Habitantes de zonas cercanas a los manglares ofrecen, en Quito, productos de este hábitat y platos típicos.
Hace una semana se concretó un viejo proyecto de quienes integran la Corporación Coordinadora Nacional para la Defensa del Ecosistema Manglar (C-Condem): llevar la cultura de este hábitat hasta las ciudades del país.
La primera base para lograr la meta del proyecto es Quito. Por ello, desde el 8 del presente mes funciona en la capital el Centro de Comercialización y Revalorización de la Cultura del Ecosistema Manglar Martín Pescador (pájaro que vive en los manglares).
Hasta allí llegan algunos productos de fincas agroecológicas campesinas de la Costa y variedades de mariscos, como la corvina, “pero la auténtica”, dice Máximo Cangá, un pescador oriundo de Limones, Esmeraldas, que vende pescados en el lugar.
Cangá señala que en ocasiones comerciantes engañan a los compradores, por ejemplo, venden pedazos de tiburón en lugar de corvina. “Queremos enseñar a los ecuatorianos a comprar el pescado y que no se dejen sorprender”, afirma.
Dar este especie de asesoría a los compradores es uno de los varios servicios que da el centro Martín Pescador.
Otro, es vender productos frescos. Verónica Yépez, directora de Comunicaciones de C-Condem, explica que los productos son trasladados de la Costa a Quito el jueves en la noche, para venderlos entre el viernes y sábado de cada semana. “La frescura, la transparencia y la calidad del producto es nuestra garantía”, señala.
Por ello, pagan un precio superior al valor de mercado a los pescadores de los sitios desde donde traen los productos. Lo hacen para estar seguros de que no van a vender cualquier cosa y también para garantizar que se cumplan los estándares mínimos para reproducir el ecosistema.
Por ejemplo, las conchas, un producto que viene solo del manglar, no deben ser recogidas cuando son pequeñas porque se interrumpe el ciclo vital. Deben tener por lo menos 4,5 centímetros.
El fomento del turismo comunitario es otro de los eje que busca la asociación costeña ‘Martín Pescador’
Igual situación acontece con los cangrejos, cuyo caparazón no puede ser inferior a los 7 centímetros. “Esto asegura que se reponga el ecosistema”, señala Yépez.
En el centro también funciona un comedor de platos típicos como el viche de carapacho de cangrejo con arroz y coco. Además se ofrece el tapado de pescado con verde cocido o los langostinos asados con bola de verde y ensalada, a más de los tradicionales ceviches y cangrejos.
Adicionalmente, hay promociones. Los clientes que realizan compras superiores a los 15 dólares reciben un recetario de este tipo de comida, mientras los que adquieran productos por más de 20 dólares en productos frescos reciben una canasta tejida.
Pero la estrategia no termina con la seducción del paladar. Atrás de los suculentos platos, del ajetreo en la cocina y del local ambientado a la Costa, unas 1.100 familias usuarias del manglar se benefician directamente.
Son recolectores de conchas, pescadores y artesanos de cinco provincias: Esmeraldas, Manabí, Guayas, Santa Elena y El Oro. Y a su alrededor hay más gente que quiere construir un futuro digno, en armonía con la naturaleza y defendiendo su cultura.
Por ello, dentro de unas semanas más, en el local se sentirá la fuerza de la salsa con las clases de baile. Esto sin olvidar las lecciones de cocina que también se impartirán.
Otro eje de Martín Pescador es el fomento del turismo comunitario. Alberto Trentini, responsable de esta actividad en la asociación, señala que se ofertan paquetes de visita a Bolívar (Esmeraldas), Punta del Faro Jambelí (El Oro), La Boca de San Jacinto (Manabí), Isla Corazón (Manabí), Isla Santay (Guayas), Palmar (Santa Elena) y Costarica (El Oro).
Entre las actividades que pueden realizar los turistas en estos sectores están la visita al manglar, reforestación de zonas, captura del cangrejo o concha (recolección de concha) a más de disfrutar en la playa y descansar.
500.000
dólares de la condonación de la deuda externa ecuatoriana con Italia se destinó para este proyecto
Martín Pescador no solo es una propuesta comunitaria que busca el comercio justo y la difusión de culturas ancestrales. Es también resultado de la lucha contra la deuda externa.
Hilaria Manfredi, de la Asociación de Cooperación Rural en África y América Latina (ACRA), explica que el proyecto que ahora se ejecuta en Quito entró a concursar al Fondo Ítalo Ecuatoriano.
Dicho fondo se creó para apoyar iniciativas con recursos originados en el canje de la deuda que el Ecuador tiene con el país europeo.
Este fondo puso 500 mil dólares para impulsar la instalación del centro de comercialización que incluye un lugar de acopio en Limones, Esmeraldas. La contraparte ecuatoriana y de la ONG italiana llega a 60 mil dólares.
Ahora Rocío Torres, Cristian Melo, José Corozo y las más de 1.100 familias solo esperan resultados concretos: mejor nivel de vida para la comunidad, respeto a los manglares y que algún día sus habitantes, entre ellos el martín pescador y la concha, puedan vivir sin temor a la muerte o a su extinción.
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