En homenaje al Día Mundial de los Humedales, 150 niños de la escuela Bertha Valverde recorrieron
la isla Santay, ubicada frente a Guayaquil. El paseo fue organizado por
la Subsecretaría de Gestión Marina y Costera (SGMC) y la Empresa
Pública de Parques y Espacios Verdes del Ministerio del Ambiente (MAE).
Un bus de la Fuerza Aérea Ecuatoriana recogió al primer grupo de 50 estudiantes en el plantel, ubicado en la isla Trinitaria. El micro trasladó a los alumnos hasta el muelle del Malecón Simón Bolívar, donde dos lanchas esperaban zarpar para cruzar el río Guayas.
Carlos Preciado, estudiante del sexto año de educación básica, cerró sus ojos al escuchar que subiría a una lancha. El pequeño se mostró nervioso, pese al entusiasmo inicial. Era la primera vez que el menor de 10 años se iba a subir a una embarcación “tan grande”.
Todos se colocaron los chalecos salvavidas y permanecieron quietos en sus asientos. Tras el zarpe, los infantes interactuaron con los guías. “Los humedales sirven como filtros purificadores del agua y son el hábitat de varias especies de aves, peces, crustáceos y otros animalitos”, explicó uno de los técnicos.
Comuneros y guías nativos recibieron a los estudiantes. Xavier Carchi, director de Gestión y Coordinación de la SGMC, dio la bienvenida a los niños y desde la glorieta los instó a observar y hacer preguntas.
Dos grupos de estudiantes avanzaron por el sendero de madera. Benito
Parrales, guio a los menores y mostró cada una de las aves horneros que
anidan en el mangle negro que rodea la isla.
Parrales explicó que la ecoaldea está situada dos metros sobre el nivel del suelo porque el agua ingresa a la isla inundándola. “Eso permite que el manglar se mantenga y haya muchas especies de peces, cangrejos. Hasta cocodrilos hay”.
De un momento a otro, el guía gritó. ¿Ahí está? Parrales se refería al cangrejo violinista, llamado así por tener una tenaza con esa forma, más grande que la otra.
Minutos después, Carchi destacó el objetivo de la actividad, el cual busca que los estudiantes conozcan la isla Santay y entiendan su importancia como espacio natural y vital para el ciclo del agua dulce, ya que es esta la que capta y retiene el agua de las lluvias y los sedimentos, que son filtrados lentamente para recargar los acuíferos.
Betzabé Preciado, de cuarto año de educación básica, sorprendida miraba los grandes pilares sobre los cuales descansan las casas de los nativos. Las lámparas solares que alumbran el sitio también fueron una novedad para la niña.
A pocos pasos, Cindy Bone y otras niñas señalaban el cráneo de un cocodrilo que reposaba en un poste de una de las viviendas de la ecoaldea, donde existen palmeras que pueden ser trepadas, convirtiéndose en un mirador.
El director de Gestión del MAE recordó a los estudiantes que los comuneros de la ecoaldea San Jacinto de Santay viven en un área protegida con el compromiso de cuidarla, cumpliendo con normas ecoamigables. “Esos cuidados son los que también deberán aplicar los turistas, para que la visita genere el menor impacto posible”, expresó.
Este recorrido se repitió con otros dos grupos de alumnos del mismo
plantel, alcanzando los 150 visitantes a este importante humedal de
Guayaquil, Durán y sus alrededores.
La Isla Santay posee los primeros bosques de manglar del inicio del estuario del río Guayas, es un refugio para varias especies de patos, loros y otras aves migratorias incluidas en el libro rojo de aves.
Santay es el hábitat de cocodrilos de la costa (Cocodrilus acutus), especie en peligro de extinción, refugio de peces e invertebrados de agua dulce; espacios de manglar, refugio obligado para adultos y estados larvales de varios crustáceos y peces.
Este tratado intergubernamental consagra el compromiso del país en mantener las características ecológicas de los 18 humedales existentes en nuestro territorio.
Fuente. ANDES
Un bus de la Fuerza Aérea Ecuatoriana recogió al primer grupo de 50 estudiantes en el plantel, ubicado en la isla Trinitaria. El micro trasladó a los alumnos hasta el muelle del Malecón Simón Bolívar, donde dos lanchas esperaban zarpar para cruzar el río Guayas.
Carlos Preciado, estudiante del sexto año de educación básica, cerró sus ojos al escuchar que subiría a una lancha. El pequeño se mostró nervioso, pese al entusiasmo inicial. Era la primera vez que el menor de 10 años se iba a subir a una embarcación “tan grande”.
Todos se colocaron los chalecos salvavidas y permanecieron quietos en sus asientos. Tras el zarpe, los infantes interactuaron con los guías. “Los humedales sirven como filtros purificadores del agua y son el hábitat de varias especies de aves, peces, crustáceos y otros animalitos”, explicó uno de los técnicos.
Comuneros y guías nativos recibieron a los estudiantes. Xavier Carchi, director de Gestión y Coordinación de la SGMC, dio la bienvenida a los niños y desde la glorieta los instó a observar y hacer preguntas.
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Parrales explicó que la ecoaldea está situada dos metros sobre el nivel del suelo porque el agua ingresa a la isla inundándola. “Eso permite que el manglar se mantenga y haya muchas especies de peces, cangrejos. Hasta cocodrilos hay”.
De un momento a otro, el guía gritó. ¿Ahí está? Parrales se refería al cangrejo violinista, llamado así por tener una tenaza con esa forma, más grande que la otra.
Minutos después, Carchi destacó el objetivo de la actividad, el cual busca que los estudiantes conozcan la isla Santay y entiendan su importancia como espacio natural y vital para el ciclo del agua dulce, ya que es esta la que capta y retiene el agua de las lluvias y los sedimentos, que son filtrados lentamente para recargar los acuíferos.
Betzabé Preciado, de cuarto año de educación básica, sorprendida miraba los grandes pilares sobre los cuales descansan las casas de los nativos. Las lámparas solares que alumbran el sitio también fueron una novedad para la niña.
A pocos pasos, Cindy Bone y otras niñas señalaban el cráneo de un cocodrilo que reposaba en un poste de una de las viviendas de la ecoaldea, donde existen palmeras que pueden ser trepadas, convirtiéndose en un mirador.
El director de Gestión del MAE recordó a los estudiantes que los comuneros de la ecoaldea San Jacinto de Santay viven en un área protegida con el compromiso de cuidarla, cumpliendo con normas ecoamigables. “Esos cuidados son los que también deberán aplicar los turistas, para que la visita genere el menor impacto posible”, expresó.
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La Isla Santay posee los primeros bosques de manglar del inicio del estuario del río Guayas, es un refugio para varias especies de patos, loros y otras aves migratorias incluidas en el libro rojo de aves.
Santay es el hábitat de cocodrilos de la costa (Cocodrilus acutus), especie en peligro de extinción, refugio de peces e invertebrados de agua dulce; espacios de manglar, refugio obligado para adultos y estados larvales de varios crustáceos y peces.
Este tratado intergubernamental consagra el compromiso del país en mantener las características ecológicas de los 18 humedales existentes en nuestro territorio.
Fuente. ANDES
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