06 noviembre 2011
La Santay, una isla “hecha” a punta de Domínguez
-“Se golpeó señorita, se golpeó”, gritan los niños, alrededor de un pequeño que solloza acostado sobre el césped y que es trasladado en brazos hasta las escaleras de la escuela de madera.
Ena Gomero, directora y profesora de la institución, acude a su rescate. El golpe no es de cuidado y los pequeños se dispersan para seguir jugando.
“A ver, hagan aquí una fila todos los Domínguez”, ordena Ena, con una voz tan enérgica que hace que los niños interrumpan su recreo y obedezcan de inmediato.
Entre brincos y carcajadas se van formando en hilera: 1, 2, 3, 4... “Ahí los tiene: Domínguez-Domínguez, Cruz-Domínguez, Domínguez-Mateo, Jaime-Domínguez”, dice mientras recorre la fila de pequeños con la mirada. “¡Todos son Domínguez aquí!”, exclama.
La profesora Gomero trabaja en esta isla la misma cantidad de tiempo que de existencia tiene la escuela: 13 años. Según relata, de los 37 alumnos de primaria, al menos 30 tienen el “Domínguez” como primer o segundo apelativo.
Se trata de un apellido que identifica a los habitantes de Santay como tales y que está vinculado con sus raíces, sus orígenes, según narra Jacinto Domínguez, de 63 años, uno de los ancianos de la comunidad, cuyos ancestros fueron los primeros habitantes de estas tierras, hace más de 120 años.
El historiador Carlos Calderón Chico explica que existen pocos registros acerca de la forma en que se pobló la isla Santay. Sin embargo, la memoria histórica de los abuelos del lugar cuenta los hechos importantes de generación en generación. Jacinto Domínguez es el guardián de la tradición oral de esta isla.
“Mi tatarabuelo llegó de Bajada, de Chanduy. Él traía pescado salado y sal para vender acá. Venía por una o dos semanas, hasta que poco a poco se fue quedando de largo. Acá había haciendas y trabajo. Era fácil vivir...”, afirma.
Su padre llegó aquí a los 12 años y nunca más se fue. Le siguieron sus tíos, que formaron sus familias y continuaron extendiendo el Domínguez por toda la Santay. “La gente forma poblados por muchas razones. A veces llega a un sitio por comercio o por tener un lugar donde alojarse. Los habitantes de Santay se afincaron allí, pese a que las condiciones de la isla no eran las mejores”, indica Calderón.
Según las narraciones de su abuelo y su padre, Jacinto recuerda que la isla estaba conformada por varias haciendas: “Puntilla, Las Acacias, La Pradera Grande, La Pradera Chica, Florencia... Luego los dueños las hipotecaron, se quedaron sin ganado y el que quiso quedarse viviendo acá se quedó”.
Ciertas comunidades que se han formado en distintos rincones del país tienen antecedentes comunes, como es el caso de Santay, dice el sociólogo Rubén Aroca. “Algunas primero han sido caseríos u ocupaciones de tierra que han estado vinculadas con propiedades rurales, específicamente agrícolas. Frecuentemente quienes las habitan son grupos de personas que tienen cierto grado de parentesco, sus hogares tienen un apellido en común”, sostiene Aroca.
Claudina Domínguez es una anciana de mirada amable y arrugada, de sostenida aunque tímida sonrisa y un cuerpo delgado, que esta tarde viste una camiseta roja, estrecha aun para su flacura. “El Esteban se fue a volver, pero ya mismo regresa. Pase, pase...”, dice la mujer de 71 años con voz temblorosa, casi inaudible.
Adentro, en la cocina de su nueva casa dentro de la Ecoaldea, lava los platos que quedaron sucios luego del almuerzo. Los apila sobre una mesa plástica, lo que, junto a los cerros de ollas y pomas con agua sobre el suelo, da una sensación de desorden a la sala, que se ve amplia sin muebles.
Claudina esperaba a Esteban, su primo, pero también esposo desde hace más de 50 años, con quien procreó once hijos, de los cuales ocho viven todavía. Jacinto Domínguez agrega que, debido a que todos los habitantes que comparten este apellido provienen de una misma raíz genealógica, es común que primos y parientes lejanos se interrelacionen, formando nuevos núcleos familiares.
Calderón Chico afirma que las uniones entre familiares cercanos o lejanos, como los de la isla Santay, también se dan en otras comunidades. “Esta es una costumbre de pueblos con ancestralidad, que buscan afianzar los lazos familiares que les permitan perennizar su apellido”, explica el especialista.
Pero para la directora de la escuela de la isla, existe una explicación más simple: “La mayoría de los jóvenes no sale. Casi ninguno va al colegio. No tienen dónde conocer a otras personas y forman sus familias aquí mismo”.
Álvaro Cruz Domínguez fue su alumno y es la excepción. Es el único joven de la isla que logró graduarse de bachiller. Su ejemplo lo siguen dos adolescentes más, que acuden a clases a un colegio a distancia, únicamente los sábados, de la misma forma en la que Álvaro logró terminar la secundaria.
Cada dos semanas, la marea sube y lo remoja todo. Vuelve difícil movilizarse sin que el fango quiera tragarse las botas de los visitantes. Este día, sin embargo, el suelo se encuentra seco y cuarteado. El lodo de hace algunos días parece parte de sus leyendas, como la del “tintín silbador”, que la cuentan a cada extraño.
Un poco más hacia el centro de la isla, en medio del cacareo de las gallinas y el balido de los chivos, una joven mujer mece al último de sus cinco hijos. El pequeño Marco Antonio, de 2 meses, se arrulla al vaivén de una hamaca de redes. El viento, a su vez, mece las endebles estructuras de la casa.
Gina Domínguez, de 28 años, se unió a Félix Domínguez, su primo, hace 14. La vida para ellos transcurre en la tranquilidad del campo, entre la crianza de sus hijos y las labores de pesca de su marido. Ella, al igual que la mayoría de mujeres de la isla, inició la vida matrimonial muy joven y tiene varios hijos.
Para el sociólogo Aroca, este fenómeno se da en pueblos donde la tradición está muy arraigada. “Lo doméstico sigue siendo un espacio de administración femenina. Las chicas se casan a temprana edad porque a los 15 años la mujer comienza a tener expectativas de integración y estas están marcadas en el espacio doméstico, que se vuelve un lugar integrador. Dadas las condiciones de la isla, no hay otro”, expresa.
En el hogar de Gina, así como en el de Marielena Domínguez, de 24 años, abundan los símbolos religiosos: crucifijos sobre las camas, relojes del Sagrado Corazón de Jesús, afiches de la Virgen María en sus diferentes advocaciones, estatuas de Santa Narcisa de Jesús y uno que otro Hermano Gregorio que reposa en algún rincón de los veladores apolillados.
Esto sin contar que, en agosto de cada año, la comunidad de la isla se prepara con comida, música y festejos para recordar a San Jacinto y Santa Mercedes, los patronos de Santay. “Debajo de algunas casas, los pobladores hacen pequeños altares. En la noche comienzan los rezos y luego el baile, la comelona y los juegos tradicionales: el huevo con la cuchara, el palo ensebado y otros. Las familias que organizan deben darle de comer a toda la comunidad, por eso lo hacen solo las que tienen bastantes animales”, cuenta Ena Gomero.
Pese a los recurrentes símbolos católicos en los hogares de Santay, varios de ellos profesan la religión evangélica desde hace aproximadamente cinco años, como Marielena, quien se casó en una boda grupal, organizada por una misión protestante que visita la isla cada semana.
Sentada en el borde de su cama, con sus hijos Wendy, Leonardo y Flor María, Marielena saca de un cajón que se abre con dificultad las fotos de su boda, entre otras más. En unas se ve una fiesta al aire libre en la que viste un sencillo traje blanco, y en otras luce visiblemente más joven, casi niña, sentada en las piernas de su esposo. “Esta es de cuando recién me uní a él, hace unos diez años... ya ni me acuerdo”, manifiesta.
La Iglesia católica contempla normas entre las cuales está el impedimento de que familiares contraigan nupcias entre ellos, dice el párroco de la iglesia San Antonio María Claret, de Urdesa. No obstante, esto se anula cuando se trata de parientes lejanos.
“En principio, a partir de primos o familiares más cercanos existe un impedimento que puede dispensarse para parientes lejanos o en mayor grado. Por lo tanto, no es contradictorio que esta gente exprese su fe”, indica el sacerdote.
Pero a ojos de la directora Gomero, más que conflictos éticos estas uniones han traído también problemas de salud.
“Hay una familia en la que existe un niño con síndrome de Down y epilepsia. Y como profesora me doy cuenta de que a sus hermanas les cuesta captar, tienen deficiencias de aprendizaje. Creo que podría ser porque sus padres son primos hermanos”, comenta.
La familia a la que Ena se refiere es apellido Achiote, otro de los comunes en Santay, donde se repite la historia. Jackeline, la secretaria de la población, vive con Carlos Achiote, hijo de su tío Lorenzo, de 78 años, el hombre más anciano de la isla. Lorenzo padece de parálisis parcial y pasa sus días entre la hamaca y la cama, moviéndose con dificultad entre uno y otro lugar.
Los registros de Jackeline reposan escritos con pluma azul en un viejo cuaderno de contabilidad y dicen que de las 56 familias de la isla Santay (240 personas) aproximadamente 30 son apellido Domínguez, otras 20 son Achiote. Las demás familias se distribuyen entre los Cruz, los Parrales y los Salavarría.
Aroca concluye que -de acuerdo con los antiguos teóricos de la comunicación- las comunidades cambian, evolucionan y se modernizan frente al tipo de medio que se utiliza con una mayor frecuencia.
“En el caso de Santay, su medio es la memoria, la tradición oral y el habla. Entonces se trata de comunidades que cambian más lentamente”. Y en efecto, sus moradores viven, como suspendidos en el tiempo, marcados por esa sencillez rural de tribu extendida; más allá de la religión, la educación o los medios modernos.
Fuente: El Telégrafo
17 octubre 2011
Contradicciones en construcción de puentes peatonales
El mandatario afirmó en ese entonces que la obra estaría lista a finales del 2012.
No obstante, Gálvez expresó, el martes pasado, en una entrevista a este medio que “la creación de puentes peatonales para unir Guayaquil-Santay eso quedó desechado como idea, ahora se está hablando de motivar el transporte fluvial para darle un valor agregado al traslado a Santay, que es poder cruzar el río”, indicó.
El coordinador del Miduvi, Cristóbal Cruz, rechazó esta versión y expresó que los estudios están por terminar y que se prevé que a finales de diciembre el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) conozca el costo de los puentes y se les entregue la asignación correspondiente para empezar con la obra en Santay.
“... Los puentes por ahora siguen el curso normal, terminamos los estudios y solicitaremos los recursos para el proceso de construcción, eso es un hecho, lo que estamos esperando ahorita es los rediseños que se modifican en Santay”.
Asimismo, Cruz insistió que en la última reunión que mantuvieron con el mandatario, hace tres semanas, se ampliaron los procesos que hará el Miduvi en la isla, en la que anunció se prevé construir senderos en toda la periferia, un paseo ciclístico y muelles para salir hacia el golfo.
“De pronto no sé si asistió (Gálvez) a la reunión pero los procesos no se han paralizado, siguen su curso normal”.
No obstante, Gálvez indicó que están tratando de rescatar el uso del río Guayas.
El puente que unirá a Guayaquil con Santay tendrá una extensión de 850 metros mientras que el de Durán de 756. Los estudios del segundo avanzan en un 70% y los del primero se los está rediseñando.
16 octubre 2011
El Patrimonio de la Isla Santay
El Patrimonio esta conformado tanto por los objetos materiales (monumentos, edificaciones, sitios arqueológicos,etc) como por la memoria que estos objetos guardan. Por tanto, existe tambien un patrimonio vivo e inmaterial. La memoria social son las interpretaciones, re significaciones y representaciones, que hacen las personas, colectivos, pueblos y nacionalidades de su vida presente y futura a partir de su experiencia histórica.
1999, construcción de su escuela y centro comunitario |
Final de 1999, escuela terminada |
Invitados a la inauguración enero 2000 |
Con la gestión de la declaratoria por parte del Comité Ecológico del litoral como Humedal del Ecuador y sitio RAMSAR, la escuela adquiere más importancia pues se convierte en el lugar de encuentro, el lugar que acoge visitas.
El Museo Comunitario será un recurso formidable para mostrar su historia. No olvidemos que antes de Ud. de mi, del gobierno, de Ramsar o del area protegida, la población ya estaba presente en Santay y nada ni nadie puede ir contra esto. Que haya sido peones de las haciendas como algunos de los adultos o descendientes de aquellos como lo son la gran mayoría actual, o si llegaron después, o se unieron con algún poblador para crear una familia todo eso es parte de una historia propia que debe contarse a cada visitante, antes incluso de que el turista quiera saber cuantas aves o cuantos árboles habitan este paraíso llamado Santay.
29 septiembre 2011
Álvaro es el emblema académico de la Santay
Diana Romero diana.romero@telegrafo.com.ec, fotos Pilar Vera
Ninguno de los habitantes de la Santay había usado un birrete. El pasado viernes, Álvaro Cruz Domínguez, de 19 años de edad, de aproximadamente 1,50 m de estatura y mirada tímida, se convirtió en el primer bachiller en la historia del lugar, una isla ubicada a 800 metros de Guayaquil.
“Pido un sonoro aplauso para Álvaro”, dijo Norma de Bayas, rectora del Colegio Particular a Distancia Libertador Bolívar, institución a la que el joven acudió a clases cada fin de semana y donde concluyó sus estudios secundarios.
En la ceremonia de incorporación que se realizó en el Auditorio de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Guayaquil, a la que asistieron sus amigos y familiares, Álvaro no solo recibió aplausos, sino besos, abrazos y halagos que él correspondió con un sonriente “gracias”, apenas pronunciado entre dientes.
Su hermana Margarita registró en video todo el acontecimiento, ajustó el zoom, tomó fotos y entre risas se las mostró a su tía, una tras otra, en el celular. Mientras tanto, su madre Jacinta Domínguez escuchó atenta las palabras de la rectora, que colocó a Álvaro como ejemplo de valentía y esfuerzo ante sus compañeros.
“Este joven acudió a clases sorteando todas las dificultades del clima, remando una hora de ida, otra de regreso y nunca faltó ni una sola vez al colegio”, dijo como parte de un emocionado discurso, lleno de mensajes de motivación para los 18 neo-bachilleres de la cuadragésima novena promoción de ese centro de estudios.
Ena Gomero es la directora y profesora de la Escuela Jaime Roldós Aguilera, la única en toda la Isla Santay, que funciona desde 1999.
“La educación para ellos es muy difícil y es vista casi como un imposible”, explica esta maestra que tiene 12 años trabajando en el lugar, una mujer que apoyó de forma académica, logística y económica la educación de Álvaro.
“Todos los días, al igual que las personas que llegan y salen de Santay, debo utilizar una canoa. Para mi suerte, ahora existen las lanchas a motor”, relata.
Según él, las ocupaciones de las madres de la isla les impide estar pendientes del desarrollo académico de sus hijos.
“Las mujeres se dedican a los quehaceres domésticos o la crianza de animales. Muchas salen a Guayaquil a trabajar como cocineras, lavanderas o niñeras. No pueden supervisar las tareas escolares de los niños, que las hacen como pueden porque no tienen la guía suficiente”, explica.
Gomero añade que el nivel económico de los isleños tampoco ayuda a quienes concluyen los estudios primarios y quieren continuar el colegio. “Varias maestras y yo estuvimos allí, apoyando a Álvaro, prestándole la computadora, haciendo los deberes con él para que no abandone los estudios”, revela.
El líder de la comunidad, Tomás Domínguez, coincide con la maestra en que la falta de recursos perjudica a los más jóvenes del lugar y sostiene que de los 240 habitantes de la Santay, solo 58 asisten a la escuela y apenas 3 se encuentran cursando los estudios secundarios en Guayaquil: Elizabeth y María Fernanda Domínguez, en el mismo colegio de Álvaro; y Steven Domínguez, en una institución presencial.
Para asistir a clases debe cruzar el río todos los días. “Muchos padres sienten desconfianza de enviarlos, porque escuchan historias sobre la inseguridad, piensan que es peligroso por la delincuencia, y está el riesgo del traslado en canoa”.
La casa de Jenny Cruz queda en el interior de la isla, a la que se llega luego de una caminata de 20 minutos a lo largo de un sendero de fango húmedo y pegajoso, que vuelve pesado cada siguiente paso. Sin embargo, Álvaro -al igual que los demás habitantes de Santay- se desliza con destreza y sin temor, sumergiendo sus pies descalzos en el lodo resbaloso.
Jenny, de 21 años, es prima de María Fernanda. Hasta el año pasado también estudiaba a distancia, iba a clases cada sábado, al igual que sus amigos. Pero su embarazo interrumpió momentáneamente sus estudios.
“Pienso retomarlos el año siguiente, hasta manejar mejor la maternidad”, adelanta, mientas sostiene en sus brazos a la pequeña Ashley, de 2 meses.
El líder recuerda que en 2009 un grupo de isleños acudió hasta la Dirección de Estudios, en Guayaquil, para solicitar a las autoridades la construcción de un colegio en Santay. Sin embargo, la solicitud fue rechazada, pues -según dice- argumentaron que se trataba de una población estudiantil muy reducida.
“En total, hay 15 jóvenes que han concluido la primaria y que se encuentran en edad de cursar los estudios secundarios”, detalla.
Como la mayoría de hombres de la isla, Álvaro también es pescador. Por ello, en compañía de un amigo, sale a sus faenas “hacia abajo” dos veces por semana, en un horario que queda a voluntad de la marea: en la madrugada o muy temprano en la mañaña.
“Primero pescamos las anguilas que nos sirven de carnada para el bagre, que luego vendemos en el Mercado Caraguay. Cuando salimos pasamos 24 horas en el agua”, expresa, al tiempo que camina por la orilla del río Guayas, que baña los alrededores de la isla donde nació y creció, al igual que sus padres y sus 5 hermanos.
Los días de Álvaro transcurren en la tranquilidad de la Isla, con el canto de los pájaros como sonido de fondo, con el viento arañando las hojas de los árboles en las horas frescas o con la humedad propia de las mañanas y los días de intenso sol.
Hace varios meses también aprobó el preuniversitario de la carrera de Biología en la Facultad de Ciencias Naturales en la Universidad de Guayaquil. “Pienso que se me hará fácil. Vivo en una isla, hay especies que se pueden estudiar y me gusta la naturaleza”, señala con vergüenza, mientras se hunde en su gorra blanca.
Recuerda que durante el curso propedéutico, Gomero lo ayudó con el alojamiento, pues ir y volver de la isla diariamente es complicado.
Hace poco, una llamada de una compañera le informó que las clases inician el 10 de octubre, pero este bachiller aún no sabe si será universitario.
Fuente: El Telégrafo
04 septiembre 2011
Al otro lado del río
En la Isla Santay, frente a
Guayaquil, el pasado es una fotografía donde los más viejos ríen, el presente ha sido pobreza e incertidumbre, pero el futuro esta vez sí, parece promisorio. |
Por Marcela Noriega
Fotos: Amaury Martínez y Rafael Méndez Meneses
Cuando todo está oscuro y la Santay es un tibio silencio, el Tintín –un enanito cabezón que en las fábulas montubias siempre deja embarazadas a melenudas y cejonas- suele lanzar silbidos ululantes. Dicen que cuando le gusta una mujer es capaz de dormir a todos los que están alrededor de ella de un solo chiflido. Pero no solo el Tintín ronda en las noches, también están la Tintina –sobra decir quién es- y el Duende, ese que hizo huir a una chica de la isla, porque “la perseguía a todas partes”. Benito está sentado en un viejo tronco y cuenta historias de nomos encantados como si fueran viejas noticias. El sol está por caer. La superficie del río se agita, y él ha amarrado con fuerza su canoa a motor. Pronto subirá a su casa para dormir. En Santay las personas viven en lo alto, como los pájaros en los árboles.
Benito Parrales nació hace 65 años en esta isla rodeada de manglares, humedales de agua dulce y salada, sabanas y pastizales. Su madre murió cuando él era un bebé de tres meses. Lo crió Primitiva Lindao, la mejor de las parteras. El cholo ríe con fuerza y tiene mirada juguetona. Con su camisa estampada y abierta, su pantalón de tela, su machete en el cinto, su reloj bañado en oro y su facha de ganador, no es cualquier pescador. De hecho, a los 65 años, este hombre nacido en Santay es guía turístico, presidente de la asociación de pescadores y tiene un oficio que a cualquier venado espantaría: cuidador de cocodrilos. Sí. Cuida los once cocodrilos que viven en Santay en calidad de atracción turística – hoy por hoy casi la única, si es que a uno no le interesa conocer los cinco tipos de manglar que tiene la isla.
El padre de Benito había llegado desde Santa Elena atraído por el trabajo. Era peón en la hacienda de los “Guzmanes”, uno de los siete feudos ganaderos que existían en lo que todos aquí recuerdan como “la buena época” de Santay, esa que empezó en los años 40 y se acabó en los 80 con la expropiación de las haciendas, que estaban dedicadas a la ganadería lechera, a la producción de arroz y de carbón.
En la memoria de Santay el pasado es una fotografía donde todos ríen, o al menos los más viejos. En el tiempo de las haciendas esto era limpito, construimos casas grandes, había cualquier cantidad de vacas, desayunábamos con leche y había trabajo lo que quiera, la gente de la Península, Durán y hasta de Guayaquil venía acá a emplearse, dice cada uno a su tiempo.
A partir de la venta de las haciendas, a los nativos no le quedó más que volcarse al único empleo disponible: ser pescador. Y empezaron a vivir como lo hicieron los antiguos habitantes del mundo: de la pesca, la caza y la recolección. Las pocas familias de la isla, los Domínguez, los Parrales, los Torres, los Achiote y los Cruz se hicieron diestros con el trasmallo, la calandra y el anzuelo.
“Ahora es que hay esta pobreza. No hay ni peces en el río, cada vez nos tenemos que ir más lejos. Nos vamos un día y nos quedamos dos, tres, buscando pesca. Creo que San Pedro está bravo porque no le hemos cumplido, por eso no hay peces. Queremos hacerle una llave, el altar y sacarlo a pasear en canoa por toditito el río para que esto mejore”, piensa Benito, quien se ha promocionado como el organizador de la fiesta del santo en la que habrá cerveza, aguardiente guanchaca y bailarán tres o cuatro días”.
Lorenzo Achiote, el más viejo de la isla, nació hace 78 años en la isla y creció en la misma hacienda de la familia Guzmán. Pasa sus días mirando por la ventana como si con los ojos pudiera atrapar el pasado, pero “hasta los lentes me fallan”, rezonga. “Yo era bueno, sanito, me cruzaba el río a remo. Rema que rema, rema que rema, desde los 12 años. Y ahora ¡míreme! Antes teníamos leche y queso en el desayuno, ahora no tenemos nada”. Atrás quedaron los días de diversión al otro lado del río, las mujeres, el trago, la pesca, la vida. Un derrame le ha dejado paralizada la mitad del cuerpo. Se levanta como puede, ayudado por su mujer e insiste en enseñar cómo vivía antes, y cree tener en un cartón viejo la prueba de su antigua alegría. Su sala está abigarrada, tiene cositas viejas y polvorientas en cada rincón. Pero la única habitación de la casa, donde duermen él, su esposa y dos de sus seis hijos, es un cuadro lamentable.
--Venga vea este cartón lleno de ropa que tengo, yo sí me vestía bien, venga, vea, para que no diga que soy un viejo mentiroso-, dice. Lo abre y muestra una pila de camisas bien planchadas que parecen no haber sido usadas en mucho tiempo. --Y toda esta mochila de acá está llena de camisetas. Yo sí era una persona decente, me sabía vestir. Tenía hartas mujeres-.
En el 2001, en el gobierno de Gustavo Noboa, el ya desaparecido Banco Ecuatoriano de la Vivienda le cedió la isla, así como se cede un pedazo de jardín, en fideicomiso a la Fundación privada Malecón 2000. Entonces, todo empeoró para los isleños. Entre las reglas estaban: no pintar las casas de ningún color. “Nos ponían a echarle diesel a las casas para que luzcan amarillitas, no blancas. Nosotros le echábamos diesel, gastábamos en eso, pero luego con el sol se le salía”, se acuerda, no sin coraje, Jaqueline Achiote, una mujer de 46 años, que como casi todas en este lugar apenas terminó la primaria.
No solo eso: si alguien se enamoraba de un foráneo, tenía que irse a vivir fuera de la isla. Nadie de fuera podía ir a vivir a Santay. “Nos decían que si nosotros nos queremos ir a Guayaquil que vayamos, pero que nadie venga para acá. Nosotros no les hacíamos caso”, comenta Jaqueline. Para ella y para el resto los nueve años que estuvo la Fundación a cargo de la isla fueron tristes.
Quizá lo peor fue que les hicieron derrumbar sus casas –algunas grandes, de madera y con techos de paja- para construir las 56 viviendas gemelas donde ahora viven apiñados y con calor porque todas tienen techos de zinc. Esas casas costaron $1.500 y las tuvieron que levantar con sus propias manos. Con la llegada del Gobierno, la construcción de una ecoaldea con casas de 18 mil dólares, paneles eléctricos, el muelle, y los senderos elevados, a los isleños les ha regresado también la esperanza de que las cosas cambien.
“Nosotros esperamos que el gobierno consiga mejoras para nosotros. Ahora estamos en sus manos. Eso es mejor pensamos. Porque la Fundación era privada y no nos pagaba por el trabajo que hacíamos, por rozar, por mantener la isla. Nosotros teníamos que poner nuestra mano de obra”, recuerda Jaqueline, quien es guía y ya está viendo algún cambio significativo. Antes por cada turista, la Fundación, les pagaba 15 centavos y ahora cobran 1,25 dólares.
Los hombres regresan de la pesca, las mujeres los esperan en las casas con la comida. Los niños juegan en medio de los matorrales. Leonardo, de 9 años, se entrena como guía. “En esa casa venden galletas, en la otra pan de ese que viene en funda, en la otra cola, más allá cerveza”, dice mientras juega con unos imanes que se encontró en un árbol. Parece conocer cada árbol, cada truco del río. Le divierten los turistas y los pocos curiosos que se asoman a su isla. Él no tiene memoria de las haciendas, está estudiando en la escuela y no quiere ser pescador, sino arquitecto. Aunque entre un carro y una canoa, se queda con la canoa. Leonardo mira al futuro con entusiasmo, aprende a ganarse la vida; estira la mano y dice: es un dólar por el recorrido.
13 agosto 2011
235 habitantes de Santay disfrutan de su nueva vivienda ecológica
María Banchón con una evidente felicidad invita a todos quienes visitaron este día la isla Santay a conocer su vivienda, pues como ella indica “atrás quedaron esos días en los que tenían que caminar por el lodo y vivir en casas en las que fácilmente ingresaba el agua”
Incluso se prepara a que después de terminado este proyecto ellos sean parte del programa de turismo que impulsa el Ejecutivo. Además, dijo estar motivada porque este proyecto no solo incluye la construcción de nuevas viviendas, sino la reforestación de toda la isla Santay.
Nain Yedez, representante de la constructora chilena-ecuatoriana que participó de este proyecto, explicó que las viviendas están construidas con pino importado de Chile, que ha sido tratado con químicos especiales y rociados con un aislante para impedir la proliferación de polillas y hongos. Las casas tienen un tiempo estimado de duración de 40 años.
En armar las casas se demoraron un mínimo de dos meses, tiempo en el que junto a la mano de obra de la misma población se dio la estructura a esta nueva aldea de ecoviviendas, que a propósito todas cuentan con agua potable y sistema sanitario.
Todo el proyecto de viviendas y sendero en la isla Santay tuvo una inversión de $1.6 millones. La población que se encuentra en la Isla Santay está constituida por los ex trabajadores de varias haciendas en las que se encontraba dividida la Isla, y que están agrupados en la Asociación de Pobladores San Jacinto de Santay. La mayor parte de la población de la isla se dedican a la pesca./CY Prensa Presidencial
Fuente: El Ciudadano
30 julio 2011
56 casas ecológicas en la Isla Santay entregará el Gobierno Nacional el mártes 2 de agosto
56 casas ecològicas construye el Gobierno Nacional (Foto Wilson Bravo) |
La emoción de los habitantes de la Isla de Santay se hace realidad el próximo 2 de agosto cuando el Presidente de la República Rafael Correa, haga la entrega de 56 casas que albergarán a 235 personas.
La entrega de las viviendas es parte del proyecto Guayaquil Ecológico, también comprende la reubicación de los habitantes del Estero Salado y el parque Los Samanes.
Estas viviendas están construidas con pino importado de Chile, que ha sido tratado con químicos especiales y rociados con un aislante que según las autoridades impedirá la proliferación de polillas y hongos. Este tratamiento aplicado a la madera también evitará la propagación del fuego en caso de incendio.
Las ecoviviendas cuentan con un espacio para sala, comedor, cocina y con un pequeño lavaplatos. También tienen dos dormitorios, un baño, servicio de agua potable y sistema sanitario.Además, contarán con iluminación por paneles solares, se reveló que en total se colocará cerca de 150 paneles solares en toda la ECOALDEA*.
Habrá dos paneles en cada poste a lo largo de las camineras y dos más en cada vivienda. Las casas contarán con un regulador e inversor, que transformará la energía solar en 110 voltios.
Laura Domínguez, habitante de la isla manifestó estar muy contenta y agradecida con el Gobierno de Rafael Correa, primero porque en días pasados su casita se incendio y de inmediato las autoridades la ayudaron con alimentos y vituallas y segundo porque es una de las beneficiadas del proyecto ECOALDEA*.
Tomás Domínguez, presidente de la comuna, sostuvo que luego de la entrega oficial, ellos iniciarán con el proceso de ocupar cada una de las casas asignadas a los habitantes de la isla.
El Miduvi indicó que el monto total invertido en el proyecto habitacional en la Isla Santay supera el millón de dólares.
Fuente: Gobernación del Guayas
* Ecoaldea, es el nombre oficial del proyecto. Sin embargo Eco-Comunidad es el nombre que considero es el más justo para una población que necesita y debe fortalecer su historia y cultura, características fundamentales de su identidad y que debería ser también compromiso oficial. (J. Delgado M.)
23 julio 2011
Viviendas para la Comunidad de Santay estarán listas el 28 de Julio
La construcción de las 56 viviendas ecológicas que forman parte del programa que ejecuta el Miduvi finalizará este 28 de julio.
La construcción de la Ecoaldea* de la Isla Santay, ubicada frente a la ciudad, en el río Guayas, se encuentra en un 95%.
Así lo informó Luis Illescas, coordinador de la Región 5 del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), cartera de Estado que impulsa el proyecto desde enero pasado.
Según Illescas, aún están pendientes los acabados al interior de las viviendas, la limpieza del sector donde se ha efectuado la construcción, el montaje de algunas villas y la casa comunal.
El proyecto, enmarcado en el plan macro Guayaquil Ecológico, beneficiará a 56 familias, compuestas por 235 personas, que es la cantidad de habitantes de la isla.
Estas viviendas están construidas con pino importado de Chile, que ha sido tratado con químicos especiales y rociado con un aislante que -según las autoridades- impedirá la proliferación de polillas y hongos. Este tratamiento aplicado a la madera también evitará la propagación del fuego en caso de incendio.
Las ecoviviendas cuentan con un espacio para sala, comedor, cocina y con un pequeño lavaplatos. También tienen dos dormitorios, un baño, servicio de agua potable y sistema sanitario.
Además, contarán con iluminación por paneles solares. Álex Vargas, de la empresa AV Renewable Energy S.A, indicó que en total se colocará cerca de 150 paneles solares en toda la Ecoaldea.
“Habrá dos paneles en cada poste a lo largo de las camineras y dos más en cada vivienda. Las casas contarán con un regulador e inversor, que transformará la energía solar en 110 voltios”, explicó.
Naim Yerber, gerente general de Ipasthe, la empresa constructora, sostuvo que alrededor de 300 personas trabajan en la Ecoaldea, de las cuales el 70% son habitantes de la Isla Santay.
Tomás Domínguez, presidente de la comuna**, sostuvo que luego de la entrega oficial, ellos iniciarán el proceso de habitar cada una de las casas asignadas.
El Miduvi indicó que el monto total invertido en el proyecto habitacional en la Isla Santay supera el millón de dólares.
Fuente: El Telégrafo
Diana Romero
14 junio 2011
Ministra del Ambiente realiza visita a Santay y recibe propuesta de Barco Solar para Ecoturismo en el Guayas
Esta embarcación tiene la característica de que es propulsada por motores eléctricos y su sistema de alimentación es electro solar, es decir paneles solares cuya energía va directamente a los motores o se acumula en baterías que a falta de sol entregan su energia a la propulsion del barco.
Para la caracteristica de Area Protegida de la Isla Santay y para preservar la calidad del agua del rio Guayas, este barco no contamina, no hace ruido ni produce vibraciones o malos olores y lo mas importante de todo esto es que al no usar combustibles fosiles se logrará en los 25 años que durará su vda util, evitar emitir 1372 toneladas de CO2.
Amigos de Santay apoya firmemente este proyecto y espera que el gobierno nacional financie esta obra y la ponga al servicio de la comunidad de Santay y a todos los visitantes del rio Guayas y sus lugares de ensueño.
13 junio 2011
Viviendas de la Eco-comunidad de Santay en plena construcción
La Eco-comunidad de Santay que el presidente de el República Dr. Rafael Correa prometió a la población de Santay en su visita de Marzo 2010 será entregada a finales del mes de julio.
El avance de las obras es evidente de parte de la empresa contratista y la población involucrada en su construcción pone todo su esfuerzo y amor en la edificación de las mismas. No se trata de una carrera para ver si se cumple o no a tiempo el contrato, es sobre todo el hecho de que estén bien hechas y listas para para vivir en ellas.
La historia de las viviendas de la población actual de la isla será el tema de una próxima entrega, pues es un tema que debe ser bien conocido por todos los que estamos interesados en la población de Santay. Hasta tanto aquí algunas imágenes del buen avance de las obras.
22 diciembre 2010
La Eco-Comunidad de Santay y no la Eco-Aldea
Hace poco solicitamos al Señor Presidente de la República que cambie esa denominación por Eco-Comunidad. El Presidente Correa ha pedido por su parte que la Ministra del Ambiente y el Gobernador de la provincia del Guayas se pronuncien y decidan al respecto.
Tal como esta establecido por la red Iberoamericana de Eco-aldeas, "Una ecoaldea es un asentamiento humano, concebido a escala humana, que incluye todos los aspectos importantes para la vida, integrándolos respetuosamente en el entorno natural, que apoya formas saludables de desarrollo y que puede persistir indefinidamente".
Ese concepto es justamente lo que es la comunidad hasta ahora. Si ha habido una población responsable y respetuosa de su entorno son justamente ellos.
Para un proyecto turístico parecería un buen nombre, atractivo. "Nombre vendedor" dirían los que conocen de marketing. Pero no estamos hablando solamente del turismo en la isla, sino del futuro de la población de Santay.
Lo que parece desconocer el MIDUVI es que no es lo mismo una Aldea turística que una Comunidad que necesita vivir también de manera normal.
El gobierno con esta denominacion de Eco Aldea esta evadiendo su responsabilidad de reconocerlos legalmente. Antes de darles un nombre turístico deben darles la denominación que les corresponde por la Constitución y por su presencia ancestral en Santay. No me digan que ahora que son Area Protegida no se puede, porque antes de serlo también tenían sus excusas.
El Decreto Ministerial 021 tiene una gran vacío HUMANO alli no se habla de que en la nueva Area Protegida hay una comunidad establecida y viviendo. Dijeron que el decreto se redacta bajo un formato. Entonces cual es el formato legal aplicable a la población? porque uno debe existir?.
Ya el Presidente firmó ese decreto con errores en los límites, ojalá que cuando lo corrijan aprovechen y enmienden este otro error de no incluir a la población en el mismo.
Yo confío en que el Presidente Correa quien dió su compromiso personal en Santay el 23 de marzo del 2010 de que se preocuparía por mejorar la calidad de vida de los pobladores no olvide que calidad de vida es darles primeramente lo que por derecho les pertenece: Territorio comunal, vivienda digna, pero digna de ellos, no a los ojos de los turistas. No puede la vida de la población bajo ningún concepto estar supeditada a la afluencia o no del turismo. Es que esta Eco Aldea ha sido creada en función de la población o de lo que el turista quisiera ver? Yo creo allí hay hay que separar muy claramente las cosas.
La Eco-comunidad de Santay ha generado su propia forma de vida y eso le ha costado años y sacrificios, no necesita de otros, y si el gobierno prefiere IMPORTAR un concepto y encerrar a la población en el mismo pues se esta cometiendo un enorme error y que desde esta página he intentado explicar.
25 octubre 2010
11 octubre 2010
04 octubre 2010
10 años de la Escuela de Santay
11 septiembre 2010
Porqué Santay no es una Comuna?
06 septiembre 2010
Se constituyó la Asociación Internacional Amigos de Santay con sede en Ginebra.
Entre los objetivos principales de la organización están el de acompañar el proceso de fortalecimiento holístico de la población de la isla Santay; Apoyar en gestiones relativas al mantenimiento y conservación de los aspectos sociales, culturales y ecológicos de la comunidad de la Isla Santay y establecer los vínculos y convenios que sean necesarios con instituciones gubernamentales y ONGs para que esto se cumpla.
Santay es una Isla de 2200 hectáreas y 250 habitantes nativos de la misma, esta ubicada frente a Guayaquil y en 2000 y 2010 fue declarada como Humedal de Importancia Internacional y Area Protegida del Ecuador respectivamente.
La representación de nueva ONG esta a cargo de José Delgado Mendoza, Katherine Ramirez Camacho y María Gutierrez de Alvarado en la Presidencia, Secretaría y Finanzas respectivamente, la sede esta en Ginebra, y podrá crear representaciones en otros países, incluido el Ecuador.
Muchas gracias a los amigos fundadores por sus propuestas y la aprobación de esta Carta a la cual adherimos y comprometemos cumplir.
Un representante de Amigos de Santay visitara Ecuador próximamente con el fin de informar a la población y autoridades los fines y proyectos de AdeS..
21 agosto 2010
La Santay espera obras básicas para diciembre
Agua potable, transporte fluvial fijo, energía, brigadas médicas y educativas eran parte de las ofertas que animaron a Dolores a ya no pensar –como remite su nombre– en el dolor que antes le causó el no contar con estos servicios básicos ni con un centro de salud en donde pudieran atender las urgencias de sus familiares.
“Aquí es horrible cuando se enferman en la noche y madrugada los niños, porque tenemos que esperar a que amanezca para llevarlo en canoa (por el río Guayas) hasta Guayaquil”, relató la mujer de piel trigueña y de contextura gruesa, que ahora piensa en las mejoras y fuentes de trabajo que les traerá el proyecto conocido como Ecoaldeas, y que es parte del programa ‘Guayaquil Ecológico’.
No es la única que piensa así. Ana Cabrera (33) espera dejar de utilizar una pequeña planta eléctrica a base de gasolina que tiene su suegro en Santay para abastecer a sus familiares y vecinos por unas horas.
“Mi suegro compra una poma (del combustible) en Guayaquil a $ 2,40 y eso nos dura unas cuatro horas. Ahí aprovechamos para ver TV y planchar los uniformes de los niños”, contó mientras mostraba los cables que instalaron las tres casas vecinas a la de su suegro para abastecerse de energía.
El proyecto de las ecoaldeas, que está a cargo de los ministerios del Ambiente, de Desarrollo Urbano y Vivienda, de Inclusión Social y de Turismo, pretende convertir la luz natural en energía por medio de unos paneles solares.
Las dispersas casas de caña y madera que existen serán reubicadas en tres grupos.
La central, cuyos hitos están a más de 300 metros del centro comunal tendrá 50 viviendas hechas de maderas tratadas y con pasarelas de este mismo material, levantadas sobre el suelo blando para que sus moradores y turistas no entierren los zapatos o pies en el lodo.
Así, habitantes como el pequeño Jean Carlos, de 8 años, dejarán de lastimarse los pies cuando corran alegremente por el humedal, siguiendo el vuelo de las mariposas o pájaros. “Como no tengo botas para mis pies, ando sin zapatos. Pero mi papi dice que eso va a cambiar, porque va a tener más trabajo”, dijo tímidamente.
El proyecto está valorado inicialmente en $ 1’516.000 e incluye dos ecoaldeas más, de tres inmuebles cada una (al norte y sur de la isla); un nuevo centro comunal, un muelle y un parque de recreación infantil. Una parte de las casas será financiada con el bono de la vivienda, y los comuneros no pagarán ni un centavo, según los representantes del Gobierno.
Como la isla fue declarada este año Área protegida, las autoridades controlarán que personas foráneas no vayan a radicarse en su territorio ni que los comuneros lleven a otros parientes, explicó la ministra del Ambiente, Marcela Aguiñaga, quien el pasado martes colocó el primer hito simbólico en las afueras de la renovada escuela Jaime Roldós Aguilera.
En el acuerdo que firmaron los habitantes de Santay ese día, se establecía, además, que ellos tenían derecho a ocupar la isla, como nativos, mas no a tener títulos de propiedad, porque esta pertenece al Estado.
Incluso, este humedal, según Aguiñaga, ya fue inscrito públicamente en el Registro de la Propiedad de Durán como propiedad del Ministerio del Ambiente, quien asumió su administración en febrero pasado, cuando mediante decreto se le traspasó la competencia de manos de la Fundación Malecón 2000, ente creado por el Municipio de Guayaquil.
Se piensa también en convertir a los comuneros en microempresarios con la utilización de una pequeña área para hospedaje y servicios varios, como el de comidas para los visitantes, entre ellos, científicos, investigadores, estudiantes y grupos reducidos de turistas.
“Aquí hay una variedad ecológica importantísima. Hay avistamiento de aves y todo un levantamiento de flora y fauna del lugar que el Ministerio del Ambiente está haciendo. De las especies, hemos encontrado recién a unos tigrillos de la zona. Por eso pensamos en aplicar políticas y trabajos de conservación del sitio, con poca intervención del hombre en infraestructura”, acotó Aguiñaga.
El nuevo muelle y el dejar de pagar alquiler para transportar su mercadería y que se abaraten los costos de sus productos en el mercado guayaquileño es otra esperanza que tienen los pescadores con la dotación de dos lanchas, financiadas por el Miduvi y que estarán luego a cargo de las 56 familias de Santay.
Para Pedro Parrales, nativo y guía turístico de la zona, estos proyectos harán que el turismo deje recursos para la isla.
Brigadas sociales
Los ministerios a cargo del plan Guayaquil ecológico llevarán brigadas y campañas médicas, culturales, educativas y ambientalistas antes y durante la implementación del programa ecoturístico en Santay.
Capacitación a comuneros
Otra de las expectativas que tienen los habitantes de la isla es la capacitación gratuita que les darán, como el trato a los turistas, el manejo y preparación de los alimentos y la conservación de la flora y fauna del lugar.
Obra a largo plazo
En el futuro, según la Ministra del Ambiente se espera también crear nuevos accesos a la isla, pero desde Durán.
Costos de servicios básicos
El sistema de abastecimiento de agua potable, que aún se analiza si será por medio de gabarras, tiene un costo estimado de $ 30.000. El sistema de tratamiento para las aguas residuales se valora en $ 70.000 y la dotación de energía, en $ 60.000.
Fuente: El Universo
Adolescentes preocupados por Isla Santay
Los estudiantes, debido al lodo y lo pantanoso del área, tuvieron dificultades en la recolección de basura.
La directora provincial de Educación, Carmelina Villegas, sostuvo que con esta actividad se está despertando el interés de los jóvenes para el servicio a la comunidad.
A Erik Villacreses, alumno de segundo año de Bachillerato Internacional (BI) del colegio Americano, participar ayer en la minga de limpieza en la isla Santay le permitió conocer que en otros sitios hay carencia de servicios básicos.
Igual criterio tiene Michell Hernández, estudiante de tercero de bachillerato del colegio Logos, quien a pesar de haber trabajado en otras labores comunitarias, esta actividad la calificó como especial, porque está ayudando a limpiar el planeta de la contaminación ambiental.
“Nunca me imaginé que la isla esté tan sucia debido a que la gente de Guayaquil y Durán botan basura al río”, dijo, mientras recogía botellas, zapatos viejos, etc.
Michell guiaba a su compañero Andrés Molina, quien desconocía cómo clasificar la basura que encontraba durante el recorrido que fue dirigido por Jacinto Domínguez, colono de la isla.
Cerca de 300 alumnos de 12 colegios de BI intervinieron en la recolección de desperdicios. Los colocaban en sacos que por su peso debieron arrastrar o cargar en sus hombros.
La directora provincial de Educación, Carmelina Villegas, sostuvo que con esta actividad se está despertando el interés de los jóvenes para el servicio a la comunidad.
Tomada de la edición impresa de El Telégrafo del 21 de agosto del 2010
19 agosto 2010
MIES PARTICIPÓ EN LA FIJACIÓN DE HITOS EN LA ISLA SANTAY PARA EJECUCIÓN DE LAS NUEVAS VIVIENDAS DE LA COMUNIDAD DE SANTAY*
Durante la demarcación de los hitos que señalarán el perímetro de la ejecución de Ecoaldeas que el Gobierno Nacional desarrolla en
La autoridad del MIES anticipó que las embarcaciones pasarán a ser operadas por las 56 familias que actualmente habitan la isla y que están organizadas en la Asociación de Pobladores de
No obstante, Peggy Ricaurte aclaró que los pobladores previamente están recibiendo capacitación, fortalecimiento organizativo y asistencia técnica, con la finalidad de operar otros emprendimientos alrededor del proceso de transporte, porque se planifica apoyar iniciativas relacionadas con el Ecoturismo.
"Nosotros a través del MIES-IEPS fortalecemos los medios de vida de la población que más necesita y de los actores de la economía popular y solidaria", indicó.
En el proyecto ´´Guayaquil Ecológico`` para
*En el titulo original he cambiado ECOALDEAS por VIVIENDAS DE LA COMUNIDAD, considero que Santay no es una ALDEA sino una Comunidad. Ecoaldea es un concepto que no se aplica en Santay. (www.ecoaldeas.org). J. Delgado.
Fuente: MIES