Hace pocas semanas durante el periodo de campaña electoral la mayoría de los candidatos a las alcaldías de Duran y de Guayaquil e incluso a la prefectura de la provincia del Guayas expresaron públicamente su interés por la isla Santay a fin de intervenir en el mantenimiento y mejora de la infraestructura existente y así recuperarla como destino ecoturístico, pero sobre todo por atender las demandas de sus pobladores en cuanto a servicios básicos postergados o simplemente mal atendidos. Agua, luz, internet, aguas servidas.
Testigo por casi
34 años de la historia de la población santaileña como ellos se
autodefinen, he visto el paso de las instituciones del Estado con promesas, de
municipios con regalitos, de candidatos con ofertas pero nadie quiere tocar los
temas realmente necesarios. Son 315 personas organizados en 72 familias y que
habitan 56 viviendas, con un proyecto turístico necesitado de una urgente
reingeniería, de un análisis y un plan de repotenciación.
La esperanza
está intacta. Quienes estamos pendientes de mejores días para Santay creemos
que es momento de pensar en un programa sustentable que garantice empleo,
seguridad y sobre todo sustentabilidad en un territorio que además de ser Área
Protegida es un humedal de importancia Internacional. Esa sustentabilidad tiene
que ver con la posibilidad de permitir la agricultura para beneficio local, la
vivienda para todas las familias, los servicios básicos que son un derecho y no
un detalle ecológico.
Indudablemente
las flamantes autoridades electas que durante su campaña expresaron su rechazo
a la pretendida eliminación de los puentes peatonales que unen Durán y
Guayaquil con la isla Santay, una vez en funciones buscaran repotenciarlos para
mejorar su servicio.
La población de
Santay y quienes los acompañamos creemos que mejores días se acercan para la
isla bonita. Por favor, que la decepción a la que nos tienen acostumbrados
quienes deben ocuparse de Santay no siga siendo el desayuno diario.