Atareada,
receptando un pedido tras otro, está Marianita Domínguez. Los toma y
pide en voz alta: “¡Dos pescados, un seco de pollo y uno de chivo!”. Son
para una familia que espera ansiosa por degustar los platos típicos que
preparan las mujeres nativas de la isla Santay en el comedor comunal.
Son las 09:30 del domingo 22 de junio. El restaurante está lleno.
Mientras unos degustan la comida, otros pugnan por pedir los platos. El
pescado frito es el más solicitado.
En la cocina, diez mujeres se encargan de la preparación de los
alimentos, freír pescado y lavar los platos. Todas tienen su función y
las guía Marianita. Ella, junto a sus 24 compañeras, trabajan desde el
lunes 16 del presente en el comedor de la ecoaldea, pero con la
incertidumbre de si seguirán administrando el local.
El comedor de la isla Santay estuvo lleno durante la mañana del domingo. El plato que más se pedía era la corvina frita. |
“Queremos que las autoridades nos den un documento que diga que
seguiremos administrando el comedor, porque sí lo podemos hacer, por
nuestras familias y la comunidad”, dice la dirigente de 40 años y madre
de 4 hijos.
Durante las primeras dos semanas, luego de la apertura del paso que
une a Guayaquil con esta reserva, se habría concesionado este servicio
por parte del Ministerio del Ambiente (MAE), indica Domínguez.
“La persona que colaboró con nosotras se identificó como el
concesionario del comedor”, sostiene, y agrega que el pago que
recibieron ($ 15) era inferior del que tenían antes de que se abriera el
puente.
Pero ni el comedor ni la hostería están concesionados, según
declaraciones del MAE hechas el 9 de junio. Quince días antes, Lorena
Tapia, titular de esa cartera de Estado, sostuvo que posiblemente los
servicios que funcionen en el destino turístico sean liderados por
empresas especializadas, pero con la condición de incorporar a los
nativos de la isla.
Al momento, este grupo mantiene la esperanza de que la administración
del restaurante recaiga en ellas, quienes reciben capacitaciones en
atención al cliente por parte del MAE.
En el comedor trabajan grupos de diez mujeres pasando un día. Cada
una recibe entre $ 20 y $ 30 al día. Los ingresos se invierten en los
alimentos y la ganancia, en una caja común.
“Estamos contentas de que vengan muchos turistas, es una ayuda para nosotras”, dice Marilú Melgar, de 62 años.
El comedor de caña y bambú tiene capacidad para 200 personas.
Apuntes
precios
precios
Comida típica
La corvina entera cuesta $ 4; los secos de pollo y de chivo, y el pollo
hornado con arroz y menestra, $ 3,50; el cebiche mixto, $ 5. Los fines
de semana venden unos 600 platos.
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