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26 mayo 2010

Santay alberga un tesoro natural

Elena Paucar. Redactora Diario El Comercio,Guayaquil

En solo 10 segundos se oyen más de cinco sonidos distintos. Son los cantos de aves que se ocultan entre los viejos mangles que resguardan la isla Santay, anclada entre Guayaquil y Durán.

Un rincón de aves y animales
Boa constrictor de la familia boidae
Iguana de la clase Sauria
Mapache o Procyon cancrivorus
Lorito rojo, Aratinga erythrogenys.
Jilguero azafranado (carduelis)
Garceta grande tipo ardea alba
Halcón peregrino o Falco peregrinus
Tirano goliniveo tipo tyrannus
Martín pescador tipo megaceryle
Rana arborícola, eleuterodactylus

En el cielo, sobre el río Guayas, revolotean entre las casitas del pueblo. Atrás quedó el ruido de pescadores y cangrejeros que venden su producto en el muelle del mercado Caraguay, en el sur de la agitada Guayaquil. El viaje en bote apenas tomó cinco minutos. Y para descubrir la riqueza animal y vegetal de la isla solo basta con pisar la orilla.

Un manto lodoso cubre el sendero del mangle negro, típico de la zona. Las huellas de Benito Figueroa, un comunero de San Jacinto de Santay, marcan la ruta.

Las arrugas en su piel tostada guardan los secretos de la isla, declarada Área de Recreación por el Ministerio del Ambiente, el 20 de febrero pasado.

El camino está rodeado por mangles machos y hembras que miden hasta 15 metros. El comunero los diferencia por las espinas que cubren sus tallos.

Solo el bosque de manglar, de tipo blanco, rojo y jelí, ocupa el 23% de las 2 179 ha de la isla. Así lo dice un estudio del Comité Ecológico del Litoral (2002).

Pero no solo hay mangle. Del interior de la isla brotan árboles de palo prieto, guasmo, fernán sánchez, totora, palma real, guachapelí, guarumo... Ellos forman el bosque seco de Santay, que refugia 60 especies vegetales, distribuidas en 43 grupos.

Don Benito dice que en sus tallos y hojas se ocultan remedios ancestrales. Las ramas del bejuco de agua esconden un líquido que cura males estomacales. Y sus ancestros usaron la semilla de guasmo contra el sarampión.

A cada paso, el suelo del bosque parece moverse. Son cientos de diminutos cangrejos que se mimetizan con el fango. Los sayapas y los violinistas, que apenas miden cinco centímetros, salen de pequeños agujeros.

En medio del verdor, un torno de plumas negras busca alimento. El biólogo Javier Carchi, técnico del Ministerio del Ambiente, explica que el ave es una de las 107 especies que alberga la Santay, agrupadas en 40 familias.

Al observar con cuidado sobre las ramas de un gran árbol se pueden ubicar hasta cuatro tipos de pájaros. Don Benito conoce bien el repique del carpintero y el aleteo del hornero patipalo.

Muy temprano, antes del amanecer, ha visto jilgueros, pericos, garzas, patos reales, gavilanes, águilas tijeretas y colibríes que hacen de la isla su santuario.

Por su variedad, Santay se ubica en el puesto 1 041 de humedales de importancia internacional de la convención Ramsar. Según la ficha informativa, la isla acoge al menos 12 especies migratorias, 15 endémicas vulnerables y una amenazada.

Árboles, centinelas de la isla
Mangle rojo o rhizophora harrisonii
Mangle jelí o Conocarpus erectus
Mangle blanco o laguncularia
Palo prieto o Erythrina glauca
Porotillo erythrina smithiana
Compoño tipo pithecellobium
Guarumo o Cecropia obstusifolia
Beldaco o Pseudobombax millei
Guachapelí o Albizia guachapele
Pata de vaca o Bauhinia aculeata

Incluso, según la bióloga Olga Quevedo, del Ministerio del Ambiente, algunas de sus especies están en listas de peligro de extinción. El jilguero azafranado y el lorito cabeza roja, que llega a la isla entre junio y diciembre, son parte de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Los bosques de la Santay también dan cabida a 13 especies de mamíferos. Carchi indica que entre los ébanos habitan venados, mapaches, zarigueyas, comadrejas y cabezas de mate que se alimentan de peces y plantas. También hay murciélagos y osos hormigueros.

El reporte del Comité Ecológico indica que la presencia del murciélago pescador y del mapache cangrejero es el termómetro que mide el buen estado del ecosistema del humedal.

Los reptiles también son parte de esta cadena de biodiversidad. Hay 12 especies, entre ellas boas, equis, tortugas mordedoras e iguanas. A estas se suman dos especies de anfibios, uno de ellos el eleutherodactylus, un tipo de rana considerada rara.

Una de las especies introducida de forma controlada es la de los lagartos costeños. Al final del recorrido, don Benito visita la laguna cercada por árboles donde reposan 11 cocodrilos, algunos de un metro y medio de largo. Él los cuida a diario y los alimenta con peces de la zona y cangrejos.

El cocodrilo costeño. La especie típica del Litoral fue introducida de forma
controlada en la isla. Los comuneros la cuidan.
Fotos: Enrique Pesantes /EL COMERCIO

Fuente

20 febrero 2010

ISLA SANTAY: DESDE HOY AREA PROTEGIDA DEL ECUADOR!

Sangolquí (Pichincha).- Con el objetivo de convertir a Guayaquil en una Ciudad Ecológica, el mandatario Rafael Correa, en su Enlace Ciudadano 160 firmó el decreto que declara Área Nacional de Recreación a 2.214 hectáreas de la Isla Santay y la del Gallo, las que se incorporarán al Patrimonio de áreas protegidas del Estado.

La Isla Santay, que estaba a cargo de la Fundación Malecón 2000, forma parte de los tres proyectos claves que maneja el Gobierno para convertir al Puerto Principal en una ciudad ecológica. En ella, dijo Correa, se dará capacitación a los habitantes, se construirán escuelas y senderos, para que la Isla se convierta en un lugar turístico.

A ello se suma la construcción del área nacional de recreación, que se realizará en los terrenos del Instituto de Seguridad de la Fuerzas Armadas, que están ubicados en Samanes, al norte de Guayaquil. “Este lugar se convertirá en una reserva para Guayaquil y será más grande que el Central Park de Nueva York”, manifestó.

El Presidente agregó que las ciudades del país carecen de espacios verdes y que la destrucción de ellas no muestra un buen vivir por parte de los ecuatorianos. Los tres proyectos se completan con la descontaminación del Estero Salado, pero, afirmó Correa, para ello se necesita la colaboración del Municipio de Guayaquil, pues dijo que la contaminación de este espacio se da por los desechos que botan al estero las compañías que pertenecen a la argolla Social Cristiana.

“Debemos trabajar en conjunto para que Guayaquil deje el caos, la desorganización, el desorden urbanístico; ese fracaso de modelo que quieren presentar como un éxito, ha hecho que sea por el contrario una ciudad contaminada con grandes basurales, inequitativo y eso tiene que acabar”, expresó. KU/Prensa Presidencial

11 enero 2010

Santay, los Rostros de una Isla

Santay, los Rostros de una Isla from Jose Delgado on Vimeo.

Alexandra Zurita Andrade, 2000

Video realizado en el cuadro de sus estudios en la U. Católica Santiago de Guayaquil.

La situación de Santay poco tiempo después de que la escuela fuese construida, y antes de que FM2000 se haga entregar la misma por el gobierno.

18 mayo 2009

Proyecto ayuda a comunas rurales

Habitantes de zonas cercanas a los manglares ofrecen, en Quito, productos de este hábitat y platos típicos.

Hace una semana se concretó un viejo proyecto de quienes integran la Corporación Coordinadora Nacional para la Defensa del Ecosistema Manglar (C-Condem): llevar la cultura de este hábitat hasta las ciudades del país.

La primera base para lograr la meta del proyecto es Quito. Por ello, desde el 8 del presente mes funciona en la capital el Centro de Comercialización y Revalorización de la Cultura del Ecosistema Manglar Martín Pescador (pájaro que vive en los manglares).

Hasta allí llegan algunos productos de fincas agroecológicas campesinas de la Costa y variedades de mariscos, como la corvina, “pero la auténtica”, dice Máximo Cangá, un pescador oriundo de Limones, Esmeraldas, que vende pescados en el lugar.

Cangá señala que en ocasiones comerciantes engañan a los compradores, por ejemplo, venden pedazos de tiburón en lugar de corvina. “Queremos enseñar a los ecuatorianos a comprar el pescado y que no se dejen sorprender”, afirma.

Dar este especie de asesoría a los compradores es uno de los varios servicios que da el centro Martín Pescador.

Otro, es vender productos frescos. Verónica Yépez, directora de Comunicaciones de C-Condem, explica que los productos son trasladados de la Costa a Quito el jueves en la noche, para venderlos entre el viernes y sábado de cada semana. “La frescura, la transparencia y la calidad del producto es nuestra garantía”, señala.

Por ello, pagan un precio superior al valor de mercado a los pescadores de los sitios desde donde traen los productos. Lo hacen para estar seguros de que no van a vender cualquier cosa y también para garantizar que se cumplan los estándares mínimos para reproducir el ecosistema.

Por ejemplo, las conchas, un producto que viene solo del manglar, no deben ser recogidas cuando son pequeñas porque se interrumpe el ciclo vital. Deben tener por lo menos 4,5 centímetros.

El fomento del turismo comunitario es otro de los eje que busca la asociación costeña ‘Martín Pescador’

Igual situación acontece con los cangrejos, cuyo caparazón no puede ser inferior a los 7 centímetros. “Esto asegura que se reponga el ecosistema”, señala Yépez.

En el centro también funciona un comedor de platos típicos como el viche de carapacho de cangrejo con arroz y coco. Además se ofrece el tapado de pescado con verde cocido o los langostinos asados con bola de verde y ensalada, a más de los tradicionales ceviches y cangrejos.

Adicionalmente, hay promociones. Los clientes que realizan compras superiores a los 15 dólares reciben un recetario de este tipo de comida, mientras los que adquieran productos por más de 20 dólares en productos frescos reciben una canasta tejida.

Pero la estrategia no termina con la seducción del paladar. Atrás de los suculentos platos, del ajetreo en la cocina y del local ambientado a la Costa, unas 1.100 familias usuarias del manglar se benefician directamente.

Son recolectores de conchas, pescadores y artesanos de cinco provincias: Esmeraldas, Manabí, Guayas, Santa Elena y El Oro. Y a su alrededor hay más gente que quiere construir un futuro digno, en armonía con la naturaleza y defendiendo su cultura.

Por ello, dentro de unas semanas más, en el local se sentirá la fuerza de la salsa con las clases de baile. Esto sin olvidar las lecciones de cocina que también se impartirán.

Otro eje de Martín Pescador es el fomento del turismo comunitario. Alberto Trentini, responsable de esta actividad en la asociación, señala que se ofertan paquetes de visita a Bolívar (Esmeraldas), Punta del Faro Jambelí (El Oro), La Boca de San Jacinto (Manabí), Isla Corazón (Manabí), Isla Santay (Guayas), Palmar (Santa Elena) y Costarica (El Oro).

Entre las actividades que pueden realizar los turistas en estos sectores están la visita al manglar, reforestación de zonas, captura del cangrejo o concha (recolección de concha) a más de disfrutar en la playa y descansar.

500.000
dólares de la condonación de la deuda externa ecuatoriana con Italia se destinó para este proyecto

Martín Pescador no solo es una propuesta comunitaria que busca el comercio justo y la difusión de culturas ancestrales. Es también resultado de la lucha contra la deuda externa.

Hilaria Manfredi, de la Asociación de Cooperación Rural en África y América Latina (ACRA), explica que el proyecto que ahora se ejecuta en Quito entró a concursar al Fondo Ítalo Ecuatoriano.

Dicho fondo se creó para apoyar iniciativas con recursos originados en el canje de la deuda que el Ecuador tiene con el país europeo.

Este fondo puso 500 mil dólares para impulsar la instalación del centro de comercialización que incluye un lugar de acopio en Limones, Esmeraldas. La contraparte ecuatoriana y de la ONG italiana llega a 60 mil dólares.

Ahora Rocío Torres, Cristian Melo, José Corozo y las más de 1.100 familias solo esperan resultados concretos: mejor nivel de vida para la comunidad, respeto a los manglares y que algún día sus habitantes, entre ellos el martín pescador y la concha, puedan vivir sin temor a la muerte o a su extinción.

Carlos Villacís

cvillacis@telegrafo.com.ec

Periodista - Redacción Quito

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