La contaminación. La
semana pasada, más de 100 colegiales recogieron 100 sacos de basura que
llega a Santay desde Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
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Esteban Domínguez tenía 12 años cuando comenzó a trabajar en la hacienda Acacias, en la isla Santay.
A las 04:00 tomaba su machete para cortar la ‘hierba mala’ que crecía entre el pasto verde.
Hace más de 50 años San Jacinto de Santay era un pueblo ganadero. Los frondosos árboles que hoy cubren el paisaje casi no se veían. Los establos copaban las 2 214 hectáreas de la conocida ‘isla de las siete haciendas’.
“De aquí iba la leche para Guayaquil. Al día cogíamos 20 tarros de 40 litros. Era duro y solo me daban seis sucres”, recuerda.
No había descanso. La actividad en las haciendas Acacia, Pradera, Pradera chica, Florencia, San Francisco, Matilde y Puntilla era intensa. En compensación, los hacendados daban un terreno a los jornaleros.
Eso fue hasta 1979, cuando el Ministerio de Obras Públicas expropió las haciendas del lugar. Así dio inicio a una larga transición en Santay.
Un año después el Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV) tomó el mando. Y en el 2001 su manejo pasó a la Fundación Malecón 2000, en un fideicomiso por 80 años.
La fundación dio casas de caña a los moradores, impulsó el plan piloto de energía por paneles solares y desarrolló un proyecto ecológico de recuperación del manglar. Pero hasta el 2008 se había ejecutado solo un 50%., según el plan de manejo.
En el 2010, el actual Gobierno asumió el mando. Con el Acuerdo 021, el Ministerio del Ambiente declaróÁrea Nacional de Recreación a las islas Santay y Gallo (en el cantón Durán).
Las ofertas no esperaron. Una de las más representativas del régimen es la ‘ecoaldea’. 56 familias fueron reubicadas en un complejo de cabañas conectadas entre sí por una pasarela.
Doña Rosario Domínguez nació en Santay en 1949. Muestra la fecha en su vieja cédula mientras descansa en el portal de su nueva vivienda. “Son un poquito calurosas, pero vivimos mejor”.
Adentro hay una pequeña cocina, sala, dos habitaciones y un baño. En una estantería hay un viejo radio. “No funciona, lo tengo de recuerdo. Pero igual la energía da para dos focos y los televisores grandes no prenden”.
Los paneles solares reemplazaron a las baterías recargables en Santay. En las noches proveen energía, pero solo 30 watts.
El agua es otra obra en espera. Doña Rosario guarda el líquido llega cada 15 días desde Guayaquil en siete pomas. “Hay que pagar 15 centavos por poma”.
El trabajo es otra de las preocupaciones en la isla. Casi toda su vida, don Máximo Domínguez ha sido pescador. En las madrugadas sale en su canoa y navega hasta isla Puná, en el Golfo de Guayaquil. “Antes cogía hasta dos quintales de bagres, pero ya ni hay peces por estas aguas”.
La capacitación de los habitantes en actividades turísticas y productivas es uno de los compromisos del Ministerio del Ambiente. Pero ese plan solo ha avanzado en un 20%, según un reporte de esta Secretaría.
Los trabajos en Santay están a cargo de la Empresa Pública de Parques Naturales. En agenda hay cinco obras : un subcentro de salud, una oficina de información, un centro de interpretación, una casa hospedaje y una casa de guardaparques.
En cuanto a servicios básicos se está levantando una planta potabilizadora de agua y esperan optimizar el sistema fotovoltaico de energía hasta 70 watts.
Otro trabajo en espera es un muelle para barcazas sencillas y barcazas familiares, en donde los turistas podrán dormir. También se planifica levantar camineras para recorrer el humedal.
La bióloga Martha Véliz, del Ministerio del Ambiente, explica que los moradores guiarán los recorridos de avistamiento de aves (más de 128 especies), que habitan en este humedal.
Una bandada de loros alerta a don Esteban. Mientras recuerda frota sus manos, arrugadas y ásperas por el duro trabajo. A ratos mira a Samantha, una de sus 20 nietos, quien juega en un triciclo. “En Santay la vida cambió. Esperemos que así siga”.
Flora y fauna en la isla
128 especies de aves, 12 especies de reptiles y más de 13 tipos de mamíferos son parte de la riqueza natural de Santay.
60 tipos de plantes dan colorido a este pulmón natural de Guayaquil. Entre ellos están los cinco tipos de mangle (dos del tipo rojo, negro, jelí y blanco).
En el 2000, las islas Santay y Gallo fueron declaradas Humedal Ramsar, de importancia ecológica internacional.
Fuente:
Diario El Comercio