Hace algunos meses mientras terminaba mi licenciatura en Buenos Aires, conocí a los Amigos de Santay, me contacté con ellos y a mi llegada a Ecuador, luego de varios mails al fin, arribe a la Isla, con ansias de conocer aquel pedacito de paraíso, sin embargo la sorpresa me impacto desde el primer momento, si bien cabe recalcar que debido a mis estudios, tengo una visión distinta de todo lo que respecta al turismo y su conservación, el asombro fue enorme, como primer punto la inseguridad que tienen los pobladores de Santay en su cruce diario a La Caraguay ( Mercado al sur de Guayaquil), teniendo en cuenta que solos existen dos canoas a motor, en aquel momento deje a un lado aquel miedo al río y pensé que quizás lo que me esperaba en la Isla iba a compensar aquel sufrimiento, mas a mi llegada me di cuenta lo desamparada que esta la comunidad, debo remarcar que la belleza natural del lugar es magnífica, que su paz reconforta y que sin duda puede llegar a ser un lugar maravilloso para promocionar mas no “explotar” turísticamente.
Retomando el tema de los pobladores, si bien luego de mi experiencia en cuanto a la cosmovisión de las comunidades, vislumbré claramente que son personas introvertidas pero llenas de ganas de luchar, de salir adelante, personas que quieren un futuro mejor, quizás no llenas de comodidades como las que conocemos nosotros, sino simplemente tener eso básico que los de continente poseemos y para ellos es casi inalcanzable como la luz, el agua potable, las cloacas, en fin lo esencial para subsistir.
Analizando mas a fondo descubrí el por qué de aquella timidez de la gente, me comentaron todo lo que habían sufrido, lo que siguen sufriendo, ya que muchos los tratan como simples instrumentos, según mi criterio personal concebí que ellos de cierto momento se sienten títeres, manejados, manipulados, no son consultados de esos supuestos “emprendimientos turísticos” hablando fríamente esos seres humanos -que por serlo,
merecen entre tantas cosas respeto- son un “atractivo” mas, como quien habla de un mono, de un pájaro, de una mariposa o un lagarto.
Entonces es ahí cuando a mi cabeza vino la pregunta, ¿Las personas que están realizando o tratando de promocionar Santay, entenderán o dicho un poco más crudo,¿ Sabrán algo acerca de lo que significa conservar un lugar natural tan importante como es el caso de La Isla Santay?, o simplemente van detrás de los beneficios económicos, sin un proyecto de conservación a largo plazo, teniendo muy en claro que dentro de la preservación de un lugar o reserva ambiental, lo primordial es la comunidad que vive dentro de la misma, acá no se trata de echarlos, de mandarlos a vivir a algún suburbio de la urbe como muchos quisieran, el plan turístico debería empezar por ser un plan verdadero como lo hacen las grandes ciudades turísticas, en el cual se instruya a la comunidad, se la haga participe, logrando así que se sientan orgullosos de quien son y por ende gracias a todo lo anterior, crear una cooperación, para lograr que en el momento de la llegada del turismo no solo se “bañen en el río, coman algún plato típico o paseen por la isla” sino a su vez se logre interactuar con los seres humanos que viven en ella, que puedan trasmitirles las anécdotas de sus padres, abuelos y sin duda se va a lograr interactuar con los nativos haciendo la experiencia más interesante, atractiva y humana que realizar ese - si así se puede llamar- “turismo sin contacto con el nativo”.
Considero que si se quiere promocionar a La Isla Santay en eventos internacionales, primero debería haber un plan serio y bien organizado, donde los pilares principales sean la comunidad, la flora, la fauna, la conservación, y no solo el beneficio económico, en este mundo globalizado el turista es cada vez más exigente en lo que quiere comprar dentro de sus paquetes turísticos, si se promociona algo engañoso es más que seguro que ese turista nunca vuelva y por ende trasmitirá el desagrado que sufrió, esto se vuelve una cadena que perjudica al lugar, está comprobado que un turista insatisfecho logra convencer al menos diez personas de nunca visitar aquel lugar, donde él la paso tan mal.
Para finalizar creo que se debería exigir personas capacitadas, profesionales para manejar este tipo de temas, que sin duda es generador de divisas, pero que si lo tomamos solo como eso dentro de unos años, Santay será talada en su totalidad, convertida en un Disneylandia, Una gran cancha de Golf, o en un Samborondón. Hay que crear conciencia de lo importante que es la preservación, conservación y de la sustentabilidad de los lugares como este, que sin duda son el pulmón de una ciudad que cada vez está más contaminada.
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