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26 marzo 2012

RAMSAR destaca actividad por Día Mundial de los Humedales en Santay

La organización RAMSAR destacó la actividad realizada en el Ecuador por la celebración del Día Mundial de los Humedales (2 de febrero). Asi como la adaptación del poster y las tiras cómicas referentes a la protección del Humedal Santay.

Graciela
Byron Dominguez y el Concejero Octavio VillacrecesPara la Asociación Amigos de Santay, es básico el apoyar las ideas, iniciativas y acciones que la comunidad del Humedal Isla Santay  realizan para mostrar los valores naturales y humanos de su comunidad y territorio. Por esta razón visto que la Cooperativa de Turismo Comunitario ya es una realidad se tuvo la idea de realizar una invitación a visitar el Humedal a personas cercanas al trabajo de Amigos de Santay y también aquellos que habían desde hace algún tiempo manifestado su necesidad conocer la isla y su muy afectiva comunidad. La visita se efectuó el 4 de marzo y el Ministerio del Ambiente estuvo presente a través de la Lcda. Zany Alvarado.

Monica Solano del la CalleRaquel Rodriguez y Jacinto DominguezEntre los invitados se encontraban: Octavio Villacreses, concejal Municipal de Guayaquil quien a lo largo de la visita a Santay mantuvo un amplio contacto con los pobladores a quienes manifestó su admiración por el trabajo que realizan y se mostró abierto y receptivo a las solicitudes de consejo y apoyo. También el Dr. Vicente Riofrío profesor de la ESPOL y un gran impulsador e innovador quien desde hace tiempo sigue de cerca el acompañamiento que realiza Amigos de Santay a la población de la isla. El Dr. Riofrío realizo cerca de 50 videos cortos para multiplicar el interés sobre el Humedal y que ahora pueden ser vistos aqui.

Muelle MultipropósitoFueron invitados también Graciela Wakefield traductora, Mónica Solano Directora del grupo Amigos del Estero Salado, Raquel Rodríguez y Robert Lindao Amigos de Santay, León Noboa y esposa, la reconocida bailarina Carolina Pepper, Pier Maquilón lider ambientalista de la ESPOL y otros amigos que estuvieron presentes.

Caminata hacia el interior de la islaBOTE COMUNITARIOLos visitantes llegaron a Santay gracias a una de las dos embarcaciones con capacidad para 50 personas y que fue entregada a la comunidad por el gobierno nacional a través del MIES dentro del apoyo al proyecto de Turismo Comunitario. Una vez llegados al nuevo muelle multipropósito tuvieron la oportunidad de conocer  las nuevas viviendas de los pobladores, casas que cuentan con energía solar para su iluminación, también para el alumbrado de las camineras peatonales. Visitaron el criadero de cocodrilos en cautiverio, y se sirvieron una deliciosa comida local preparada por las mujeres de la isla. El Sr. Byron Domínguez joven guía local y ademas Tesorero de la Cooperativa de Turismo de Santay fue quien  explicó con detalles la historia social y natural de Santay. Grupo de visitantes a Santay

A la hora del almuerzo Raquel Rodriguez hizo entrega a Jacinto Dominguez de un poster en el cual la Asociación Amigos de Santay recoge la historia de la construcción de la primera escuela de la isla, edificio ahora utilizado como comedor y que próximamente gracias al apoyo del gobierno nacional será puesto al servicio de los pobladores y los visitantes en calidad del MUSEO COMUNITARIO DE SAN JACINTO DE SANTAY

Ramsar publicó lo siguiente en su página oficial:


Ecuador. Jose Delgado M, President of “Friends of the Santay Island”, an association of Ecuadorians based in Geneva, is organizing a special visit to the wetland of Santay Island the Saturday 4th February. This visit is to support local  tourism activities. Santay Island was declared as Ramsar site in 2000 and is an example of Sustainable Tourism. The association has adapted the WWD material to their Ramsar site – see poster – and cartoons: here , here, and here. You may also view these customizations here. Ecuador. José M Delgado, Presidente de "Amigos de la Isla Santay", una asociación de ecuatorianos con sede en Ginebra, está organizando una visita especial al Humedal Isla Santay el sábado 04 de febrero. Esta visita es para apoyar las actividades de turismo locales. Isla Santay fue declarada como sitio Ramsar en 2000 y es un ejemplo de turismo sostenible. La asociación ha adaptado el material Día Mundial del Agua para su sitio Ramsar - ver cartel - y los dibujos animados: aquí, aquí y aquí. Usted también puede ver estas personalizaciones aquí.

Fotos: Dr. Vicente Riofrío

Gobierno ecuatoriano anuncia nuevas obras en Santay

Foto: Vicente Riofrío
El Ministerio del Ambiente a través de la Empresa Pública de Parques Naturales y Espacios Públicos - EP, anunció que continúa con las obras en el Área Nacional de Recreación Isla Santay. Esto forma parte de la campaña que emprende esta Cartera de Estado con el objetivo de convertirla en uno de los más importantes atractivos turísticos de la zona.

Durante los últimos meses, los  habitantes de la isla han recibido capacitaciones constantes para prepararlos como Guías turísticos y aprendan cómo emprender sus propios negocios, mientras un equipo de arquitectos comienza a ejecutar las obras programadas para este año: Senderos turísticos, una casa de hospedaje, un dispensario médico, una oficina de turismo, una planta potabilizadora de agua y un centro de reciclaje

En Santay se cuenta con un muelle multipropósito terminado en su totalidad para recibir a los turistas y una Ecoaldea en la que habitan 56 familias. Las nuevas obras incluyen elevar los senderos que conducen desde la escuela hacia el muelle y se estudia el aumento de la capacidad eléctrica con la que ahora dispone la isla a través del sistema fotovoltaico.

La delegación del Ministerio de Salud de Durán envía cada mes brigadas médicas, las cuales dan atención en distintas áreas (obstetricia, odontología, etc.) mientras los promotores y educadores dan charlas sobre los cuidados necesarios para prevenir enfermedades.

Por su parte el Ministerio de Turismo coordina acciones con la Empresa de Parques Naturales para el desarrollo turístico de la isla y darla a conocer al mundo.

Foto: Dr. Vicente Riofrío

27 febrero 2012

Isla Santay ya cuenta con un infocentro de Euro-Solar

Desde el  pasado 17 de enero, la comunidad de la Isla Santay  ubicada en la provincia del Guayas, cantón Durán, cuenta ya con el equipamiento que provee el Programa Euro-Solar.  

Esta comunidad fue escogida como beneficiaria por su capacidad y nivel de gestión comunitaria. Su proceso de instalación tomó más tiempo con respecto a las demás comunidades, debido a que por sus características particulares de haber sido declarada como área protegida en el proceso de instalación, obligó a replantear su implementación tomando en cuenta un nuevo diseño para la caseta de control, dilatando así su instalación.

Por las condiciones antes mencionadas y las características del suelo de Santay, en esta isla no se instaló la torre de paneles, sino que se procedió a instalarlos sobre el techo del cuarto de baterías, mismo que fue construido con materiales amigables al ambiente y muy próximo a la nueva escuela de la isla.
Es así como el Programa Euro-Solar cuenta ya con 91 comunidades equipadas con sistemas de provisión de energía solar, equipamiento informático y de salud preventiva, restando únicamente la instalación de las antenas SAT, para conexión internet, cuya instalación está a cargo de CNT, y finalizará el próximo 22 de abril.

 

05 febrero 2012

Visita a Isla Santay, celebracion por el Día Mundial de los Humedales

Por Pier Luiggi Maquilón

 
El Dr.Vicente Riofrío captó 48 vidos de su
visita a la Isla Santay
El dia 4 de Febrero de 2012, alrededor de quince personas pertenecientes al movimiento ambientalista de Guayaquil asistimos cordialmente inviados por el amigo Jose Delgado a hacer un recorrido turistico en la Isla Santay. Expondre mi punto de vista, asi como recomendaciones y sugerencias (como visitante y como interprete ambiental).Salimos desde el muelle del Yatch Club en el Malecon, viajamos alrededor de 20 min a la isla en una embarcacion donada por el MIES para las operaciones turisticas del Comite Turistico de Santay.Los guias tuvieron una preparacion previa por parte de personal del MAE para brindar atencion al turista. Lo hicieron muy bien.
Pier y el resto de visitantes llegando a Santay

Desde mi punto de vista, la tematica de la visita se centra en la visita a la Ecoaldea de Santay y de cierta forma contrastar su modus vivendi actual con el que tenian antes y el demostrar las ganas que tienen los pobladores por encontrar otras formas de ganarse la vida y del proceso social que se ha venido dando. Tambien explicaban sus costumbres. Diria que es un turismo comunitario, y no tanto un turismo de naturaleza (por el momento).
Mariana , Rosario y Ashley 3 generaciones de Santay

Graciela disfrutando del Río Guayas
Gran parte del recorrido empezo con la descripcion de la isla en una glorieta cerca del muelle, pasando por la casa comunal (donde una fundacion cristana estaba dando clases a niños de la isla), recorriendo "el barrio" y una visita a una de las casas ecologicas.El camino a seguir, por parte de los dos grupos que fueron guiados por Don Jacinto (experto en aves) y su hijo, fue por un entablado que conecta todas las 56 casas de la aldea. Tanto el camino como las casas se encuentran elevadas un par de metros del suelo.
El Grupo de visitantes en un acto en el Comedor y futuro
Museo Comunitario.

Segun el guia, para los moradores de la isla esto es un gran alivio, pues evitan caminar en el lodo y estan lejos del azote de los mosquitos. Desde su punto de vista, el haber juntado a la poblacion, que antes se encontraba dispersada por toda la isla, a logrado una mayor integracion entre ellos.

Los habitantes tratan de reunirse todas las semanas en la casa comunal, para tratar temas de importancia para esta isla que pertenece al Canton Durán. Tambien estan muy atentos al cuidado del ornato, como darle el mantenimiento a los tablones del recorrido o la compra de productos basicos al por mayor para abaratar los costos.

Le llaman ecoaldea... observamos luminarias y casas electrificadas con paneles solares, hchas con madera de chanuy importada de Chile y tratada para evitar incendios.

Al ingresar a una de las casas, se explico a breves rasgos el funcionamiento de la misma. Tamben nos indicaron que los paneles solo dan suficiente potancia como para encender las luces y quizas una radio pequeña, ya han tenido conversaciones con el MAE y van a realizar cambios en el sistema para aumentar su generacion.
Poster entregado a la población y que recuenta
la historia de la construcción
de la Primera escuela de Santay

Tienen prohibido el uso de generadores a gasolina, como lo hacian antes... esto implica que tienen menor potencia para conectar aparatos electricos pero ahorran una cantidad de dinero considerable al no comprar el combustible.

Tienen un sistema de tuberias para el abastecimiento de agua, sin embargo, aun no funciona pues no tienen un sistema de bombeo para el traslado del agua. Indicaron que pronto lo instalaran gracias a la autogestion.
Byron Guia Local y dirigente de la
Cooperativa de Turismo Comunitario
"Las Palmeras de Santay"

Nos explicaron sus costumbres. Hasta hace poco, todos los habitantes se dedicaban a la pesca. Ahora han encontrado una oportunidad en el turismo. Deben de desplazarse a Guayaquil para poder estudiar (algo que para nuestro guia, fue un gran choque, al llegar desde un lugar donde no hay vicios ni malicia a Guayaquil...) lo que contribuye a que los niños no tengan un buen nivel educativo, por el momento.Los insumos basicos los compran en Guayaquil con el dinero de la pesca, tambien realizan el trueque rio arriba con perosnas de la Sierra (pescado por lacteos, etc).La isla fue una hacienda ganadera.

Al momento, ninguna familia se dedica a la agricultura (lo hacia una familia, pero con la reubicacion, hace un año, no han sembrado desde eso).
Previamente tuvieron una experiencia terrible con el turismo, cuando la isla era administrada por Fundacion Malecon 2000 que llevaba visitantes en el Discovery. A los guias les pagaban 0,15 ctvos por turista. Ahora, reciben mas. Nuestro guia lo considera apropiado, por lo menos, para ganar algo haciendo turismo.

Nuevas casas de la población
Despues de recorrer la aldea, fuimos al almuerzo. Excelente comida! (y eso que no probe ni el pescado ni el ceviche de camarón, la desventaja de ser vegetariano xD) Lo celebramos en el comedor, el cual antes era la escuela de la isla que fue construida con ayuda del Comite Ecologico del Litoral.Despues del almuerzo pudimos alquilar botas (a 25 ctvos) para poder acceder a la Lagartera.

Caminamos alrededor de 150 mts en medio del fago, tratando de no pisar a los cangrejos violinistas que habia por montones, hasta el lugar donde tenian en cautiverio a varios individiuos de cocodrilos de la costa.Despues regresamos al comedor y enviamos unos mensajes al Sr. Jose Delgado, quien estuvo muy presente en la mente de todos durante todo el recorrido. Es mucho lo que el ha hecho por la isla y sus moradores.Estuvimos de regreso a las 14h00, con area alta, se hicieron 10 min a Guayaquil.

Desde mi punto de vista, el turismo de Santay es comunitario... busca mostrar las costumbres de sus pobladores y la historia de la isla (que recibio a Simon Bolivar cuando estuvo por Guayaquil). Encontraria interesante que en el recorrido se de una demostracion de las tecnicas de pesca empleadas por los Santeños, o la demostracion y explicacion de los instrmentos que ellos emplean.

Caminata hacia el interior de la isla
Para reforzar el concepto de EcoAldea, se podria implementar tecnicas de permacultura. Podrian capacitarse a sus habitantes, para que tengan mas recursos que mostrar y puedan mejorar su estilo de vida con permacultura. Sugiero una visita tecnica a Rio Muchacho, en la provincia de Manabi, o Playa Rosada, en Sta Elena, donde se enseñan tecnicas de Permacultura (no he tenido la oportunidad de visitarlas)

Dado el buen nivel de consevacion que tiene la isla, no se debe dejar de lado el turismo de naturaleza. Se podria habilitar un sendero en partes no inundables para su recorrido, para la interpretacion natural y la observacion de aves. Se podria rodear la isla para explicar acerca del manglar, como se hace en Puerto Hondo. El guia nos indico que pronto habilitarian el mirador que tienen y que exste un area para acampar cuando es temporada seca y que poseen eventos muy peculiares a lo largo del año (migracion de especies, rituales de apareamiento y anidacion).

Jacinto, experto en aves y guia local
Nuestros guias estuvieron muy bien, pueden ir mejorando su guion e ir añadiendo mas recursos a su repertorio (pero bueno, eso se adquiere con la practica). Fue una muy buena primera vez!

Me encantó la experiencia. Me encantaria regresar, acampar, realizar expediciones.Eso es lo que pude percibir. Espero que quienes asistimos tambien compartan su punto de vista y sugerencias.Estamos en contacto!

Fotos: Dr. Vicente Riofrío

19 enero 2012

Año viejo ecológico en Santay

La celebración de la llegada del nuevo año en Ecuador viene precedida de una ceremonia de despedida del año que acaba de pasar. Esta costumbre implica la confección de uno o varios muñecos en cartón y estructura de madera que son rellenados de material pirotécnico, estos monigotes suponen representar personajes y cosas malas que han sucedido a lo largo de los 365 días por terminar. Lastimosamente esta fiesta para la sociedad se convierte en una enorme carga de contaminantes y residuos para el ambiente en general en Guayaquil y en todas las ciudades del país.

Desde hace 16 años la Escuela Superior Politécnica del Litoral - ESPOL en Guayaquil  instauró un concurso anual de "Años Viejos Ecológicos" en el que los estudiantes presentan opciones alternativas y ecológicas al minigote "contaminante". El mentalizador y permanente motor de esta actividad que ya trasciende la universidad es el Ing. Raúl Paz Chavez  docente de la Escuela de Ciencias Químicas y Ambientales de la ESPOL. 

Cientos de proyectos han sido presentados al concurso en todos estos años mostrando un verdadero interés de estudiantes y docentes en investigar y proponer algo que represente el fin del año de una manera más lúdica, interesante, vistosa y constructiva con el fin de hacer un cambio de conducta de la sociedad frente a una mal llamada tradición que resulta violenta con el medio ambiente.

En lo personal siempre me he preguntado: De qué sirven tantas actividades de concienciación ambiental cuando en menos de una hora, al quemar las "malas cosas" representadas en cientos de miles de monigotes en todo el país, se contamina al planeta y no simbólicamente sino concretamente.

Esto lo han entendido bien en  Santay tanto así que las maestras de la única escuela y sus estudiantes realizaron su Año Viejo Ecológico el mismo que consistió en un personaje constituido unicamente de frutas como uvas, sandia, cerezas, bananas y papayas. Cabe indicar que todos en la escuela hacen parte del Club Ecologista Santay, formado hace dos años para incentivar y proponer actividades escolares ecológicas en la Isla Santay. La isla es desde 2000 un Humedal de Importancia Internacional y desde 2010 Area protegida del Ecuador.

A continuación algunas imágenes facilitadas por la maestra Ena con el Año Viejo y sus realizadores. Feliz 2012. 


06 noviembre 2011

La Santay, una isla “hecha” a punta de Domínguez

Más de 30 familias con el mismo apellido: Cruzando el río Guayas, a 800 metros de la ciudad, se encuentra esta población de 240 habitantes, formada en medio de leyendas y con una misma base genealógica que le da una particularidad a su historia.

 Diana Romero
Domínguez-Domínguez, Cruz-Domínguez, Domínguez-Mateo,
Jaime-Domínguez, son  algunos de los apellidos de los 37 niños de
la escuela Jaime Roldós Aguilera, que funciona
en la isla Santay desde hace 13 años. Fotos: Pilar Vera | El Telégrafo
Es cerca del mediodía y en la escuela Jaime Roldós Aguilera, ubicada en la isla Santay - una formación de tierra a 800 metros de Guayaquil- los niños disfrutan de su recreo. Mientras unos gritan y corren por una amplia zona descampada, que hace las veces de patio, otros se amontonan a un costado formando un círculo.

-“Se golpeó señorita, se golpeó”, gritan los niños, alrededor de un pequeño que solloza acostado  sobre el césped y que es trasladado en brazos hasta las escaleras de la escuela de madera.

Ena Gomero, directora y profesora de la institución, acude a su rescate. El golpe no es de cuidado y los pequeños se dispersan para  seguir jugando.

“A ver, hagan aquí una fila todos los Domínguez”, ordena Ena, con una voz tan enérgica que hace que los niños interrumpan su recreo y obedezcan de inmediato.

Entre brincos y carcajadas se van formando en hilera: 1, 2, 3, 4... “Ahí los tiene: Domínguez-Domínguez, Cruz-Domínguez, Domínguez-Mateo, Jaime-Domínguez”, dice mientras recorre la fila de pequeños con la mirada. “¡Todos son Domínguez aquí!”, exclama.

La profesora Gomero trabaja en esta isla la misma cantidad de tiempo que de existencia tiene la escuela: 13 años. Según relata, de los 37 alumnos de primaria, al menos 30 tienen el “Domínguez” como primer o segundo apelativo.

Se trata de un apellido que identifica a los habitantes de Santay como tales y que está vinculado con sus raíces, sus orígenes, según  narra Jacinto Domínguez, de 63 años, uno de los ancianos de la comunidad, cuyos ancestros fueron  los primeros habitantes de estas tierras, hace más de 120 años.

El historiador Carlos Calderón Chico explica que existen pocos registros acerca de la forma en que se pobló la isla Santay. Sin embargo, la memoria histórica de los abuelos del lugar cuenta los hechos importantes de generación en generación. Jacinto Domínguez es el guardián de la tradición oral de esta isla.

“Mi tatarabuelo llegó de Bajada, de Chanduy. Él traía pescado salado y sal para vender acá. Venía por una o dos semanas, hasta que poco a poco se fue quedando de largo. Acá había haciendas y trabajo. Era fácil vivir...”, afirma.

Su padre llegó aquí a los 12 años y nunca más se fue. Le siguieron sus tíos, que formaron sus familias y continuaron extendiendo el Domínguez por toda la Santay. “La gente forma poblados por muchas razones. A veces llega a un sitio por comercio o por tener un lugar donde alojarse. Los habitantes de Santay se afincaron allí, pese a que las condiciones de la isla no eran las mejores”, indica Calderón.

Según las narraciones de su abuelo y su padre, Jacinto recuerda que la isla estaba conformada por varias haciendas: “Puntilla, Las Acacias, La Pradera Grande, La Pradera Chica, Florencia... Luego los dueños las hipotecaron, se quedaron sin ganado y el que quiso quedarse viviendo acá se quedó”.

Ciertas comunidades que se han formado en distintos rincones del país tienen antecedentes comunes, como es el caso de Santay, dice el sociólogo Rubén Aroca. “Algunas primero han sido caseríos u ocupaciones de tierra que han estado vinculadas con propiedades rurales, específicamente agrícolas. Frecuentemente quienes las habitan son grupos de personas que tienen cierto grado de parentesco, sus hogares  tienen un apellido en común”, sostiene Aroca.

Claudina Domínguez es una anciana de  mirada amable y arrugada, de sostenida aunque tímida sonrisa y un cuerpo delgado, que esta tarde viste una camiseta roja,  estrecha aun para su flacura. “El Esteban se fue a volver, pero ya mismo regresa. Pase, pase...”, dice la mujer de 71 años con voz temblorosa, casi inaudible.

Adentro, en la cocina de su nueva casa dentro de la Ecoaldea, lava los platos que quedaron sucios luego del almuerzo. Los apila sobre una mesa plástica, lo que, junto a los cerros de ollas y pomas con agua sobre el suelo,  da una sensación de desorden a la sala, que se ve amplia sin muebles.   

Claudina esperaba a Esteban, su primo, pero también esposo desde hace más de 50 años, con quien procreó  once hijos, de los cuales ocho viven todavía. Jacinto Domínguez  agrega que, debido a que todos los habitantes que comparten este apellido provienen de una misma raíz genealógica, es común que primos y parientes lejanos se interrelacionen, formando nuevos núcleos familiares.

Calderón Chico afirma que las uniones entre familiares cercanos o lejanos, como los de  la isla Santay,  también se  dan en otras comunidades. “Esta es una costumbre de pueblos con ancestralidad, que buscan afianzar los lazos familiares que les permitan perennizar su apellido”, explica el especialista.

Pero para la directora de la escuela de la isla, existe una explicación más simple: “La mayoría  de los jóvenes  no sale. Casi ninguno  va al colegio. No tienen dónde conocer a otras personas y forman sus familias aquí mismo”.

Álvaro Cruz Domínguez fue su alumno y es la excepción. Es el único joven de la isla que logró graduarse de bachiller. Su ejemplo lo siguen dos adolescentes más, que acuden a clases a un colegio a distancia, únicamente los sábados, de la misma forma en la que Álvaro logró terminar la secundaria.

Cada dos semanas, la marea sube y lo remoja todo. Vuelve difícil movilizarse sin que el fango quiera tragarse las botas de los visitantes. Este día, sin embargo, el suelo se encuentra seco y cuarteado. El lodo de hace algunos días parece parte de sus leyendas, como la del “tintín silbador”, que la cuentan a cada extraño. 

Un poco más hacia el centro de la isla, en medio del cacareo de las gallinas y el balido de los chivos,  una joven mujer mece  al último de sus cinco hijos. El pequeño Marco Antonio, de 2 meses, se arrulla al vaivén de una hamaca de redes. El viento, a su vez, mece las endebles estructuras de la casa.

Gina Domínguez, de 28 años, se unió a Félix Domínguez, su primo, hace 14. La vida para ellos transcurre en la tranquilidad del campo, entre la crianza de sus hijos y las labores de pesca de su marido.  Ella, al igual que la mayoría de mujeres de la isla, inició la vida matrimonial muy joven y tiene varios hijos.

Para el sociólogo Aroca, este fenómeno se da en pueblos donde la tradición está muy arraigada. “Lo doméstico sigue siendo un espacio de administración femenina. Las chicas se casan a temprana edad porque a los 15 años la mujer comienza a tener expectativas de integración y estas están marcadas en el espacio doméstico, que se vuelve un lugar integrador. Dadas las condiciones de la isla, no hay otro”, expresa.

En el hogar de Gina, así como en el de Marielena Domínguez, de 24 años, abundan los símbolos religiosos: crucifijos sobre las camas, relojes del Sagrado Corazón de Jesús, afiches de la Virgen María en sus diferentes advocaciones, estatuas de Santa Narcisa de Jesús y uno que otro Hermano Gregorio que reposa en algún rincón de los veladores apolillados.

Esto sin contar que, en agosto de cada año, la comunidad de la isla se prepara con comida, música y festejos para recordar a San Jacinto y Santa Mercedes, los patronos de Santay. “Debajo de algunas casas, los pobladores hacen pequeños  altares. En la noche comienzan los rezos y luego el baile, la comelona y los juegos tradicionales: el huevo con la cuchara, el palo ensebado y otros. Las familias que organizan deben darle de comer a toda la comunidad, por eso lo hacen solo las que tienen bastantes animales”, cuenta Ena Gomero.

Pese a los recurrentes símbolos católicos en los hogares de Santay, varios de ellos profesan la religión evangélica desde hace aproximadamente cinco años, como Marielena, quien se casó en una boda grupal, organizada por una misión protestante que visita la isla cada semana.

Sentada en el borde de su cama, con sus hijos Wendy, Leonardo y Flor María, Marielena saca de un cajón que se abre con dificultad las fotos de su boda, entre otras más. En unas se ve una fiesta al aire libre en la que viste un sencillo traje blanco, y en otras luce visiblemente más joven, casi niña, sentada en las piernas de su esposo. “Esta es de cuando recién me uní a él, hace unos diez años... ya ni me acuerdo”, manifiesta.

La Iglesia católica contempla normas entre las cuales está el impedimento de que familiares contraigan nupcias entre ellos, dice el párroco de la iglesia San Antonio María Claret, de Urdesa. No obstante, esto se anula cuando se trata de parientes lejanos.

“En principio, a partir de primos o familiares más cercanos existe un impedimento que puede dispensarse para parientes lejanos o en mayor grado. Por lo tanto, no es contradictorio que esta gente exprese su fe”, indica el sacerdote.

Pero a ojos de la directora Gomero, más que conflictos éticos estas uniones han traído también problemas de salud.  

“Hay una familia en la que existe un niño con síndrome de Down y epilepsia. Y como profesora me doy cuenta de que a sus hermanas les cuesta captar, tienen deficiencias de aprendizaje. Creo que podría ser porque sus padres son  primos hermanos”, comenta.

La familia a la que Ena se refiere es apellido Achiote, otro de los  comunes en Santay, donde se repite la historia. Jackeline, la secretaria de la población, vive con Carlos Achiote, hijo de su tío Lorenzo, de 78 años, el hombre más anciano de la isla. Lorenzo  padece de parálisis parcial y pasa sus días entre la hamaca y la cama, moviéndose con dificultad entre uno y otro lugar.

Los registros de Jackeline reposan escritos con pluma azul en un viejo cuaderno de contabilidad y dicen que de las 56 familias de la isla Santay (240 personas) aproximadamente 30 son apellido Domínguez, otras 20 son Achiote. Las demás familias se distribuyen entre los Cruz, los Parrales y los Salavarría.

Aroca concluye que -de acuerdo con los antiguos teóricos de la comunicación- las comunidades cambian, evolucionan y se modernizan frente  al tipo de medio que se utiliza con una mayor frecuencia.

“En el caso de Santay, su medio es la memoria, la tradición oral y el habla. Entonces se trata de comunidades que cambian más lentamente”. Y en efecto, sus moradores viven, como suspendidos en el tiempo, marcados por esa sencillez rural de tribu extendida; más allá de la religión, la educación o los medios modernos.
Fuente: El Telégrafo

17 octubre 2011

Contradicciones en construcción de puentes peatonales

El anuncio de la construcción de dos puentes peatonales, que realizó el presidente Rafael Correa el pasado 12 de agosto, que uniría la isla Santay con Guayaquil y otro con Durán, fue contradecido por la coordinadora de Turismo del Gobierno Zonal, Paola Gálvez.

El mandatario afirmó en ese entonces que la obra estaría lista a finales del 2012.

No obstante, Gálvez expresó, el martes pasado, en una entrevista a este medio que “la creación de puentes peatonales para unir Guayaquil-Santay eso quedó desechado como idea, ahora se está hablando de motivar el transporte fluvial para darle un valor agregado al traslado a Santay, que es poder cruzar el río”, indicó.

El coordinador del Miduvi, Cristóbal Cruz, rechazó esta versión y expresó que los estudios están por terminar y que se prevé que a finales de diciembre el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) conozca el costo de los puentes y se les entregue la asignación correspondiente para empezar con la obra en Santay.

“... Los puentes por ahora siguen el curso normal, terminamos los estudios y solicitaremos los recursos para el proceso de construcción, eso es un hecho, lo que estamos esperando ahorita es los rediseños que se modifican en Santay”.

Asimismo, Cruz insistió que en la última reunión que mantuvieron con el mandatario, hace tres semanas, se ampliaron los procesos que hará el Miduvi en la isla, en la que anunció se prevé construir senderos en toda la periferia, un paseo ciclístico y muelles para salir hacia el golfo.

“De pronto no sé si asistió (Gálvez) a la reunión pero los procesos no se han paralizado, siguen su curso normal”.

No obstante, Gálvez indicó que están tratando de rescatar el uso del río Guayas.

El puente que unirá a Guayaquil con Santay tendrá una extensión de 850 metros mientras que el de Durán de 756. Los estudios del segundo avanzan en un 70% y los del primero se los está rediseñando.

16 octubre 2011

El Patrimonio de la Isla Santay

En el sitio web del Ministerio de Cultura del Ecuador, en cuanto al Patrimonio expresa:  

El Patrimonio esta conformado tanto por los objetos materiales (monumentos, edificaciones, sitios arqueológicos,etc) como por la memoria que estos objetos guardan. Por tanto, existe tambien un patrimonio vivo e inmaterial. La memoria social son las interpretaciones, re significaciones y representaciones, que hacen las personas, colectivos, pueblos y nacionalidades de su vida presente y futura a partir de su experiencia histórica.


1999, construcción de su escuela y centro comunitario
En 1998 se desarrolla junto a la población de la Isla Santay el proyecto educativo más importante que han tenido, que consistía en la creación de la primera escuela en la isla, así como la construcción del edificio que daría cabida a una gran salón de clases, un dormitorio para los maestros, una cocina, una biblioteca y una sala de atención médica. Este edificio, inaugurado en 2000 ha sido el orgullo de la población. Ellos participaron en su construcción, ellos lo han mantenido. A más de su uso escolar  allí se han desarrollado eventos culturales, cursos de capacitación, talleres e incluso matrimonios. Con el pasar del tiempo el techo y algunos elementos estructurales debieron ser cambiados. Amigos de Santay no escatimó esfuerzos para que eso se logre, dando así continuidad y seguridad al proceso educativo y a los niños. La población fue siempre la mano de obra idónea. También la escuela sirvió para la alfabetización de los adultos.

Final de 1999, escuela terminada
Invitados a la inauguración enero 2000
La escuela es entonces un símbolo del trabajo comunitario y el lugar común de los habitantes de la isla, un Centro Comunitario en toda la extension d ela palabra.

Con la gestión de la declaratoria por parte del Comité Ecológico del litoral como Humedal del Ecuador y sitio RAMSAR, la escuela adquiere más importancia pues se convierte en el lugar de encuentro, el lugar que acoge visitas. 

En 2004 en un intento por mejorar la "calidad de  vida" y la parte paisajista del sector ocupado por la población, la fundación Malecón 2000 y el Banco Ecuatoriano de la Vivienda deciden entregar 47 casas (Hogar de Cristo) a los pobladores. En cuanto a las casas originarias de  la población, humildes pero patrimoniales, fueron desmontadas y sus materiales incinerados. Todo esto sin que medie una documentación que guarde testimonio de dichas viviendas y su historia.

Gracias a la preocupación de Amigos de Santay  y la pertinente acción de la Direccion Nacional de Servicios Escolares, se solicitó la construcción de una nueva escuela en la Isla. Petición que fue rapidamente acogida y desde inicios del 2010 Santay y población tiene un local escolar moderno y funcional.

Pero que pasará con el local de la antigua escuela y Centro Comunitario? Si  lo encuadramos en la descripción del Ministerio de Cultura bien se trata de un "Patrimono" pues es un edificio que guarda una memoria colectiva.

La comunidad de Santay conoce el interés legítimo que tenemos de conservarlo, es por eso que ante la inminente posibilidad de que el edificio sea tirado abajo, como ya lo habíamos prevenido en una anterior entrega, es que se han opuesto rotundamente a su desaparición.


Al momento la población ha decidido convertirlo en comedor temporal, en todo caso son ellos los pobladores  quienes tienen la ultima palabra y yo se que están ligados a ese lugar.

El Museo Comunitario será un recurso formidable para mostrar su historia. No olvidemos que antes de Ud. de mi, del gobierno, de Ramsar o del area protegida, la población ya estaba presente en Santay  y nada ni nadie puede ir contra esto. Que haya sido peones de las haciendas como algunos de los adultos o descendientes de aquellos como lo son la gran mayoría actual, o si llegaron después, o se unieron con algún poblador para crear una familia todo eso es parte de una historia propia que debe contarse a cada visitante, antes incluso de que el turista quiera saber cuantas aves o cuantos árboles habitan este paraíso llamado Santay.

La propuesta la conoce el MAE, ahora es un llamado al Ministerio de Cultura, al Instituto Nacional del Patrimonio Cultural , al ministerio Coordinador del Patrimonio, al Municipio de Durán, a los gestores culturales, es decir a todos quienes podrían apoyar esta propuesta ligada a la cultura y la identidad de una comunidad.

El mes de Septiembre y sus actividades en la isla

29 septiembre 2011

Álvaro es el emblema académico de la Santay

Ayuda de la comunidad y horas de remo en el río requirió Álvaro Cruz Domínguez para ser el primer bachiller de la isla.

 Diana Romero diana.romero@telegrafo.com.ec, fotos Pilar Vera


Ninguno de los habitantes de la Santay había usado un birrete. El pasado viernes, Álvaro Cruz Domínguez, de 19 años de edad, de aproximadamente 1,50 m de estatura y mirada tímida, se convirtió en el primer bachiller en la historia del lugar, una isla ubicada a 800 metros de Guayaquil.

 “Pido un sonoro aplauso para Álvaro”, dijo Norma de Bayas, rectora del Colegio Particular a Distancia Libertador Bolívar, institución a la que el joven acudió a clases cada fin de semana y donde concluyó sus estudios secundarios.

En la ceremonia de incorporación que se realizó en el Auditorio de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Guayaquil, a la que asistieron sus amigos y familiares, Álvaro no solo recibió aplausos, sino besos, abrazos y halagos que él correspondió con un sonriente “gracias”, apenas pronunciado entre dientes.

Su hermana Margarita registró en video todo el acontecimiento, ajustó el zoom, tomó fotos y entre risas se las mostró a su tía, una tras otra, en el celular. Mientras tanto, su madre Jacinta Domínguez escuchó atenta las palabras de la rectora, que colocó a Álvaro como ejemplo de valentía y esfuerzo ante sus compañeros.

“Este joven acudió a clases sorteando todas las dificultades del clima, remando una hora de ida, otra de regreso y nunca faltó ni una sola vez al colegio”, dijo como parte de un emocionado discurso, lleno de mensajes de motivación para los 18 neo-bachilleres de la cuadragésima novena promoción de ese centro de estudios.

Ena Gomero es la directora y profesora de la Escuela Jaime Roldós Aguilera, la única en toda la Isla Santay, que funciona desde 1999.

 “La educación para ellos es muy difícil y es vista casi como un imposible”, explica esta maestra que tiene 12 años trabajando en el lugar, una mujer que apoyó de forma académica, logística y económica la educación de Álvaro.

 “Todos los días, al igual que las personas que llegan y salen de Santay, debo utilizar una canoa. Para mi suerte, ahora existen las lanchas a motor”, relata.

Según él, las ocupaciones de las madres de la isla les impide estar pendientes del desarrollo académico de sus hijos.

“Las mujeres se dedican a los quehaceres domésticos o la crianza de animales. Muchas salen a Guayaquil a trabajar como cocineras, lavanderas o niñeras. No pueden supervisar las tareas escolares de los niños, que las hacen como pueden porque no tienen la guía suficiente”, explica.

Gomero añade que el nivel económico de los isleños tampoco ayuda a quienes concluyen los estudios primarios y quieren continuar el colegio. “Varias maestras y yo estuvimos allí, apoyando a Álvaro, prestándole la computadora, haciendo los deberes con él para que no abandone los estudios”, revela.

 El líder de la comunidad, Tomás Domínguez, coincide con la maestra en que la falta de recursos perjudica a los más jóvenes del lugar y sostiene que de los 240 habitantes de la Santay, solo 58 asisten a la escuela y apenas 3 se encuentran cursando los estudios secundarios en Guayaquil: Elizabeth y María Fernanda Domínguez, en el mismo colegio de Álvaro; y Steven Domínguez, en una institución presencial.

Para asistir a clases debe cruzar el río todos los días. “Muchos padres sienten desconfianza de enviarlos, porque escuchan historias sobre la inseguridad, piensan que es peligroso por la delincuencia, y está el riesgo del traslado en canoa”.

La casa de Jenny Cruz queda en el interior de la isla, a la que se llega luego de una caminata de 20 minutos a lo largo de un sendero de fango húmedo y pegajoso, que vuelve pesado cada siguiente paso. Sin embargo, Álvaro -al igual que los demás habitantes de Santay- se desliza con destreza y sin temor, sumergiendo sus pies descalzos en el lodo resbaloso.

 Jenny, de 21 años, es prima de María Fernanda. Hasta el año pasado también estudiaba a distancia, iba a clases cada sábado, al igual que sus amigos. Pero su embarazo interrumpió momentáneamente sus estudios.

“Pienso retomarlos el año siguiente, hasta manejar mejor la maternidad”, adelanta, mientas sostiene en sus brazos a la pequeña Ashley, de 2 meses.

 El líder recuerda que en 2009 un grupo de isleños acudió hasta la Dirección de Estudios, en Guayaquil, para solicitar a las autoridades la construcción de un colegio en Santay. Sin embargo, la solicitud fue rechazada, pues -según dice- argumentaron que se trataba de una población estudiantil muy reducida.

 “En total, hay 15 jóvenes que han concluido la primaria y que se encuentran en edad de cursar los estudios secundarios”, detalla.

 Como la mayoría de hombres de la isla, Álvaro también es pescador. Por ello, en compañía de un amigo, sale a sus faenas “hacia abajo” dos veces por semana, en un horario que queda a voluntad de la marea: en la madrugada o muy temprano en la mañaña.

 “Primero pescamos las anguilas que nos sirven de carnada para el bagre, que luego vendemos en el Mercado Caraguay. Cuando salimos pasamos 24 horas en el agua”, expresa, al tiempo que camina por la orilla del río Guayas, que baña los alrededores de la isla donde nació y creció, al igual que sus padres y sus 5 hermanos.

 Los días de Álvaro transcurren en la tranquilidad de la Isla, con el canto de los pájaros como sonido de fondo, con el viento arañando las hojas de los árboles en las horas frescas o con la humedad propia de las mañanas y los días de intenso sol.

 Hace varios meses también aprobó el preuniversitario de la carrera de Biología en la Facultad de Ciencias Naturales en la Universidad de Guayaquil. “Pienso que se me hará fácil. Vivo en una isla, hay especies que se pueden estudiar y me gusta la naturaleza”, señala con vergüenza, mientras se hunde en su gorra blanca. 

Recuerda que durante el curso propedéutico, Gomero lo ayudó con el alojamiento, pues ir y volver de la isla diariamente es complicado.

 Hace poco, una llamada de una compañera le informó que las clases inician el 10 de octubre, pero este bachiller aún no sabe si será universitario.
Fuente: El Telégrafo

04 septiembre 2011

Al otro lado del río

En la Isla Santay, frente a Guayaquil, el pasado es
una fotografía donde los más viejos ríen,
el presente ha sido pobreza e incertidumbre, pero
el futuro esta vez sí, parece promisorio.
Reportaje publicado en Revista Mundo Diners #352
Por Marcela Noriega
Fotos: Amaury Martínez y Rafael Méndez Meneses

Cuando todo está oscuro y la Santay es un tibio silencio, el Tintín –un enanito cabezón que en las fábulas montubias siempre deja embarazadas a melenudas y cejonas- suele lanzar silbidos ululantes. Dicen que cuando le gusta una mujer es capaz de dormir a todos los que están alrededor de ella de un solo chiflido. Pero no solo el Tintín ronda en las noches, también están la Tintina –sobra decir quién es- y el Duende, ese que hizo huir a una chica de la isla, porque “la perseguía a todas partes”. Benito está sentado en un viejo tronco y cuenta historias de nomos encantados como si fueran viejas noticias. El sol está por caer. La superficie del río se agita, y él ha amarrado con fuerza su canoa a motor. Pronto subirá a su casa para dormir. En Santay las personas viven en lo alto, como los pájaros en los árboles.

Benito Parrales nació hace 65 años en esta isla rodeada de manglares, humedales de agua dulce y salada, sabanas y pastizales. Su madre murió cuando él era un bebé de tres meses. Lo crió Primitiva Lindao, la mejor de las parteras. El cholo ríe con fuerza y tiene mirada juguetona. Con su camisa estampada y abierta, su pantalón de tela, su machete en el cinto, su reloj bañado en oro y su facha de ganador, no es cualquier pescador. De hecho, a los 65 años, este hombre nacido en Santay es guía turístico, presidente de la asociación de pescadores y tiene un oficio que a cualquier venado espantaría: cuidador de cocodrilos. Sí. Cuida los once cocodrilos que viven en Santay en calidad de atracción turística – hoy por hoy casi la única, si es que a uno no le interesa conocer los cinco tipos de manglar que tiene la isla.

El padre de Benito había llegado desde Santa Elena atraído por el trabajo. Era peón en la hacienda de los “Guzmanes”, uno de los siete feudos ganaderos que existían en lo que todos aquí recuerdan como “la buena época” de Santay, esa que empezó en los años 40 y se acabó en los 80 con la expropiación de las haciendas, que estaban dedicadas a la ganadería lechera, a la producción de arroz y de carbón.

En la memoria de Santay el pasado es una fotografía donde todos ríen, o al menos los más viejos. En el tiempo de las haciendas esto era limpito, construimos casas grandes, había cualquier cantidad de vacas, desayunábamos con leche y había trabajo lo que quiera, la gente de la Península, Durán y hasta de Guayaquil venía acá a emplearse, dice cada uno a su tiempo.

A partir de la venta de las haciendas, a los nativos no le quedó más que volcarse al único empleo disponible: ser pescador. Y empezaron a vivir como lo hicieron los antiguos habitantes del mundo: de la pesca, la caza y la recolección. Las pocas familias de la isla, los Domínguez, los Parrales, los Torres, los Achiote y los Cruz se hicieron diestros con el trasmallo, la calandra y el anzuelo.

“Ahora es que hay esta pobreza. No hay ni peces en el río, cada vez nos tenemos que ir más lejos. Nos vamos un día y nos quedamos dos, tres, buscando pesca. Creo que San Pedro está bravo porque no le hemos cumplido, por eso no hay peces. Queremos hacerle una llave, el altar y sacarlo a pasear en canoa por toditito el río para que esto mejore”, piensa Benito, quien se ha promocionado como el organizador de la fiesta del santo en la que habrá cerveza, aguardiente guanchaca y bailarán tres o cuatro días”.

Lorenzo Achiote, el más viejo de la isla, nació hace 78 años en la isla y creció en la misma hacienda de la familia Guzmán. Pasa sus días mirando por la ventana como si con los ojos pudiera atrapar el pasado, pero “hasta los lentes me fallan”, rezonga. “Yo era bueno, sanito, me cruzaba el río a remo. Rema que rema, rema que rema, desde los 12 años. Y ahora ¡míreme! Antes teníamos leche y queso en el desayuno, ahora no tenemos nada”. Atrás quedaron los días de diversión al otro lado del río, las mujeres, el trago, la pesca, la vida. Un derrame le ha dejado paralizada la mitad del cuerpo. Se levanta como puede, ayudado por su mujer e insiste en enseñar cómo vivía antes, y cree tener en un cartón viejo la prueba de su antigua alegría. Su sala está abigarrada, tiene cositas viejas y polvorientas en cada rincón. Pero la única habitación de la casa, donde duermen él, su esposa y dos de sus seis hijos, es un cuadro lamentable.

--Venga vea este cartón lleno de ropa que tengo, yo sí me vestía bien, venga, vea, para que no diga que soy un viejo mentiroso-, dice. Lo abre y muestra una pila de camisas bien planchadas que parecen no haber sido usadas en mucho tiempo. --Y toda esta mochila de acá está llena de camisetas. Yo sí era una persona decente, me sabía vestir. Tenía hartas mujeres-.

En el 2001, en el gobierno de Gustavo Noboa, el ya desaparecido Banco Ecuatoriano de la Vivienda le cedió la isla, así como se cede un pedazo de jardín, en fideicomiso a la Fundación privada Malecón 2000. Entonces, todo empeoró para los isleños. Entre las reglas estaban: no pintar las casas de ningún color. “Nos ponían a echarle diesel a las casas para que luzcan amarillitas, no blancas. Nosotros le echábamos diesel, gastábamos en eso, pero luego con el sol se le salía”, se acuerda, no sin coraje, Jaqueline Achiote, una mujer de 46 años, que como casi todas en este lugar apenas terminó la primaria.

No solo eso: si alguien se enamoraba de un foráneo, tenía que irse a vivir fuera de la isla. Nadie de fuera podía ir a vivir a Santay. “Nos decían que si nosotros nos queremos ir a Guayaquil que vayamos, pero que nadie venga para acá. Nosotros no les hacíamos caso”, comenta Jaqueline. Para ella y para el resto los nueve años que estuvo la Fundación a cargo de la isla fueron tristes.

Quizá lo peor fue que les hicieron derrumbar sus casas –algunas grandes, de madera y con techos de paja- para construir las 56 viviendas gemelas donde ahora viven apiñados y con calor porque todas tienen techos de zinc. Esas casas costaron $1.500 y las tuvieron que levantar con sus propias manos. Con la llegada del Gobierno, la construcción de una ecoaldea con casas de 18 mil dólares, paneles eléctricos, el muelle, y los senderos elevados, a los isleños les ha regresado también la esperanza de que las cosas cambien.

“Nosotros esperamos que el gobierno consiga mejoras para nosotros. Ahora estamos en sus manos. Eso es mejor pensamos. Porque la Fundación era privada y no nos pagaba por el trabajo que hacíamos, por rozar, por mantener la isla. Nosotros teníamos que poner nuestra mano de obra”, recuerda Jaqueline, quien es guía y ya está viendo algún cambio significativo. Antes por cada turista, la Fundación, les pagaba 15 centavos y ahora cobran 1,25 dólares.

Los hombres regresan de la pesca, las mujeres los esperan en las casas con la comida. Los niños juegan en medio de los matorrales. Leonardo, de 9 años, se entrena como guía. “En esa casa venden galletas, en la otra pan de ese que viene en funda, en la otra cola, más allá cerveza”, dice mientras juega con unos imanes que se encontró en un árbol. Parece conocer cada árbol, cada truco del río. Le divierten los turistas y los pocos curiosos que se asoman a su isla. Él no tiene memoria de las haciendas, está estudiando en la escuela y no quiere ser pescador, sino arquitecto. Aunque entre un carro y una canoa, se queda con la canoa. Leonardo mira al futuro con entusiasmo, aprende a ganarse la vida; estira la mano y dice: es un dólar por el recorrido.

Santay: del muelle a los puentes

Una inversión estatal que hasta ahora supera el millón y medio
de dólares convertirá a la Isla en un circuito eco turístico
para Guayaquil  y cambiará la vida de sus 257 habitantes.
Reportaje publicado en Revista Mundo Diners #352  

Por Ileana Matamoros
Fotos: Rafael Méndez Meneses y Dep. Comunicación Ministerio de Ambient.


Alborotados por la inauguración del muelle y la visita de la Ministra de Ambiente, aquella mañana de junio, cerca de 40 niños y niñas la escuela Jaime Roldós, de la isla Santay, se subieron con sus dos maestras en las canoas de sus padres y vecinos para avanzar por el río Guayas hacia el lugar. A esa hora del día, con la marea alta, era la única forma de llegar a tiempo a ese punto de la isla.

“¡Los chiquitos van conmigo!”, gritó Ena Gomero cuando sus alumnos se lanzaron en tropel al abordaje, y de inmediato unos siete pequeños que ya sabían que era con ellos, se voltearon corriendo hacia ella. Sus uniformes lucían impecables pero algunos iban descalzos, en la verde isla-manglar que queda frente a Guayaquil es una manera de lidiar con el lodo y salvar los zapatos.

Desde la rivera un par de fieles perros persiguieron las canoas de los niños saltando sobre riscos de lodo y cruzando a nado dos esteros, hasta que llegaron al muelle cubierto de 80 metros de largo que costó cerca de 360 mil dólares y era a la fecha –junto a la escuela, levantada hace menos de dos años a un costo de 174 mil dólares-, la obra pública más importante que ha tenido la isla.

Los chicos hicieron una calle de honor para la ministra Aguiñaga tal como en marzo del año pasado, cuando los visitó el presidente Rafael Correa para oficializar la declaratoria de inclusión de la isla en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. El Ministerio de Ambiente compró hace un año la isla al Banco Ecuatoriano de la Vivienda por más de 10 millones de dólares y ya empezaron los grandes cambios para Santay y para sus 257 habitantes.

Muchos guayaquileños aún se sorprenden cuando se enteran de que la Santay está tan poblada. Pero allí al frente del Malecón 2000, a 800 metros cruzando el Guayas viven 56 familias. La mayoría son pescadores y habitan en 46 casas sin alumbrado ni energía eléctrica (algunas familias comparten generadores que utilizan por las noches), ni telefonía, agua potable, o cualquier otro servició público, de hecho antes de 1999 no había ni escuela.

Allí todos recuerdan cuando la ONG Amigos de la Santay creada por el José Delgado, un ingeniero naval que en los 90 se vinculó a la isla, consiguió el dinero y construyó la primera con la ayuda y gratitud de la población. Otro de los grandes orgullos de isla es su primer bachiller, Álvaro Domínguez, que acaba de terminar el colegio a distancia y ya aprobó el preuniversitario de biología marina. Ahora que la DINSE les hizo la nueva escuela, “la vieja” hace las veces de centro comunal y piensan instalar en ella un museo y centro de interpretación, porque el futuro de las 2.200 hectáreas de esta inmensa isla será el ecoturuismo.

En el 2000, por gestiones de Amigos de Santay, la isla fue declarada Área Protegida Internacional a través de la Convención Ramsar, que determina los humedales de importancia mundial. Ese mismo año el gobierno de Gustavo Noboa firmó un decreto que autorizó al Banco Ecuatoriano de la Vivienda, el propietario legal de la isla, a realizar contratos y convenios para desarrollar en la isla un proyecto ecológico y turístico. Y en 2001 el BEV cedió la Santay en comodato por 80 años a la fundación Malecón 2000, que había sido creada por el alcalde Jaime Nebot para construir y administrar el conocido complejo a orillas del río Guayas y otras obras de la llamada regeneración urbana de la ciudad. Pero la administración de Malecón 2000 no produjo mejoras importantes ni en la infraestructura turística de la isla, ni en la calidad de vida de sus habitantes.

Sucede que desde los 80 la ocupación de estas tierras por los isleños ha sido informal, pues nunca han tenido la propiedad legal, e incluso han llegado a ser tratados como “invasores”, aunque más de la mitad haya nacido allí. Son descendientes de los empleados de las grandes haciendas ganaderas y arroceras que prosperaron en la isla desde los años 40, que fueron expropiadas por decisión del presidente Jaime Roldós tras declarar los terrenos de la isla “de interés social”. Uno de los antiguos propietarios de la Santay era Jaime Nebot Velasco, padre del actual alcalde de Guayaquil, y desde el Congreso, León Febres Cordero fue el mayor opositor de la expropiación. Roldós pensaba crear allí un espacio recreacional y de vivienda pero tras su muerte, el caso pasó de la polémica al tabú. Ninguna obra realmente importante se pudo concretar y sus habitantes continuaron olvidados y cada vez más pobres. Año a año los peces fueron menos y los turistas llegaban de a gotas. Los Guayaquileños han escuchado planes de todo tipo para la isla verde de enfrente: construir allí un parque tipo Disney, un gran monumento, hasta un aeropuerto, pero nada de eso, ni siquiera un muelle. Hasta ahora.

Aquella mañana la Ministra Aguiñaga y su comitiva, después de conocer el muelle, saludar a los niños y almorzar con los adultos, revisaron el inminente avance de la Ecoaldea, un proyecto habitacional de 56 casas elevadas con energía solar, agua potable y baños a dónde dentro de poco se mudarán los santileños. También se construyen cuatro kilómetros de senderos elevados para que la isla pueda recibir turismo todo el año, pues en verano es posible caminar con cuidado por algunos caminos, pero las lluvias de invierno convierten a la isla en un pantano inaccesible. La inversión por las obras de Santay supera el millón y medio de dólares y es parte del plan Guayaquil Ecológico, que incluye la creación del Parque de Samanes y la recuperación del estero Salado.

Pero el proyecto más importante estaría por venir: los puentes. Estructuras peatonales y de ciclovía de 800 y 1.2000 metros, que unirían a Santay con Durán y Guayaquil respectivamente. Para ello el Miduvi ya ha contratado sendos estudios que suman más de 600 mil dólares. ¿Qué pasará cuando la agitada vida de Guayaquil y Durán pueda pasar a pie a la plácida isla Santay? Seguro que un paseo por Santay será un respiro importante para cualquier habitante del Puerto Principal, la urbe con menos áreas verdes por habitantes de país… Hoy por hoy los santileños miran con recelo a Guayaquil y a sus noticias de violencia. A pesar de la pobreza ellos saben que viven en un paraíso, son gente buena y sencilla del manglar, y aunque están a sólo 15 minutos en lancha del mercado de la Caraguay, los padres temen la hora de que sus hijos al colegio en la ciudad, y cuentan historias de chicos que regresan asustados y sin ganas de volver a estudiar. Sin embargo las obras los tienen emocionados. El muelle y las casas con agua potable, luz permanente y baños será el principio, esperan que con la llegada de los turistas sus ingresos mejoren y empiece una nueva era de prosperidad para la isla.

Tras décadas de sentir que los “querían botar” (en el 2000 el BEV les hizo firmar un acuerdo de voluntades por el que les permitía vivir en la isla como guardianes ad honoris para evitar invasiones, comprometiéndose a abandonar la isla cuando el banco lo disponga) ahora se sienten más respaldados, aunque la tenencia legal de aquella tierra en que nacieron ellos y sus hijos no esté dentro de los planes del Gobierno. Al ser un área protegida, “lamentablemente no les podemos dar escrituras públicas porque tenemos restricciones de índole constitucional”, dice la Ministra de Ambiente, “pero las familias que se ha identificado en el censo tienen un acuerdo con el Ministerio para que tengan la posibilidad de estar como pobladores indefinidamente. Su estadía está totalmente legalizada”, asegura Aguiñaga.

21 agosto 2011

Santay, un humedal que se transforma en un destino turístico

Dos puentes peatonales unirán a Guayaquil y Durán con la isla Santay

DURÁN, Guayas. Las nuevas cabañas del proyecto del Gobierno denominado Ecoaldea están asentadas en el humedal de la isla Santay. Allí se trabaja en la implementación de paneles solares.
 
Leopoldo Domínguez lleva pasajeros en su canoa a motor hasta la isla Santay, a quienes recoge en el muelle del mercado Caraguay. En el viaje, que dura 10 minutos, disfrutan de la vista de la isla, mientras dejan atrás el crecimiento urbanístico de Guayaquil.

Guayas. Las nuevas cabañas del proyecto del Gobierno
 denominado Ecoaldea están asentadas en el
 humedal de la isla Santay. Allí se trabaja en la
 implementación de paneles solares
Domínguez, de 22 años, conoce bien la isla porque ha vivido siempre allí. Esta área, que es jurisdicción de Durán, se encuentra a 800 metros de distancia de Guayaquil y fue reconocida en octubre del 2000 como humedal Ramsar (de importancia ecológica internacional), por ser un pantano.

Según un estudio del Comité Ecológico del Litoral (CEL), aquí habitan 69 especies vegetales, 5 de estas son manglar; 12 de reptiles, 2 de anfibios, 13 de mamíferos y 128 clases de aves, de las cuales 12 son vulnerables y están amenazadas y registradas en la lista de Comercio Internacional de Especies en Peligro (CITES-siglas en inglés) y de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN).

Si bien Santay es un área protegida, en la que habita cerca de 230 personas, el presidente de la comuna, Tomás Domínguez, señala que aún tienen necesidades por satisfacer.

Domínguez sostiene que uno de sus principales problemas es la falta de agua. “Aquí nos viene por gabarra, uno la pide y no le llega hasta después de unos cuatro días, por eso tenemos que acudir a los mercados para comprarla”, dice, mientras indica que antes gastaban en un mes $ 60 y ahora $ 170 en una semana, debido a las labores de prueba de las 56 nuevas viviendas que hay en la isla.

Agrega que también requieren de un dispensario médico.

El presidente de los pescadores artesanales, Benito Parrales, concuerda con él y sostiene que a más del dispensario también requieren educación.

A esto se suma el pedido que hacen los pescadores de que se construya un atracadero para guardar sus embarcaciones, así como la dotación de lanchas.

Domínguez asevera que tienen previsto iniciar una capacitación en dos semanas en coordinación con los ministerios del Ambiente y de Turismo, así aspira a obtener mayores recursos para su familia.

Una de las habitantes de la isla Santay camina
hacia su vivienda de Hogar de Cristo,
 la que se le entregó en la administración de la
fundación Malecón 2000. En 15 días se
 prevé su traslado a las nuevas cabañas.
No es la primera vez que se intenta capacitar a los comuneros. Antes lo hizo la fundación Malecón 2000, hasta que el mandatario Rafael Correa transfirió el 20 de febrero del 2010 su manejo al Ministerio del Ambiente. Por ello hubo una disputa con el Municipio de Guayaquil, el que finalmente cedió la administración de Santay al Gobierno. La isla, al ser nombrada área protegida en el 2010, fue inscrita en el Registro de la Propiedad de Durán como posesión de este Ministerio.

Los comuneros lamentaron, en ese entonces, que se truncara la oferta de desarrollo de un proyecto turístico de la fundación Malecón 2000. “No hizo absolutamente nada; ellos nunca hicieron nada”, señala Domínguez, quien recuerda que se prometió el mantenimiento de los senderos de la isla Santay, los que no se habilitaron.

Las cotorras pertenecen a una de las especies
de aves que habitan en la isla Santay.
Domínguez sueña que con la capacitación turística que recibirán en dos semanas, en la que se prevé participen unos 25 jóvenes, todo será diferente. “Todavía no vemos nada, pero pensamos que será excelente porque hay nuevas cabañas y la caminata para ofrecer al turista las artesanías y platos típicos como la ensalada de jaiba”.

La isla es visitada semanalmente por 15 o 20 turistas. A cada uno el guía le cobra $ 1,25.

Las cabañas nuevas fueron construidas para los habitantes de la isla. En estas se utilizó madera de pino chileno y gymsum (material similar al yeso).

Ellos aún viven en las casas de Hogar de Cristo que les donó la fundación Malecón 2000, mientras se adecúan en las nuevas los paneles solares.

 La pesca es la principal actividad a la que
se dedican los habitantes del este humedal.
Las viviendas junto a un área comunal y un muelle fueron inauguradas el pasado 12 de agosto por el presidente Rafael Correa, quien, además, anunció la construcción de dos puentes peatonales, uno que unirá la isla a Durán y otro a Guayaquil. No obstante, biólogos y ambientalistas cuestionan la obra.

Cifras: Inversión
2.200 hectáreas
tiene la isla Santay, un humedal que fue declarado área protegida en el 2010, la que pertenece al Ministerio del Ambiente.


Fuente