años atrás se opuso que el Malecón 2000 desarrollara en la isla un proyecto inmobiliario y turístico), explica que es necesario crear para los santayenses un espacio para documentar y mostrar sus momentos históricos, que hacen que la comunidad se identifique y fortalezca.

“Ese espacio es la antigua escuela y casa comunal. Es un sitio significativo. Allí aprendieron las primeras letras niños y adultos, ha sido el centro de salud de turno, incluso, algunos se han casado. Todos quienes han visitado por placer o por aportar en algo a la Santay tienen al edificio como referente. La edificación simboliza el antes y después de la Santay como comunidad”.

Este medio trató de obtener la reacción del Ministerio del Ambiente (MAE) sobre el tema, pero hasta el cierre de la edición no hubo respuesta.

Hechos históricos 

Historiadores e investigadores coinciden en que la isla es un espacio donde ocurrieron acontecimientos importantes.

Melvin Hoyos, director de la Biblioteca Municipal de Guayaquil, recuerda que en el siglo XVII ese espacio fue usado por los piratas que atacaban a la ciudad puerto.

En cambio, Delgado señala que entre los siglos XIX y XX, la zona era para gente pudiente, prueba de eso eran las haciendas privadas.

Delgado también destaca la versión de que Simón Bolívar, en 1829, estuvo en la Santay reposando y recuperándose de una afección de bilis, según cartas intercambiadas y por la descripción de historiadores y biógrafos.

“Allí escribió el borrador del tratado que pondría fin a la presencia peruana en Guayaquil. El Libertador, viéndose debilitado, decidió informar su interés de renunciar a la política”.
No obstante, Hoyos descarta esta posibilidad y precisa que más bien estuvo en la isla Mocolí (Samborondón).

El historiador Ángel Emilio Hidalgo comenta que hay poca información sobre Santay y que es necesaria una investigación sobre la historia de dominio de la isla.

ANTECEDENTES

El espacio natural ha tenido varios nombres: Isla Fernando Rodríguez (1689), Isla del Primero(1777) y Santay (1792).

Un mapa de 1825 muestra que Santay habría sido formada por la unión de 3 diferentes masas sedimentarias.

En 1980, la Junta Nacional de la Vivienda expropió la isla para convertirla en un parque de diversiones.

En 1992 se anunció el remate de la isla, lo que causó protestas.

En septiembre de 2001, en el período de Gustavo Noboa cedió por 80 años el manejo de la Santay a la Fundación Malecón 2000.

En 2009, el Gobierno Central pide a la fundación que se devuelva la isla al Ministerio del Ambiente.

En 2010 es declarada por el Gobierno como zona protegida.
Fuente: El Telégrafo

01 abril 2014

La isla Santay

Por: Mónica Fernández-Aceytuno

Como a los marineros cuando estaban a doscientas leguas de las Indias, nos salieron a recibir los rabihorcados antes de atracar en la isla ecuatoriana de Santay.

Unos amables predicadores, ataviados con un niqui rojo, nos habían permitido acompañarles en el barco que zarpó del malecón de Guayaquil a las diez de la mañana para hacer primero una parada en otro punto del cauce del Guayas, donde cargar unas ventanas y varios tablones de madera para llevar a la isla, mientras desde otro bote descargaban los escombros de las obras en Santay, tal es el cuidado que están poniendo para hacer las viviendas de la pequeña comunidad que la habita y que hasta hace no mucho vivía en palafitos más rudimentarios.

El río Guayas, que aquí es ya un delta, llevaba el barro que la lluvia arrancó a la tierra los últimos días, por lo que bajaba, a toda velocidad, muy turbia y parda pero a la vez un poco rosada, delatando la salinidad del agua, y con esos lirios de agua flotando que parecen balsas verdes a la deriva con algunas flores malvas a bordo.

Tengo que reconocer que me emocioné cuando delante de nosotros aparecieron los rabihorcados, esas fragatas reales (Fregata magnificens) que salen en los documentales de las Galápagos, con sus esbeltas y oscuras alas que parecen tener codos, la hembra con el pecho blanco, y el macho muy rojo que, en época de reproducción, hincha como un globo. También había águilas pescadoras a las que trataban de piratear las fragatas la pesca delante de nuestros ojos.

Nada más desembarcar supe que estaba en un lugar privilegiado para la observación de la Naturaleza, donde aún no había llegado el turismo como a las Galápagos pero donde no me cabe duda que lo hará, por su cercanía a la ciudad, y por su riqueza natural: sólo en lo que a las aves se refiere, la isla Santay posee más de cien especies distintas en dos mil hectáreas de área, de las cuales más de la mitad es manglar, pero a su vez, con cinco especies distintas de mangles.

Todo riqueza y variedad, megabiodiversidad, por lo que siempre habrá que estar agradecidos a la comunidad de la isla Santay, de unos trescientos habitantes, quienes poseen tal profusión de niños que los tendales de las casas, de teca y de bambú, tienen, como si fueran banderitas de colores, su ropa al sol colgada, sobre el verdor de las palmeras y los bosques de cesalpinas entre cuyas ramas estaban construyendo su nido de barro, perfectamente tabicado para que los pollos tengan una habitación propia, los preciosos y anaranjados horneros.

También anaranjadas eran las libélulas que salieron al embarcadero a recibirnos a cientos con la Presidenta de la Comunidad Santay, Elsa, quien tan bien nos explicó todo lo que estaban haciendo en la isla para seguir viviendo allí con agua y con luz y con saneamiento, pero respetando a su vez la Naturaleza. Ojalá les vaya muy bien. Y siga siempre la isla tan hermosa como la he conocido, aunque me quedara con ganas de recorrer sus senderos impracticables por las obras y por las crecidas. Estaba lamentando mi mala suerte cuando apareció una mariposa azul grande como una mano y una especie de lorito de cresta gris cuyo nombre desconozco.

Sobre la teca de la pasarela, se posó un clarinero tan oscuro como un cuervo pero mucho más esbelto y de reflejos más azulados y los ojos de un verde claro, y sobre el agua del manglar había unos pollos de ibis blancos buscando con el pico crustáceos; tan abundantes en la isla, que también aquí tienen cangrejos violinistas; e insectos, tantos y tan variados como para colmar de felicidad a un entomólogo.

De haber sido posible, me hubiera quedado a pasar unos días en la isla antes de que terminen la conexión con la ciudad por un puente peatonal que está ya casi a punto de inaugurarse.
Aún estando permanentemente queriendo propagarse, se diría que a la Naturaleza no le gusta la comunicación, esa obsesión humana.

¿Qué es sino el mundo que una isla con la vida a la deriva?

Sólo hay una cosa que tengo clara, ahora que he regresado: quiero volver a la isla Santay, la más hermosa isla en el delta de un río que he pisado en mi vida.
Fuente:  Lugar de Vida

29 marzo 2014

A la Santay se puede llegar por vía acuática los fines de semana

Los traslados en las embarcaciones desde el Malecón Simón Bolívar duran 15 minutos. En la isla los precios de la comida varían entre $ 3 y $ 4. Las visitas son de 10:00 a 16:00. 

 Las visitas a la isla Santay se han incrementado desde que comenzó a hablarse del proyecto de conservación del espacio natural, que está a 800 metros de distancia del Malecón 2000.

Los moradores de la isla Santay conformaron un grupo de guías
comunitarios para atender a los turistas que llegan en
los botes. Foto: Alfredo Piedrahíta | El Telégrafo
La difusión de informaciones vinculada a este ‘pulmón’ de la ciudad ha despertado el interés de residentes de Guayaquil y hasta de extranjeros que están de paso.

Atraídos por la ‘publicidad’ y por la búsqueda de espacios turísticos alternativos dentro de la ciudad, Susana Rodríguez y sus hijos Michelle (que residen en Alemania) y Christian Salinas fueron al Malecón Simón Bolívar para buscar una embarcación que los trasladara hasta la isla.

Como ayer era  la primera vez que visitaban la zona protegida, recién se enteraron que la salida es desde el Yacht Club del Malecón, de 10:00 a 16:00, los sábados y los domingos. Los costos de los boletos son $ 4 por persona y, adicionalmente, se les da un refrigerio y recorren la isla.

DATOS

Patrimonio de Áreas Naturales del Estado (PANE) estima que la Santay recibirá diariamente a 450 personas en los demás senderos naturales y 1.650 en la ciclovía del paso (que se construye).

Existe un plan de manejo para que la afluencia de turistas no afecte la zona protegida.

En el nuevo sendero habrá un minicentro de visitantes, una clínica, un comedor y un mirador de la cocodrilera (hay 11 especies protegidas de las cuales solo hay 1.000 en el mundo). La obra forma parte del proyecto Guayaquil Ecológico, que impulsa el Gobierno Central.
 


No obstante, ayer tuvieron suerte los turistas. Un comunero, conductor de un bote que arribó al Yacht Club a las 10:30, accedió al pedido de la citada familia y, también, al de los turistas alemanes Ursula Konielcko y Andreas Lutz, quienes por primera vez visitan Ecuador.

Actualmente, hay dos embarcaciones, con capacidad para 28 personas cada una, disponibles para llevar a los visitantes al sitio Ramsar. Las naves zarpan cada 40 minutos.

De acuerdo con las estadísticas del Ministerio del Ambiente (MAE), en este año han ingresado alrededor de 8.000 turistas al sector.

Cuando se llega  al muelle de la  Santay, los vecinos -adultos y niños- que pasan por los senderos saludan a todos los desconocidos y cuando se les pregunta por un guía turístico, a pesar de que no es fin de semana, inmediatamente consiguen uno.

A los pocos minutos que llegaron los turistas, uno de los moradores los guió en el recorrido por la isla. Los visitantes vieron los diseños de las viviendas con paneles solares, las construcciones de las cabañas de hospedajes para observadores de aves, los distintos tipos de vegetación y la cocodrilera. Además,   escucharon la historia del lugar.

En la zona del comedor comunal, que está a pocos metros del muelle, se percibe el olor a comida. Un colectivo de 24 mujeres de la comunidad son las encargadas de preparar el menú principal: seco de gallina criolla, ceviches y arroz con menestra y pescado. Los costos de los platos varían entre $ 3 y $ 4.

Según el MAE, las visitas son en la mañana y en la tarde. La idea es que un guía acompañe a grupos de 14 turistas. Los viajeros podrán llegar a la zona en intervalos de 15 minutos, con la finalidad de que aprovechen el conocimiento compartido por los guías.

Los turistas alemanes y ecuatorianos que llegaron este viernes estaban impresionados por las construcciones que se observaron, por lo que sugirieron a las autoridades que promuevan más viajes entre semana al sitio.

Las construcciones en diversos espacios de la isla continuaban este viernes. El Ministerio del Ambiente proyectó que la Santay podría superar, en cantidad de visitas, a las islas Galápagos. La entidad atribuyó esa proyección porque el ingreso, a través de puentes, será gratis y por la cercanía del lugar.

 Fuente: El Telégrafo

17 octubre 2013

Presidente Rafael Correa visita Santay

Foto: FB /Rafael Correa
El Presidente de la República, Rafael Correa, visito la Isla Santay donde superviso el avance de obras que se llevan a cabo en este sector, entre ellas la construcción de una casa de hospedaje, el dispensario médico, una Casa de Guardaparques, oficinas de turismo, centro de reciclaje y bodegas con un monto superior a los 861mil dólares.




Posteriormente realizó una reunión con los responsables del programa a nivel de gobierno con el fin de evaluar el estado de los proyectos.

Foto: Presidencia de la República
Asi mismo pudo visualizar el avance del puente ciclopeatonal entre Guayaquil y Santay.



15 septiembre 2013

Convención RAMSAR destaca humedal Isla Santay en redes sociales

La convención RAMSAR destacó como "Foto del día" una imagen de la isla Santay.
La descripción que adjuntan a la foto remonta a cuando la Isla fue declarada como Humedal de Importancia Internacional en octubre 2000.


Wetland photo of the day is from A. Morales
Taken on: 27th October 2010
Country: Ecuador
Location: Isla Santay

"Isla Santay" (4,705 hectares, Guayas Province) is located in the delta of the Guayas River near the urban perimeter of the city of Guayaquil. The Isla Santay site (2200ha for the island itself and about 2505ha for surrounding waters) is characterized by halophytic vegetation that is influenced by tides and seasonal changes throughout the year (Ramsar Type "I", Intertidal forested wetlands, including mangrove swamps, etc.). Despite being a highly altered area, it provides refuge for a great number of species and conserves a great biological diversity due to its location in the ecotone region, and the site qualifies for the Ramsar List under all three of the biodiversity Criteria and both of the fish Criteria. It is probably the only known nesting area for the endangered Amazona autumnalis. The island is inhabited by 182 residents who practice fishing, traditional agriculture, and livestock raising on a sustainable level, but threats from continuing urban development have been noted. This is the 1040th Ramsar Site.

La "isla Santay" (4.705 hectáreas, en la provincia de Guayas), está situada en el delta del río Guayas, cerca del perímetro urbano de la ciudad de Guayaquil. El sitio de la isla San tay (2.200 hectáreas corresponden a la isla y alrededor de 2.505 a las aguas circundantes) se caracteriza por una vegetación halofítica influida por las mareas y las variaciones estacionales a lo largo de todo el año (Tipo Ramsar "I", humedales boscosos entre mareas, incluidos los manglares, etc.). Pese a tratarse de una zona sumamente alterada, brinda refugio a un gran número de especies y conserva una gran diversidad biológica debido a su ubicación en la región ecotona, y el sitio cumple los requisitos de la Lista Ramsar con respecto a los tres Criterios de biodiversidad y a los dos Criterios relativos a los peces. Es probablemente la única zona de nidificación conocida para la Amazona autumnalis, especie amenazada. La isla tiene 182 residentes, que se dedican a la pesca, la agricultura tradicional y la cría de ganado a un nivel sostenible, pero se han observado amenazas ocasionadas por el continuo desarrollo urbano. Este es el 1040º sitio Ramsar.

« Isla Santay » (4705 hectares, Province de Guayas) se trouve dans le delta du fleuve Guayas, près du périmètre urbain de la ville de Guayaquil. Le site d'Isla Santay (2200 ha pour l'île elle-même et environ 2505 ha pour les eaux environnantes) se caractérise par une végétation halophile influencée par les marées et les changements saisonniers tout au long de l'année (Type Ramsar « I », Zones humides boisées intertidales; y compris marécages à mangroves, etc.). Bien que la région ait été profondément modifiée, elle sert de refuge à de nombreuses espèces et, par son emplacement dans l'écotone, conserve une diversité biologique importante. L'inscription sur la Liste de Ramsar est justifiée car le site remplit les trois critères relatifs à la diversité biologique et les deux critères relatifs aux poissons. Il s'agit sans doute du seul lieu de nidification connu pour l'amazone diadème Amazona autumnalis, menacée d'extinction. Il y a, dans l'île, 182 résidents qui pratiquent, de façon durable, la pêche, l'agriculture traditionnelle et l'élevage de bétail, mais le développement urbain constitue une menace. Isla Santay est le 1040e Site Ramsar.

11 enero 2013

El puente peatonal a Santay toma forma

Desde la orilla de Guayaquil, el puente peatonal que conectará la ciudad con la isla Santay comienza a tomar forma. Ya hay varillas de hierro y pilotes de concreto.

 Los trabajos empezaron en noviembre al pie del río Guayas, donde termina la calle El Oro, en el sur de la urbe. Ahí, entre los muelles de Industrial Molinera y los astilleros navales, unos 15 obreros arman las bases de la estructura.

La obra la coordina el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda. Un cartel de la ‘Revolución Ciudadana’ anuncia que la inversión es de USD 14 269 825,90. Está a cargo de la contratista Bueno y Castro Ingenieros Asociados.

Según estudios previos, elaborados por la firma Geoestudio a un costo de USD 420 000, el puente tendrá 1 200 metros lineales de largo por 4 metros de ancho. Será de hormigón, tendrá una ciclovía para cruzar el río Guayas en bicicleta y una parte será movible para permitir el paso de embarcaciones por el caudal.

 El tramo hacia el cantón Durán conectará con el malecón de la ciudadela Abel Gilbert Pontón, a un costo de USD 9 millones y su extensión será de 850 m lineales.

El Instituto de Compras Públicas (Incop) hizo la licitación y actualmente fiscaliza los trabajos. Ángel Cueva, administrador de la obra, explica que por ahora están limpiando el terreno para comenzar la colocación de pilotes, 84 de hormigón y 32 metálicos.

Pero el Municipio de Guayaquil cuestiona el comienzo de la construcción. En un comunicado, la Dirección de Ambiente del Cabildo señala que no han recibido una notificación sobre el proyecto.

“No solo debería contar con el permiso de la Dirnea (Dirección Nacional de Espacios Acuáticos), pues se interviene predominantemente en la zona de playa y riberas; sino también con el Estudio de Impacto Ambiental del Ministerio del Ambiente, ya que el proyecto impacta al río”.

En respuesta, Cueva asegura que todos los permisos están en trámite. “Son obras que se ejecutan y en el trayecto se hace el trámite, porque si se espera que nos lleguen los permisos pasan dos o tres años”.

La construcción genera inquietud entre los moradores. Algunos temen que el puente cause inseguridad en la isla o la invasión de terrenos. El grupo Amigos de Santay, una ONG que labora en el lugar, planteó como alternativa el rescate del turismo fluvial a través del impulso de embarcaciones.

 En sus enlaces sabatinos, el presidente Rafael Correa ha resaltado esta obra. En junio de 2011, cuando la presentó, dijo que de esta forma agruparán 2 000 hectáreas de espacios verdes como parte del proyecto Guayaquil Ecológico (que incluye al parque Samanes).

 Junto a la orilla, desde Guayaquil, una barcaza traslada los pilotes para la base del puente.

 Un área protegida

 Santay tiene una extensión de 2 214 hectáreas. Pertenece al cantón Durán (Guayas). Acoge a 56 familias, a quienes el Gobierno entregó las Ecoaldeas (a un costo de USD 2 millones).

 En octubre del 2000, la zona fue declarada humedal Ramsar. Y desde febrero del 2010 forma parte del Sistema Nacional de Áreas protegidas como Área Nacional de Recreación. Es el hábitat de 128 especies de aves, 12 especies de reptiles y más de 13 tipos de mamíferos.

Fuente

30 noviembre 2012

Ministra del Ambiente dará impulso a obras en la Isla Santay

La ministra del Ambiente, Lorena Tapia, se comprometió a continuar con las diferentes obras de la Isla Santay, para impulsar el progreso y bienestar de sus habitantes.

Tapia junto a Silvia del Campo, gerente de la Empresa Pública de Parques Naturales y Espacios Públicos EP, y un equipo técnico visitó el Área Nacional de Recreación Isla Santay, donde recorrió la planta de tratamiento de agua potable, obra que beneficia a más de 220 personas que habitan en la Isla.

La zona tendrá capacidad de producción de 50 m³ y consiste en una planta moderna que funciona por ósmosis inversa; es decir, que se podrá obtener agua potable a partir del agua del río quitando sedimento y salinidad.

De la infraestructura de las 56 viviendas ecológicas ‘Ecoaldea’ también conoció la Secretaria de Estado. Las casas, construidas en 2011 y que albergan a las familias de Santay, fueron entregadas a la comunidad por el presidente de la República, Rafael Correa Delgado.

Las viviendas tienen una dimensión de 40 metros cuadrados de pino tratado con la siguiente distribución: sala, cocina, comedor, 1 dormitorio máster, 1 dormitorio para niños, un baño con toilette, ducha y lavamanos y balcón.

La electricidad funciona a través de energía fotovoltaica (paneles solares), que se están optimizando para incrementar su capacidad de 30 vatios a 90 vatios.

La construcción de la nueva Cocodrilera para albergar 11 cocodrilos de la Costa, es una de las obras por concretarse en la Isla. La adecuación de este sitio servirá para que los turistas puedan apreciar y aprender de estos animales de manera más directa.

“Estamos avanzando y continuaremos con las obras que sean necesarias para complementar este proyecto y siga siendo exitoso”, manifestó la ministra Tapia al concluir su visita en la casa comunal de la Isla Santay.

Fuente: ANDES

19 julio 2012

En Santay mejoran su visión con acciones del Gobierno Nacional

Con el apoyo del Ministerio del Ambiente, a través de la Empresa Pública de Parques Naturales y Espacios Públicos, se llevó a cabo la segunda parte del programa Plan Visión, que actualmente se ejecuta el Ministerio de Salud en la Isla Santay a beneficio de los habitantes de esta comunidad.

En esta campaña médica, los adultos mayores y niños de 1 a 5 años se sometieron a una valoración oftalmológica el pasado mes de junio con el fin de conocer los diferentes problemas refractarios (miopía, astigmatismo, hipermetropía, entre otras) y así determinar quienes necesitan usar lentes y quienes requieren cirugía.

El pasado 4 de julio se realizó una primera etapa haciendo la entrega gratuita de lentes a los estudiantes de la Escuela Jaime Roldós Aguilera, a quienes aconsejaron sobre el cuidado y la importancia de los mismos.

Al mismo tiempo, en la casa  comunal de la Ecoaldea se realizaba la misma labor con los adultos, quienes se mostraron muy agradecidos con los miembros de la brigada médica de la Coordinación Zonal de Salud 8 del Ministerio de Salud.

Con el tamizaje realizado a los habitantes de Santay también se identificó patologías como Cataratas, Pterigión y Retinopatía Diabética, las mismas que fueron corregidas con cirugías en el Centro Materno Infantil Oramas González de Durán el pasado 14 y 15 de julio en dos grupos de 15 pacientes por día, acompañados de un familiar.

Esta iniciativa busca atender las necesidades de la población, mejorar la calidad de vida de los comuneros y terminar con el bajo rendimiento escolar causado por problemas de visión.