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23 enero 2022

Isla Santay recupera el acceso desde Guayaquil a través del puente peatonal

 


Portadas como ésta en la que el diario Expreso de Guayaquil da cuenta de la apertura del Puente Guayaquil Santay y del regocijo de los usuarios de poder contar con una via que en 10 minutos lleva a los visitantes a un contacto cercano y maravilloso con la naturaleza, aparecieron a lo largo de este día luego del primer fin de semana con turistas.

La llegada de visitantes evidentemente devolvió la tranquilidad a la comunidad se la isla luego de más de 70 días de que el puente fue cerrado al paso de turistas.

La recuperación de la economía local se dará al ritmo de ingreso de los visitantes, por esto es importante que la ciudadanía siga llegando, continue considerando a Santay como un destino cercano de distracción y que, por supuesto, el turismo nacional se vaya incrementando.

27 agosto 2020

Comunidad de la Isla Santay quiere mostrar su importancia turística y recuperar la economía local

Para muchos sectores del Ecuador la pandemia del Covid 19 ha puesto a prueba su capacidad de resiliencia, este término identifica una aptitud adoptada por personas  y sociedades para superar adversidades y situaciones de mucha tensión con el objetivo de  vivir mejor. Parecería fácil pero nunca antes una crisis había golpeado de esta manera a la humanidad, a excepción de las dos guerras mundiales en las cuales Ecuador no participó. De lo que hemos sufrido y mucho son eventos naturales que resultaron en tragedias: terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, etc. etc.

Todo este tiempo de dolor y desesperanza ante lo cruel y lo incierto debe llevarnos a meditar en que el hombre como individuo sigue siendo frágil, y por ende la sociedad humana. Sino trabajamos en proyectos de gobernanza integral poco podemos hacer frente a situaciones como las que estamos viviendo.

Santay debe "rebotar"

Las áreas protegidas por sus características especiales han debido ser cerradas, de hecho el desconocimiento del virus y sus alcances son razones grandes para proteger estas zonas especiales, pero lo escencial junto a la gran biodiversidad de esta isla son las 60 familias que habitan en Santay que incluyen un buen porcentaje de menores y personas mayores de 50 años.

La Isla Santay desde el inicio de la pandemia fue cerrada y aislada, su característica insular  resultó una ventaja para el monitoreo y control de ingreso y salida de pobladores y del personal técnico del ahora Ministerio del Ambiente y del Agua encargado de la administración y control de Santay.
Autoridades del MAE encabezadas por el Ministro
 Juan Sebastian deHowitt y Viceministro Jaime Ortíz,
 en visita a la comunidad de San Jacinto de Santay
Tres Ministros de Estado: Vivienda, Salud y Ambiente y Agua han hecho visitas directas a Santay con el fin de estar al tanto de las necesidades de la población local, de estas visitas ha resultado el ingreso de brigadas médicas para monitoreo y control, para vacunas de los niños, para pruebas covid y  seguimiento, también las entregas de  madera para la reconstrucción de caminaderas y barandas en la comunidad. Material que servirá para reponer lo gastado por el tiempo y el ambiente salobre. En fin, prepararse para cuando el acceso sea autorizado a los turistas.

He mencionado el término rebotar, porque esa es la figura que puede representar este objetivo comunitario, tomar fuerza y de un brinco reaparecer como la meta turística de cercanía que ha sido los 4 últimos años para guayaquileños y duraneños.

Amigos de Santay

Para Amigos de Santay desde la declaratoria de pandemia y el confinamiento que vino con ello, hemos estado pendientes de la situación en la isla.  Así hemos podido enviar desde racimos de verde para poder “parar las ollas” unos días, hasta el envío de equipos e insumos para la desinfección, incluso una motoguadaña para bajar la hierba en los terrenos de la escuela y para uso de la comunidad. Igualmente con el siempre generoso apoyo del amigo Barry Lindao se hizo la donación a toda la comunidad de arroz y aceite vegetal. 
             
Racimos de verde en camino
 hacia Santay
Donación de arroz y aceite vegetal
 de la parte de Robert Lindao

     

Donación de arroz y aceite vegetal
 de la parte de Robert Lindao
Donación de arroz y aceite vegetal
 de la parte de Robert Lindao
          
Las tres maestras de la escuela de Santay,
Ana Briones, Ena Gomero y Maisa Castro

Visita de voluntarios de Cruz Roja Duran

2 Bombas e insumos para desinfección
viviendas e instalaciones


Motoguadaña donada para limpieza de area verde de la escuela 


Trabajo de limpieza de "monte" en la escuela
Jaime Roldos de Santay

Señal internet en Santay

Para apoyar en el tema de la educación en la isla, Amigos de Santay junto a la empresa Nestfaster del Ing. Xavier Suárez en Duran, pusimos a punto la antena y la señal abierta de internet que hasta el momento permite a los niños  con apoyo de sus padres hacer los deberes e investigaciones escolares.


Marquitos, alumno de la escuela 

Grupo de alumnos de inicial aprovechando
la señal de internet para sus clases dirigidas


Ing. Gustavo Suarez de Netfaster, dirigiendo
la obre de instalación de antena y equipos de internet en Santay

Antena y equipo instalados

12 junio 2018

Puente a Santay se entregará el 21 de junio


Según lo anunciado oficialmente por el Gobernador de la Provincia del Guayas Sr. Jose Francisco Cevallos. El puente ciclo-peatonal Guayaquil-Santay que sufriera un accidente el 12 de Octubre 2017, será entregado el próximo jueves 21 de junio.

Recordemos que el accidente fluvial ocasionado por una embarcacion pesquera en maniobras de prueba de motores recien reparados en el rio Guayas ocasiono que una parte del puente a Santay se desprendiese dada la fuerza del impacto y el arrastre que ejerció dicha nave a la deriva sobre el puente.

La empresa propietaria del barco pagó los gastos de reparación y la Gobernación del Guayas ha seguido de cerca las tareas de reconstruccion entregadas a empresas locales en Guayaquil.

Debido a este accidente la circulacion de turistas y de pobladores hacia Santay se ha realizado via fluvial sin lastimosamente alcanzar los niveles de visitas que con el puente se habian conseguido desde su puesta en marcha en 2014.

Los pobladores estan pendientes de la reactivación economica que constituira la apertura de esta via de acceso a su isla.  La ciudadania de Guayaquil igualmente desea con avidez recuperar este "arteria pulmonar" de Guayaquil, que dada su ubicación y su función ha sido un espacio para caminar y hacer deporte único en su género.

252 días habrá durado esta situación, tiempo en el que la población de Santay ha debido hacer sacrificios pero con la confianza  en que el gobierno nacional velaría porque el puente se re-abra con mayor seguridad para usuarios y navegantes y para garantizar de manera clara que  siga siendo un elemento de UNION y SOLIDARIDAD y que por tanto TODOS debemos aprender a convivir con él.

Amigos de Santay agradece la gestión gubernamental de cara a las dificultades que la población de la isla vivió a partir de este accidente.  Gracias a todos quienes han estado cerca para apoyar a que el puente siga cumpliendo su función de llevar y traer gente contenta ...no olvidemos que es un elemento de union sobre todo y ante todo. 

01 septiembre 2016

Benito Parrales, el lagartero de la Isla Santay

Por Jéssica Zambrano

Benito Parrales sostiene sobre su hombro a un cocodrilo de 1,75 metros, unos centímetros más de lo que él mide. Simula haber logrado una hazaña, mantener a 12 cocodrilos quietos, seguro lo es. Entonces los venda y les amarra el hocico. Demuestra que no les tiene miedo porque crecieron con él. A pesar de eso, ya no juega de la misma manera porque “los animales han crecido”.

Su historia con estos reptiles empezó hace 10 años, cuando los 11 cocodrilos que habitan en la Isla Santay nacieron en el Parque Histórico. El personal de la Fundación Malecón 2000, que en ese entonces manejaba la Isla, construyó un hábitat para que sean parte de la escena turística del lugar.

Cuando llegaron a la Santay, Benito presentó su hoja de vida para cuidarlos. Uno de los requisitos, además de pasar por una estricta capacitación, era no enfrentar ninguna enfermedad: ¡aprobado! “Yo los crié y los sigo manteniendo”, dice Benito. Los guardabosques que ahora cohabitan la Santay, como parte del manejo que ahora tiene en la Isla el Ministerio de Ambiente, también los alimentan, pero no tienen el estilo de Benito.

Son las 7:00 del tercer día de la semana. En la calle El Oro, al sur de Guayaquil, hay una cola de vehículos peleándose por el espacio. Hacia el oeste, a 30 minutos en bicicleta sobre el puente que conduce a la Isla, se encuentra la comunidad. También está el muelle, desde donde sale para ir a pescar. Casi todos los días a la misma hora sube a la lancha que le construyó su hijo, con ella consigue el alimento fresco para su familia y los cocodrilos.

Todos en la Isla Santay saben bien quién es Benito Parrales, pues además de cuidar a los cocodrilos es guía turístico, aunque no habla inglés; también es presidente de una Asociación de Pescadores Artesanales que se conformó hace 4 años. A pesar de que lo llaman ‘el lagartero’, se ha ganado la admiración de todos. Nadie quiere tomar la posta de su trabajo con los cocodrilos y lo quieren de presidente gremial hasta que “no pueda caminar”.

Hoy viste un pantalón azul de casimir, una camisa con cuadros intercalados entre el rojo, el negro y el gris, una gorra y zapatos blancos relucientes. Antes de irse por 2 horas a pescar cuenta su travesía con los cocodrilos.


Los comuneros lo escuchan, una vez más, mientras se sacuden los bichos que se amontonan en la mañana. Benito dice que los cocodrilos necesitan mantenimiento y cuidado. Confiesa que es el único capaz de bajarse a la loza que es parte de su cautiverio para alimentarlos, no lo hace desde fuera como los guardabosques. “Me bajo, los ‘chifleo’, cuando estoy cerca hablando con otros me miran, a ver qué es lo que estoy hablando. Yo no sé si ellos me entiendan, pero ahí está”, dice Benito mientras sonríe y se acomodan las líneas de expresión de su cara, que guardan el color de la tierra mojada

 “¿Si tienen nombre? ¡Uy!... es que en eso todos nos equivocamos —ríe Benito—. Al principio, eran 2 hembras y 8 machos. Así lo había constatado el veterinario una vez que hizo la prueba cuando estaban recién nacidos”. Entonces, para Benito, respondían con el nombre de los compadres del programa Mi Recinto: Compadre Garañón, Dulio, Calavera, Calo, Modesto, Carechancho... Hasta que en el cambio de administración, de la Fundación Malecón 2000 al Ministerio del Ambiente, “nos dimos cuenta que nos habíamos equivocado en todo. Los 11 cocodrilos eran hembras y dejaron de tener nombre”.

Desde mayo, además de enfrentar ‘un cambio de sexo’, los cocodrilos se trasladaron a un nuevo hábitat, que es 3 veces más grande que el primero. Esta, es una gran laguna dividida en 2 con un cerramiento perimetral con pivotes de madera plástica y malla triple galvanizada. A este espacio, llegó también un nuevo miembro, Tone, el único macho y el único que tiene nombre. El reptil de 3 meses viene de Esmeraldas, mide 1,70 m y Benito acusa a su lugar de origen de los problemas que tiene con él, pues a veces obedece y a veces no. Lo más frecuente es ver cómo Tone rechaza la comida porque de seguro “como viene de Esmeraldas ha de querer comer encocao o tapao”, dice Benito.

Por un lado están las hembras y a un costado, el único macho; su convivencia es todo un trajín. “Antes, cuando ocupaban el espacio pequeño, no se peleaban. Acá, se dan duro”, asegura el cuidador. Los biólogos atribuyen los conflictos a una etapa de estrés como consecuencia del traslado.

Benito Parraless es parte de las 56 familias que habitan la comuna de la Isla Santay desde su nacimiento, un 12 de marzo hace 68 años. En la isla están sus hijos y nietos. Vive con su esposa que es cocinera, un hijo y una iguana de 2 años a la que han apodado Panchita.

Sus abuelos, como muchas de las familias que viven en el lugar, llegaron a la Isla desde Santa Elena. Cuando nació, el lugar estaba habitado por 7 haciendas ganaderas de terratenientes, que posteriormente fueron expropiadas. Ellos fueron reconocidos como los primeros comuneros. Creció en una época de abundancia en la isla, que muchos aún recuerdan. La abundancia era tanta, que los lugareños ni siquiera se comían los cangrejos que en cada paseo se metían debajo de las casas. Benito estudió la escuela en la tierra de sus abuelos, pero solo llegó hasta tercer grado. Cuando su padre murió él aún estaba pequeño, tendría unos 13 años, entonces su abuelo lo hizo trabajar.

Como muchos de los habitantes de la isla, aprendió a hacer de todo, desde peón hasta machetero. Su vida en la pesca empezó a los 8 años y los 15 se dedicó al trabajo del banano, fue calificador de guineo y luego estibador en la Autoridad Portuaria en Puerto Nuevo. Después, vivió en Los Ríos. Sembró cacao. Fue futbolista y boxeador.

 En Los Ríos conoció a los exploradores que cazaban cocodrilos; los mataban por la piel. “Todo era plata, hasta el aceite”, dice Benito. Y aunque le pagaban para dar explicaciones sobre el paradero de los cocodrilos, jamás mató uno. Luego de esa experiencia fuera de la Santay, no ha vuelto a irse. En la actualidad, los cocodrilos de la especie Crocodylus acutus, que permanecen en Santay son uno de los principales atractivos turísticos de la isla, considerada un humedal donde habitan, además, diferentes especies de aves y mamíferos como los mapaches y tigrillos.

Según los especialistas, la presencia de los cocodrilos en Santay podría atraer más pájaros y será más fácil observarlos porque estos buscan hacer nidos en árboles cercanos a los reptiles para proteger a sus crías de depredadores. Benito asegura que los cocodrilos de la Isla Santay miden entre 1,70 metros y 2,50 m.

DEBE SABER Muchas personas suelen creer que estos son animales lentos, pero no es así. Aunque por lo general se mueven a un ritmo lento, suelen utilizarlo como ventaja en torno a su presa.

La mayor parte de su alimentación se compone de vertebrados, incluyendo peces.

Tienen un metabolismo lento. Eso significa que pueden pasar sin comer durante una semana.

Estos reptiles no pueden masticar. Por esta razón, cortan la presa, la sacuden y la despedazan. En ocasiones, la arrastran bajo el agua.

Los reptiles de la Isla Santay pertenecen a la especie Crocodylus acutus.

Los cocodrilos suelen consumir rocas. Esto les ayuda a equilibrar su sistema digestivo.

Fuente

La isla que se salvó de ser Disneylandia

Por: María Fernanda Mejía

Santay está a menos de un kilómetro de Guayaquil. Hay senderos, aire puro, y la casa de doce cocodrilos.

Foto: andes.info.ec
En esta isla no hay una montaña rusa, ni un carrusel, tampoco están Peter Pan ni los piratas de Nunca Jamás. Cruzando el río Guayas, a menos de un kilómetro de Guayaquil, viven otros personajes fantásticos: mariposas azules, cangrejos violinistas, más de cien especies de aves, plantas y hasta cocodrilos. Aquí está la isla Santay, las dos mil hectáreas de área verde que se salvaron de convertirse en un parque de diversiones tipo Disneylandia, gracias a que en el 2000 fue declarada humedal de importancia internacional, por su aporte al equilibrio biológico de los ecosistemas.

A este paraíso natural rodeado de cinco especies de manglar, se llega de tres maneras desde Guayaquil:

en lancha desde el mercado Caraguay, la forma más común hasta hace seis meses. El recorrido dura cuarenta minutos

a pie, por el puente bascular, que empieza en la calle El Oro. Toma más o menos cuarenta minutos y en el camino hay banquitas para descansar.

y en bici, se pedalean doce minutos aproximadamente sobre el puente. Ahí existe la opción de tomar el camino hacia la ecoaldea de Santay o al cantón Durán.

Por esa misma isla, que hoy la conocemos como Santay, pasaron piratas, hacia el siglo diecisiete, según una descripción de 1684 del inglés William Dampier, quien además de bucanero fue un explorador, escritor, botánico y observador científico. Durante las epidemias que azotaron a Guayaquil en esa época, Santay fue sitio de cuarentena para embarcaciones que arribaban al puerto. Más tarde –detalla la guía de Parques Nacionales– fue utilizada como fondeadero para la limpieza y el mantenimiento de las embarcaciones. Recién a inicios del siglo se pobló de hacendados que criaban ganado y producían arroz, lo que perjudicó el crecimiento natural del humedal, pues para alimentar a los rebaños se empezó a talar árboles y a plantar pasto.

Este pedazo de tierra, que ahora es pantanosa, no estaba en los planes del Estado como el pulmón de la ciudad. Todas las ideas apuntaban a que fuera, más bien, una isla de cemento. En 1979 fue expropiada a los hacendados y fue declarada propiedad pública. Bajo la administración del Banco Ecuatoriano de la Vivienda y luego de la Fundación Malecón 2000, se quería crear un parque tipo Disney para que los guayaquileños tuvieran una sitio de recreación. Otra opción era talar todo lo verde y convertirla en un aeropuerto internacional, levantar un plan de vivienda privilegiada o una maraña de túneles y puentes que comunicaran Guayaquil y Durán.

Sin embargo, el Comité Ecológico de la Escuela Politécnica del Litoral y los comuneros de la isla Santay se organizaron y lograron en el 2000 que se la declarara bajo el humedal Ramsar, un tratado internacional que protege a estos sitios de la depredación humana y la mancha urbana. Ahora viven ahí cincuenta y seis familias comuneras, que saben la importancia de preservar cada mariposa, cada planta, cada cangrejo miniatura. Sus niños salen en bicicleta para ir a Guayaquil.

Esta isla que se levanta en medio del río también es un Área Natural Protegida del Ministerio del Ambiente. Hay ciertas restricciones para quienes la visitan: las mascotas deben quedarse en casa, para evitar que afecten a los animales que la habitan. Tampoco se puede ingresar con armas, ni hacer grafitis, ni consumir bebidas alcohólicas. Por el bien de este humedal no se puede hacer campamentos ni fogatas, menos ensuciarla con basura, arrancar sus plantitas o cazar alguna de sus especies.

Si se elige ir en bicicleta desde Guayaquil, se puede alquilar una al inicio del puente, cuesta cuatro dólares e incluye casco. Mientras se avanza por el puente se siente la frescura del río. Al llegar al sendero que conduce a la aldea también se absorbe el oxígeno que emana de los manglares. Si se tiene suerte, quizá se observen osos hormigueros, mapaches cangrejeros, y venados de cola blanca que –según la guía de Parques Nacionales del Ministerio del Ambiente– también habitan la isla. Los sorprendentes personajes de la flora y la fauna de Santay no son, como se quiso alguna vez, hombres sofocados en grandes trajes de esponja, ni animales robotizados, ni ficticios bosques encantados. Aquí, en esta isla a ochocientos metros de la gran ciudad de palmeras foráneas y adoquines repetitivos, todo es real.

 Al caminar por la ecoaldea se llega a la La Cocodrilera, un sendero de setecientos metros que conduce al hogar de los doce reptiles que fueron traídos desde el Parque Histórico de Guayaquil y la provincia de Esmeraldas, donde se criaron en cautiverio. Son once hembras y un macho de la especie cocodrylus actus y son cuidados por Benito Parrales, el “lagartero” de la Santay.

 La aldea también tiene un restaurante. Aunque el menú es pequeño, siempre habrá al menos un seco de pollo y un sango de camarones, con precios accesibles (menos de cuatro dólares). Ahí también hay enchufes si es que se ha descargado el teléfono. A lo largo de los senderos también se encuentran algunos descansos, que pueden ser aprovechados para leer o disfrutar del entorno.

Lo mejor de todo es que –al no ser un parque de diversiones tipo Disney– existe el privilegio del silencio. A las 17:00, todos los visitantes deben salir de la isla y regresar a Guayaquil.

Para tener en cuenta:
La atención en el puente bascular de la calle El Oro, en Guayaquil, es de 06:00 a 21:00

 La isla está disponible para los visitantes de 06:00 a 17:00.

Ubicación:
















Fuente

22 agosto 2015

Valentín Domínguez disfruta llevar a turistas por el golfo de Guayaquil

Valentín Domínguez es el administrador de la Asociación 
de Servicio Turístico de la isla Santay. Hacen 
paseos por el río Guayas. Jorge Peñafie
A bordo de una pequeña lancha a remo, en la década de los 90, Valentín Domínguez llegaba a su escuela en el centro de Guayaquil desde la isla Santay. Todo a un ritmo “dificultoso”.

La única comunicación entre la comuna y Guayaquil eran las canoas. “Fueron épocas bien difíciles porque no había la facilidad de transporte”, recuerda Domínguez, de 32 años, que abandonó sus estudios secundarios en 1999. 

Desde allí, fiel a la tradición de sus familiares, se dedicó a la pesca, actividad que disfrutaba en su infancia. Pero una capacitación que hubo en la isla, en 2010, cambió el curso de su actividad y lo motivó a interesarse por el turismo.

A partir de allí se involucró como líder comunitario hasta que fue seleccionado por su comuna como administrador de la Asociación de Servicio Turístico de San Jacinto de Santay, que se encarga de las embarcaciones, boleterías y el restaurante de la isla.

 Entre charlas y talleres, se empezó a alejar de las redes y el vaivén de la marea para cultivar su deseo de guiar a los turistas en el interior de la naturaleza de su ecoaldea.

Ahora, con más de 100 horas de capacitaciones y bajo su liderazgo, gusta de enseñar a los turistas nacionales y extranjeros los destinos que hay entre Guayaquil y la isla Santay. 

Cree que un buen trato, conocer cómo llevarlos y el buen cuidado son claves en esta actividad, que ya involucra al 50% de los moradores de la Santay, según Domínguez. 

Y es que el porcentaje de gente involucrada en el turismo se ha incrementado con la construcción del puente que une la urbe con la isla, por la calle El Oro y Durán. “Estoy muy agradecido con todos las implementaciones y ayudas”, manifiesta.

Hoy está dedicado enteramente al proyecto Turismo en el Golfo, creado por el Ministerio de Turismo. Su labor se enfoca a que todo esté listo para los paseos que se dan de 09:00 a 13:00, entre sábado y domingo, por el río Guayas visitando la isla Santay, la estación férrea de Durán y el Parque Histórico. 

Entre sus planes, el isleño anhela que se implemente el alquiler de kayaks y remo y buscar un par de naves más para los paseos. 

Fuente: El Universo

17 agosto 2015

Santay festejó a San Jacinto con misa, regata y bailes

Antes de las 11:00 de ayer, a lo lejos, en el río Guayas, bajo un cielo sin sol y con viento frío, apareció la primera de las seis yolas que llegó al muelle de la isla Santay que conduce a la casa comunal. Se trataba del equipo de la Asociación Deportiva Naval (ADN), que ganó la primera regata que organizaron los comuneros con la Asociación de Remo, en honor a San Jacinto, el patrono de la isla.

En segundo lugar, arribaron los chicos de Cocodrilo Remo Club, y los de la Escuela de la Asociación de Remo (representando al Club de Remo Cleveland) fueron los terceros.

 Eddy Salavarría, presidente de la comuna, iba de un lado a otro en su bicicleta, ultimando los detalles de la entrega de trofeos y medallas a los deportistas ganadores (ver subnota). También recorrió la ecoaldea buscando un balón y un pito, para iniciar los juegos de volei e índor.

 En tanto que en la casa comunal, niños y adolescentes isleños ensayaban los bailes costeños, que luego presentaron al público, en honor a San Jacinto, cuya imagen estuvo en la entrada de este sitio, junto a su recipiente para las ofrendas. Y fue venerada durante la misa que ayer, a las 07:00, se ofició en el mismo lugar.

En la casa comunal, los menores también presentaron una sencilla pero simpática exposición de artesanías hechas con materiales reciclados, foami y origami. Las hicieron bajo la supervisión de los alumnos de Diseño Gráfico de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil. Ellos prepararon todo esto para recibir a los turistas que se unieron a la celebración de la fiesta de su patrono.

Martha Ruiz invitó a su amiga y comadre Sandra Díaz con su hijo, Brandon Cartagena, a visitar Santay para disfrutar del programa especial donde el baile de los niños fue lo más aplaudido por los visitantes que llegaron desde Guayaquil. Fuente. Diario Expreso

17 junio 2015

Elecciones en la Cooperativa de Turismo Las Palmeras de Santay

En elecciones realizadas el día de ayer 16 de junio en la Casa Comunal de la Isla Santay se designaron a los nuevos directivos de la Cooperativa de Servicios Turísticos "Las Palmeras de Santay" para el periodo 2015-2017.

La presidencia quedó a cargo de Valentín Domíguez. El equipo directivo también cuenta con la colaboración de los siguientes pobladores: Tomas Domínguez, Jackeline Achiote, Jorge Parrales, Eva Domínguez, Dolores Domínguez.

Deseamos muchos éxitos a la nueva directiva en espera que sus esfuerzos redunden en beneficio de todos los pobladores de la isla y sus visitantes.